Canta Joaquín Sabina, amante de la lidia, que "lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos". El dolor del adiós solo queda empañado por la felicidad que encierra el recuerdo, que aún hoy, en la era de la anestesia emocional, sigue siendo la brújula que nos indica la razón de nuestra existencia, que no es otra que la añoranza de tiempos mejores.
Para Julián López Escobar, 'el Juli', este 2023 supondrá el final de una aventura maravillosa en los ruedos de todo el mundo. Un viaje que ha marcado su camino, demostrando que el traje de 'el Juli' fueron siempre sus cicatrices. Tras un cuarto de siglo de andanza, el maestro madrileño decide retirarse, y lo hace en un punto lo suficientemente álgido de su carrera, y no siendo defenestrado por el inexorable paso del tiempo, como algunas estrellas de rock que todavía vagan por la arena de los templos con menos movilidad que un Ken.
España, Francia y las Américas han sido testigos del enorme talento de López Escobar, un torero que desde niño apuntaba maneras de estrella en la Escuela de Tauromaquia madrileña. Un crío que recitaba el Cossío como los monaguillos el catecismo, un dechado de virtudes cuyas capacidades lo llevaron a liderar el ranking de mejores toreros desde finales del siglo XX hasta nuestros días. Supo pervivir en la memoria colectiva sin renunciar ni un solo gramo a su esencia más pura.
Resumir la vida profesional de 'el Juli' es sencillo, ha sido un enamorado del toro que ha podido disfrutar y hacer disfrutar de su sueño más puro. Ni siquiera en los últimos tiempos, cuando el toreo se volvió tan difícil de asimilar por las nuevas formas de lidiar, su madurez profesional se vio perjudicada.
Ha actuado en un total 1851 corridas, lidiando la friolera de 3895 toros. En su vitrina figuran 2863 orejas, 97 rabos, 955 salidas a hombros y tres decenas de bravos indultados. Números de una leyenda absoluta que podría iniciar su propio califato madrileño, como lo hicieron hace eones los cordobeses 'Guerrita', 'Machaquito', 'Manolete', 'el Cordobés' y 'Finito de Córdoba'.
Si vamos revisando las grandes plazas, 'el Juli' ha gobernado en todas ellas. Desde la Monumental de México a Las Ventas, pasando por Bilbao, Barcelona, Córdoba, las francesas Nimes y Arles, o la siempre especial Maestranza de Sevilla, donde ostenta el récord de siete puertas del príncipe, más que nadie en la historia.
Ni el mejor guion habría sido capaz de situar la última corrida de 'el Juli' en su amada Sevilla. El 1 de octubre toreará por última vez en la feria de San Miguel. Antes, podremos verle por toda España. Sin embargo, una fecha resuena por encima del resto. El 12 de agosto, el maestro volverá a Dax, donde en septiembre de 2009 cinceló su nombre en los anales del toreo con una faena antológica.
Su longevidad, y la época en la que tomó la alternativa, le ha hecho coincidir en los ruedos con figuras del calibre de Curro Romero, 'El Cordobés', César Rincón, Ortega Cano, Joselito, Rivera Ordóñez, Manzanares o Roca Rey, entre otros.
Profesional, mentor y amigo, la retirada de 'el Juli' deja un vacío que nadie podrá llenar. Y eso está bien, una mancha de mora no puede taparse con otra. Nunca habrá otro Julián López Escobar. Con nosotros se queda 'el Juli', hacedor de una inenarrable epopeya taurina que devolvió a los españoles a los ruedos y nos pegó a la televisión y al transistor para seguir sus faenas.
Siempre honraremos tus hazañas, aunque, inevitablemente, tu rostro se borrará de nuestra memoria. Esos recuerdos son todo lo que queda cuando el tiempo se ha llevado el resto. Gracias. Larga vida a 'el Juli'.
kunst
Me alegro por los pobres toros que le hubieran tocado.