Deportes

Arantxa, una capitana ilocalizable y remolona hasta para elegir las bolas

Bastante desconectada -virtual y literalmente-, tanto de las jugadoras como de la Federación, la dimisión de Arantxa Sánchez-Vicario como capitana de la Copa Federación ha sido acogida con naturalidad en el tenis español.  

Es una anécdota sin trascendencia porque se solucionó a tiempo, pero ilustra la peculiar relación laboral que, como capitana del equipo español de Copa Federación, mantenía Arantxa Sánchez-Vicario con tenistas y directivos. Entre el 9 y el 10 de febrero España juega contra Ucrania una eliminatoria del Grupo Mundial II (2ª división) en Alicante. El equipo local pone la pista y el tipo de bolas que más le conviene, así que desde la dirección técnica federativa acudieron a la entonces todavía capitana para escuchar su correspondiente elección de pelotas. La intención era realizar el pedido cuanto antes dados los habituales retrasos que se producen durante las fechas navideñas. Algo aparentemente tan sencillo se volvió complicado porque Arantxa tardó varios días en dar señales de vida y en comunicar su decisión. Finalmente lo hizo, las bolas están encargadas y el asunto no pasó a mayores.

Carla Suárez: "Hace mucho tiempo que no hablamos, desde los Juegos Olímpicos, creo. Nuestro cara a cara no es muy cercano"

Este proceder de la exseleccionadora española no era nuevo. En los últimos meses ha realizado frecuentes viajes a Florida (Estados Unidos) -allí se encuentra actualmente-, donde su hermano Emilio Sánchez-Vicario y Sergio Casal abrieron hace poco una sucursal de la Academia Sánchez-Casal. Localizarla, tanto en el extranjero como en España, era demasiado complicado con demasiada frecuencia. El director técnico de la Federación llegó a estar tres meses sin hablar con ella, algo nada normal ni recomendable por razones obvias.

Como capitana de la Copa Federación, una de sus funciones primordiales siempre que no hay eliminatoria a la vista debería haber sido seguir de cerca la evolución de las tenistas. No sólo para elegir a las mejores en cada momento, algo aparentemente sencillo, sino para conocer su estado físico, anímico, etc. Arantxa tampoco se prodigaba mucho en este aspecto. Lo reconoció a semana pasada Carla Suárez, actual número 1 del tenis español. "Hace mucho tiempo que no hablamos, desde los Juegos Olímpicos, creo. Nuestro cara a cara no es muy cercano, aunque con mi entrenador sí habla de vez en cuando", declaró la canaria a la radio autonómica de su tierra.

El desapego de la excampeona de Roland Garros era tan acostumbrado que, pese a apoyar y firmar la reciente protesta de varias de las tenistas contra la Federación, Arantxa reconoce en su carta de dimisión no haber "formado parte de ninguna reunión entre jugadoras" para consensuar ese escrito contra la gestión de José Luis Escañuela, presidente federativo.

Esa relación fría y distante pesará mucho en la elección del próximo capitán o capitana. La Federación, en pleno proceso electoral, pedirá un informe al Consejo Superior de Deportes (CSD) para saber cuándo puede legalmente cubrir de nuevo el cargo de seleccionador femenino. La retirada este martes de John Rigau como candidato alternativo a Escañuela parecía dejar expedito el camino de la reelección, pero horas después seis federaciones territoriales firmaron un manifiesto en el que afirman que acudirán a la justicia ordinaria para denunciar "las trampas electorales de Escañuela". A expensas del embrollo legal, la candidata preferida para sustituir a Arantxa es Conchita Martínez. La extenista aragonesa estaría encantada y su personalidad, completamente diferente a la de Arantxa, es muy del agrado de Escañuela.

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