La Fórmula 1 se muerde las uñas. Se ha desatado un proceso de incertidumbre sobre cuál será el peor coche la temporada que viene. O lo que es lo mismo, en qué equipo pilotará Fernando Alonso el próximo curso. Igual continúa siendo Ferrari el cacharro que no anda, pero la cosa pinta a ruptura. Las frases de las partes implicadas y las informaciones que van apuntando varios medios indican que la que pasa por ser la mejor escudería de todos los tiempos volverá a recuperar la consideración, que logrará quitarse de encima ese pie que pisa desde hace años su reputación. Que Alonso ya no conducirá un Caballino, con lo cual se llevará las conclusiones incendiarias de su legión de aduladores a otra parte.
McLaren es el escuadra hacia la que parece se van a dirigir de nuevo los insultos. Ya llevó la carga del peor coche o tuvo los peores mecánicos o al compañero más despreciable o al jefe más injusto en 2007, pero es a día de hoy el que suma más papeletas para reincidir. Aunque Mercedes también puja. Y hay quien dice que incluso la batalla la puede ganar Red Bull. Es posible que el dilema ya esté hasta resuelto, pero si hay que fiarse de lo que dicen los actores el tema está precisamente en el momento más caliente de discutirse y decidirse.
Fernando Alonso quiere ganar. Lleva tiempo dando volantazos de un equipo a otro sin conseguirlo. Pero el equipo que finalmente lo renueve o lo contrate sabe lo que se lleva: un piloto extraordinario, según muchos el mejor, pero al tiempo la certeza de que su fama como escudería peligra. Si las victorias llegan, el mérito será del conductor. Pero si siguen sin aparecer los triunfos, la culpa será del motor, o del coche, o de la rueda, o del mécánico, o del ingeniero, o de la marca. La Fórmula 1 hace tiempo que se cuenta así. Por eso la curiosidad actual responde a saber contra quién se descargará la frustración el curso que viene. El morbo de averiguar de una vez cuál será el peor coche del mundo de 2015.