Decía el genial Rafael Azcona que "a los pobres les gusta pagar, mientras que a los ricos no hay forma de sacarles nada". Algo que quizás nos sirva para entender "el particular que nos ocupa", que diría Lendoiro, otro personaje con mucha retranca.
El 14 de agosto del año pasado Jorge Messi depositó cinco millones de euros en el procedimiento judicial abierto a partir de una querella fiscal por defraudar supuestamente a Hacienda 4,1 millones de euros entre 2007 y 2009. Ingreso que conllevaba la admisión implícita de la consecución de un delito fiscal que pretendían contrarrestar con ese ingreso. El delito se explica porque Lionel Messi simuló la cesión de sus derechos de imagen a sociedades instrumentales radicadas en paraísos fiscales como Belice y Uruguay, para después firmar complementariamente contratos de licencia, agencia o prestación de servicios entre esas empresas y otras compañías instrumentales domiciliadas en jurisdicciones de beneficiosa conveniencia como Reino Unido y Suiza. Es decir, Messi defraudó a la Hacienda pública española para tributar menos. Y cuando le pillaron, pagó cinco millones para ponerse al día y no llegar a sentarse ante el juez. "No sé nada de estas cosas. Yo solo jugaba al fútbol y firmaba los contratos porque confiaba en papá", declaró el futbolista.
Sin embargo, ha tenido que sentarse ante el juez y este ha dictaminado que es culpable de fraude fiscal, sentenciándole a 21 meses de cárcel, lo que le permite no pisar el 'talego' al no llegar a dos años de condena y no tener antecendentes. Tampoco estaba previsto que el Barcelona desplegará su aparato propagandístico para respaldar al defraudador. El posicionamiento del club es de una gravedad sin precedentes. No todos somos Messi, afortunadamente para Hacienda. Un tipo que ha chuleado 4,1 millones a los españoles, sean azulgranas, béticos o celtiñas. Una parte del barcelonismo, afortundamente más coherente, ha repudiado la iniciativa de su directiva con duras palabras en las redes sociales.
La razón de la iniciativa del club es sencilla de explicar. Messi se plantea no sentarse con el Barcelona a renovar su contrato. Se siente perseguido por Hacienda, acosado por la prensa y, sobre todo, desprotegido por el Fútbol Club Barcelona. Entiende el futbolista argentino que es obligación del club protegerle tras ser injustamente culpado de fraude fiscal. Y el club ha entrado en pánico al saber que Messi se plantea seriamente marcharse del Barcelona, por lo que ha impulsado la campaña apoyando a un defraudador fiscal, delincuente, condenado (en sentencia recurrible), o como quieran llamarlo. Josep María Bartomeu ha pedido al barcelonismo que muestre su adhesión al futbolista con la etiqueta #TodososmosLeoMessi, cuestionando de paso la labor de la justicia.
El Barcelona se posiciona frente de la justicia respaldando a un defraudador fiscal que el 14 de agosto del año pasado depositó cinco millones en Hacienda para saldar un fraude con el fisco de 4,1 realizado entre 2007 y 2009
Hace tiempo el fútbol no destaca por su ejemplaridad, si lo hizo alguna vez. El Real Madrid tiene que devolvera los madrileños, por orden de Bruselas, 18,4 millones que recibió en ventajosas condiciones del Ayuntamiento de Gallardón en 2011, Dani Alves se marcha a Turín sin satisfacer una deuda de casi dos millones de euros con el fisco, Benzema será juzgado por chantajear con un video sexual a un compañero de selección... Y aún está pendiente de resolverse el escándalo denunciado por una menor que implica a Torbe, De Gea y Muniain. Sin prejuzgar nada, la participación probada de De Gea en el cruce de mensajes, y el contenido de los mismos, le habría inhabilitado para defender la portería de la selección en cualquier otro país que se tome medianamente en serio la igualdad de género. Los futbolistas no sólo deben ser modelos de conducta, además deben parecerlo. Pero aquí en España están por encima de la ley, como hemos visto en innumerables ocasiones, la última con la persecución de James.
Es alarmante es que el Barcelona tome a la prensa y a los aficionados por imbéciles, solo así se explica la campaña en las redes sociales. Hace tiempo que la prensa deportiva no está a la altura casi nunca, infectada de hooligans que escriben al dictado de los clubes que financian las campañas promocionales de sus medios. También entre los aficionados hay síntomas preocupantes de una pandemia social, un fanatismo quijotesco que caricaturiza a esta España forofa que respalda en las urnas al partido que les roba sistemáticamente y justifica a un futbolista que mete la mano en los bolsillos de sus aficionados. Aquí, como escribía Jardiel Poncela, "los ladrones somos gente honrada". Algo que nadie discute, salvo los jueces. Ayer Bartomeu cogió el móvil y emulando a Mariano, envió un mensaje a Messi: "Lionel, sé fuerte"...