Antes de siquiera ser una realidad, el bono joven para el alquiler de vivienda ha recibido críticas a derecha e izquierda. El consenso de los expertos es que, en el mejor de los casos, solo servirá como medida coyuntural. En el peor, la advertencia más repetida: podría contribuir a subir los precios, de forma desigual, y enriquecerá más a los caseros de lo que ayudará a los inquilinos. En especial, si se extiende en el tiempo, como ha sugerido el propio Pedro Sánchez. "Ha nacido para quedarse", llegó a afirmar el presidente del Gobierno.
La experiencia internacional arroja una serie de estudios académicos que advierten de los peligros de las ayudas directas a grupos concretos que se cronifiquen en el tiempo. El primero de ellos, de Estados Unidos, constató una subida de los alquileres para aquellos inquilinos del segmento más bajo en ingresos que no pudieron percibir la ayuda. En concreto, un encarecimiento del 16% al cabo de veinte años del programa americano de cheques (entre 1974 y 1993). Según concluyó este estudio realizado por Scott Susin para el Journal of Public Economics, el programa reportó 5.800 millones de dólares a los perceptores de menores ingresos pero incrementó los precios pagados por los no receptores en 8.200 millones de dólares.
En el Reino Unido, el programa Housing Benefit, que financiaba hasta el 100% de la renta, endureció sus condiciones para nuevas concesiones en los años 1996 y 1997. Una investigación de diciembre de 2003 de Stephen Gibbons and Alan Manning para la London School of Economics and Political Science comprobó que la disminución de la ayuda acabó redundando en una bajada de los precios de entre el 10% y el 15% por parte de los caseros de cara a los nuevos perceptores. El estudio también constató que los caseros de mayor duración subían sus rentas con mayor velocidad que los de menor extensión, sin que esto sucediera en el mercado no afectado por las ayudas.
Gabrielle Fack concluyó en 2004 tras investigar tres décadas del programa de ayudas de Francia que los subsidios favorecieron a los caseros con 78 céntimos de cada euro dado a los inquilinos. Entre otras cosas, porque las ayudas potenciaron el interés por alquilar de jóvenes que se plantearon emanciparse una vez contaron con el subsidio. Esta demanda extra no fue acompañada por un incremento en la oferta de pisos, lo que contribuyó a que el grueso de la ayuda se trasladara a los precios.
Las ayudas al alquiler en España
De manera similar a Francia, España sufre ahora un problema de oferta. Lo tenía antes de la pandemia y lo está volviendo a tener ahora: el excedente de pisos sin alquilar que se acumuló durante la covid -y que vino acompañado de bajadas de precios superiores al 10%- está próximo a agotarse. Además, el mercado está especialmente mediado por la inflación (del 6,6% en diciembre), ya que la Ley de Arrendamientos Urbanos de 2019 faculta a los caseros para renovar los contratos conforme al Índice de Precios al Consumidor.
En España existe ya un programa de ayudas al alquiler en el marco del Plan Estatal de Acceso a la Vivienda para las personas con menos ingresos (ahora menos de 21.000 euros anuales en doce pagas) y alquileres de menos de 900 euros que relanzó el Gobierno de Mariano Rajoy. Estas ayudas, criticadas por la izquierda, no consisten en una cantidad fija sino que cubren un porcentaje del alquiler, del 30% a nivel general (50% para menores de 35 y mayores de 65). La partida prevista en los Presupuestos Generales del Estado 2022 es de 345 millones.
Con esa referencia, el programa tras el bono joven de 250 euros al mes cobra mayor dimensión. El presupuesto es de 200 millones este año para un grupo más reducido (entre 18 y 35 años), si bien el plan tiene en principio una duración limitada (de dos años). El objetivo del Ejecutivo es que llegue a unos 70.000 jóvenes, menos del 25% de los que reúnen los requisitos. Por su dimensión, afectaría a menos del 30% del parque de alquiler en Barcelona y Madrid, los puntos más voluminosos y tensionados.
Durante el 'cheque Vivienda' de Zapatero, los precios del alquiler cayeron a menor velocidad que antes y después
La medida de Sánchez tiene un antecedente directo en el más pretencioso 'cheque vivienda' de José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente socialista impulsó un bono de 210 euros mensuales para el alquiler de jóvenes de entre 22 y 29 años que tuvo 300.000 beneficiarios y se extendió con un presupuesto de 400 millones entre 2008 y 2011, cuando Rajoy lo incluyó entre sus recortes.
En España no existe aún un estudio académico sobre la relación entre las ayudas directas y los precios del alquiler, ni siquiera sobre el caso concreto del 'cheque vivienda'. La consideración que cabe en esta línea parte de analizar la evolución de los precios, que iban a la baja cuando entraron en vigor las ayudas de Zapatero.
Según se desprende de los registros comparables de Idealista -que llegan hasta 2006-, los alquileres cayeron un 8% en los primeros dos años del 'cheque vivienda'. Entre 2010 y 2011, cuando tuvo lugar la mayor demanda del cheque, los precios pasaron a subir un 6,5%. En los dos años anteriores al programa de ayudas habían caído un 14%, y en los dos posteriores bajaron otro 10%, lo que sugiere que los precios cayeron con más facilidad sin el subsidio.