El principal productor mundial de petróleo incrementará el ritmo de bombeo de crudo pero la medida difícilmente se traducirá en un recorte en los precios del barril, que sigue situado en máximos de los últimos cuatro años. La estrategia de Arabia Saudí pasa por tratar de evitar el petróleo se introduzca en una espiral alcista sin control, una posibilidad no descartable dado el actual escenario y el que se plantea a corto plazo. No en vano, algunos analistas ya han hablado de precios en torno a 100 dólares por barril para finales de año, algo que Arabia Saudí quiere evitar a toda costa.
El incremento de producción saudí, confirmado en las últimas horas por el ministro de Energía, Khalid Al-Falih (aunque era un secreto a voces), pretende compensar los efectos negativos generados tanto por los problemas internos de destacados productores como Libia, Nigeria y, especialmente, Venezuela como por la inminente entrada en vigor de las sanciones a la exportación de petróleo iraní impuestas por EEUU bajo la Administración Trump.
Estas circunstancias ya están presionando el mercado del petróleo, hasta el punto de llevar los precios a los máximos de los últimos cuatro años. En este contexto, el Gobierno saudí ha manifestado en repetidas ocasiones encontrarse cómodo con un barril en el entorno de los 80 dólares pero también ha advertido del peligro que supone que supere tal cifra.
Precisamente, la subida de los precios del petróleo favorece la recuperación de una economía saudí cuyo desplome tuvo su origen en la desaforada subida experimentada por el petróleo hace unos años, cuando el barril superó ampliamente la barrera de los 120 dólares. Por entonces, los principales consumidores aprovecharon el auge del fracking, que llegaba sobre todo de EEUU, para encontrar una alternativa más barata, lo que comenzó a provocar fuertes turbulencias en los mercados.
Un antecedente dramático
El barril terminó por hundirse por debajo de 30 dólares, lo que provocó incluso que el Gobierno saudí tuviera que elaborar una estrategia a largo plazo para evitar que su economía tuviera una dependencia tan fuerte de la materia prima.
Conscientes de que un mercado del petróleo desbocado amenaza también la recuperación de la economía mundial, Arabia Saudí se ha puesto manos a la obra para, al menos, conseguir una estabilización de los precios en las cotas actuales.
El incremento de la producción consistirá en poner en el mercado 300.000 barriles diarios más, hasta alcanzar la cifra de 11 millones. Eso sí, el ministro saudí de Energía admite que la medida que pondrá en marcha próximamente el país no asegura que los precios no vayan a seguir subiendo ya que dependerá del comportamiento del resto de los principales productores.
Pendientes de tensiones diplomáticas
Por ahora, la reacción del mercado ha sido bastante tibia, sin grandes movimientos en las cotizaciones de los futuros del crudo. Cabe tener en cuenta que la propia Arabia Saudí se encuentra dentro de esos productores con problemas internos debido a la tensión internacional que ha causado el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en un consulado saudí en Turquía.
Dada la presunta implicación del Gobierno local en la muerte del periodista, crítico con el régimen, en las últimas horas se ha hablado de posibles bloqueos o sanciones a Arabia Saudí por esta cuestión. Apenas unas horas después del suceso, aun cuando las circunstancias del mismo no habían sido aclaradas, las autoridades saudíes advirtieron de que no aceptarían ningún tipo de castigo o represalia.
De este modo, el incremento de producción por parte de Arabia Saudí podría tener efectos en el mercado mucho menos sensibles de lo esperado.