Lleva apenas una semana en el cargo, pero las tareas pendientes se acumulan sobre la mesa de Emilio Saracho, nuevo presidente de Banco Popular, cargo en el que sustituye a Ángel Ron. De todas las prioridades que tiene ante sí el exvicepresidente de JPMorgan, hay dos que urgen especialmente: formar su nuevo equipo y mandar en apenas un mes un plan de reducción de la morosidad al Banco Central Europeo (BCE).
Para la primera misión, hay rumores de que Saracho está tanteando a posibles candidatos en la City de Londres, algo que desmienten desde la entidad. La idea sería nombrar un número dos que supervisaría la dirección financiera, que lidera actualmente Javier Moreno, y la inmobiliaria, comandada por Francisco Sancha.
Aun así, a priori este fichaje no tendrá el cargo de consejero delegado, que seguirá reservado para Pedro Larena, el último fichaje de Ron, que llegó procedente de Deutsche Bank. Larena seguirá como número dos oficial, aunque centrado en el negocio minorista, mientras que el fichaje -o nombramiento interno- que realice el banco estaría a su altura con labores financieras, de relación con inversores y para desagüar los activos problemáticos.
Nuevo consejo
Junto a su nuevo organigrama, se espera que Saracho introduzca nuevos cambios en el consejo en las próximas semanas, para transmitir al mercado que el cambio de timón es total en Popular, incluido su principal órgano de gobierno corporativo. Ya hay dos nuevos consejeros: Carlos González Fernández, expresidente de Deloitte; y Antonio González-Adalid, exdirectivo de Repsol.
Todos estos cambios llegan en un momento de urgencia máxima a nivel regulatorio. La entidad financiera tiene apenas un mes para entregar al regulador europeo su plan de evacuación de activos problemáticos. Todo un reto para Saracho, ya que al poco de tomar el mando de Popular tiene que tomar decisiones que marcarán su futuro a medio y largo plazo.
En el mercado ven casi imposible que salga adelante el 'Proyecto Sunrise' y apuestan por grandes ventas de carteras
Este plan no se trata tan sólo de unas previsiones de cuánto se va a reducir la morosidad en los próximos años. Popular, como el resto de bancos, tiene que enviar al BCE un plan detallado con los activos que va a sacar de su balance cada año, y cómo lo va a hacer.
En esta hoja de ruta tendrá que incluir, por ejemplo, si sigue en marcha el Proyecto Sunrise o no. Aunque la realidad es que en el mercado se da por hecho que ya se ha renunciado a este proyecto para apostar por las grandes ventas de paquetes de activos inmobiliarios a inversores institucionales, como hizo a finales de 2016 con dos carteras traspasadas a Blackstone y Apollo, tal y como adelantó este medio.
"El mercado no está ahora mismo para una operación como Sunrise", señalaban ayer desde un banco de inversión. A ello se suma que los reguladores no están por labor de aprobar operaciones de los bancos que supongan riesgos a pequeños inversores, tras todo lo ocurrido con el caso Bankia.