Las familias españolas se han apretado el cinturón este verano. Por primera vez en un mes de julio desde el año 2010, cuando España todavía se encontraba inmersa en la última crisis financiera, incrementaron sus ahorros.
Tradicionalmente, los meses de verano -sobre todo agosto- son periodos en los que se reduce el volumen ahorrado por los españoles en cuentas bancarias y depósitos, ya que las familias suelen tirar de esos fondos acumulados durante el año para asumir el gasto de sus vacaciones.
Este año, sin embargo, la tendencia se ha invertido. En el mes de julio, las familias del país incrementaron su dinero ahorrado en 705 millones de euros, hasta una cifra total de 892.811 millones de euros, un 7,12% más de lo que tenían en cuentas en el mismo mes del año pasado, según el boletín estadístico publicado este jueves por el Banco de España.
Habría que remontarse al año 2010 para encontrar en la serie temporal un mes de julio en el que los hogares españoles también aumentaran su ahorro.
El incremento del ahorro se ha disparado desde el mes de marzo en que se irrumpió la pandemia del coronavirus y, con ella, la destrucción del tejido productivo, la extensión de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y el aumento del número de beneficiarios de prestaciones por desempleo y otros subsidios aprobados por la Administración para sostener las rentas de las familias.
Esta situación, unida al confinamiento forzoso, hundió el consumo y llevó a los hogares a aumentar su ahorro, por miedo a un empeoramiento de la economía y de su propia situación personal.
Consecuencias negativas
Pese a que aumentar el ahorro es positivo desde el punto de vista de la preparación ante futuras contingencias, conlleva consecuencias negativas como el enfriamiento de la actividad, la caída del consumo y el hundimiento del sector turístico, que en el mes de julio empleó a un 25% menos de trabajadores que en el año anterior.
Además de afectar al empleo, la caída del consumo y de la inversión (dado que las empresas también han aumentado su ahorro y han pospuesto sus decisiones de inversión) contribuyen al hundimiento del Producto Interior Bruto (PIB).
"Todos los componentes de demanda se están viendo profundamente afectados por la crisis. El consumo privado ha registrado una fuerte contracción en el primer semestre del año, que es el resultado de la suma de dos factores. Por un lado, los cierres de actividad sectorial han dado lugar, de modo forzoso, a un descenso del gasto en muchas categorías de bienes y servicios distintos de los de primera necesidad", explicaba el Banco de España en su último informe.
Por otro lado, "el extraordinario aumento de la incertidumbre acerca de las perspectivas económicas ha motivado que los hogares adopten una actitud más cautelosa acerca de sus decisiones de gasto", agrega.
Ambos comportamientos se traducen en "un aumento muy intenso de la tasa de ahorro, en un contexto en que las políticas públicas han permitido limitar el impacto negativo de la crisis sobre las rentas del sector".