El futuro del PIB en los próximos tres años dependerá, en gran medida, del consumo de los hogares. El Banco de España (BdE) destaca en sus últimas proyecciones que a pesar de que los datos más recientes de la Contabilidad Nacional han supuesto una revisión al alza del nivel, la recuperación de este componente de la demanda se encuentra sensiblemente retrasada con respecto a la registrada por el PIB. Apenas ha logrado recuperar los niveles previos a la pandemia, mientras que el PIB está ya más de un 5% por encima.
Mayor es la diferencia si se mira el consumo medio por hogar, que aún permanece por debajo de los niveles previos a la pandemia, al haber ahora más hogares que antes de 2019. Por el contrario, la tasa de ahorro, que se ha revisado recientemente al alza, está por encima del nivel precovid y de su promedio histórico. Esto ha llevado a los técnicos del Banco de España a investigar las causas. Por qué el consumo privado ha avanzado a paso más lento del que cabría esperar, con los salarios reales y la bajada de tipos remando a favor.
"¿Puede ser que el consumo privado esté siendo más modesto de lo que dicen los modelos porque los hogares están teniendo una percepción más negativa sobre sus ingresos?", preguntó el director de Economía, Ángel Gavilán. La respuesta también la dio él, y es sí. La percepción de los hogares sobre la evolución reciente de sus ingresos "condiciona de forma decisiva sus niveles de consumo". Y los hogares españoles, como los europeos, "tienden a percibir un mayor deterioro de sus ingresos reales en los últimos meses del que se ha producido".
Según los cálculos que maneja el supervisor bancario, alrededor del 60% de los hogares perciben que han perdido poder adquisitivo real, pero en realidad sólo han sido el 20%. Además, sólo un 5% de los hogares creen que han ganando poder adquisitivo, pero cuando se mira la renta y se resta la inflación, es más del 20%, según el BdE. Son éstos últimos, aquellos que han visto crecer su renta real pero no lo perciben, los que tienen un comportamiento del consumo menos dinámico que el resto.
Por ejemplo, comparando entre hogares cuyos ingresos en términos reales han crecido (alrededor de uno de cada cinco hogares), aquellos que tienen una percepción más pesimista sobre la evolución de sus ingresos y se sienten más pobres que hace unos años tienden a gastar casi 2.000 euros menos de media en bienes no duraderos que aquellos que son optimistas, 1.500 euros menos en ocio y transporte, y casi 500 euros menos en vestido y calzado.
Más ahorro para la vivienda Por otra parte, en el Banco de España destacan que a partir de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF) y de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) se puede calcular lo que llaman "Propensión Marginal al Consumo". Es decir, ante un aumento de ingresos, qué proporción se gasta. Sólo a través de una pregunta: "¿Qué proporción de un premio de lotería equivalente a un mes de ingresos gastaría en los siguientes 12 meses?". Y las respuestas de las dos encuestas apuntan a una caída de este indicador en los últimos años, entre 2017 y 2022.
Otra conclusión a la que llegan los técnicos del Banco de España es que la caída de esa dispoisición a consumir la mayor renta generada es más acusada en los hogares con mayores rentas, lo que significa que la propensión a ahorrar aumenta en la misma medida. Estarían ahorrando para financiar las inversiones en activos reales, como vivienda o negocios. También entre los hogares que no son propietarios y viven de alquiler, con más propensión a ahorrar para comprar un inmueble en un futuro.
En definitiva, la vivienda ya afecta a los decisiones de consumo de los hogares. El Banco de España ha alertado del problema que existe en el mercado inmobiliario. Las presiones por parte de la demanda, en parte por el fuerte aumento de la población y el número de hogares, no se ven compensadas con un dinamismo comparable en la oferta, en parte por la falta de disponibilidad de suelo. Se calcula que se están construyendo alrededor de 90.000 viviendas al año, cuando el número de hogares crece en 200.000.
"Las políticas por el lado de la oferta ya están actuando, con una aceleración de la inversión y la construcción de viviendas en los últimos trimestres, pero el problema está lejos de resolverse. Es necesario incrementar mucho más el dinamismo de la vivienda para cerrar la brecha", apuntó Gavilán. Según sus cálculos, la aceleración de visados podría aumentar las casas del futuro en entre 10.000 y 15.000 viviendas, una magnitud aún significativamente inferior a la que se demanda.