Cada día fallecen de media 300 personas más que las que nacen. Un dato alarmante que representa el reto demográfico que afronta el país. España encadena ya 40 meses con menos de 1.000 nacimientos al día, mientras las defunciones superan esa cifra con creces (1.200 de media).

En enero, el último mes del que se disponen datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se produjeron 45.872 fallecimientos y sólo 27.048 nacimientos, lo que significa que las muertes superaron en un 70% los partos. 

Enero es el mes en el que más fallecimientos se registran cada año por las temperaturas extremas. Para eliminar los efectos estacionales, se analiza el periodo completo de 12 meses y se extrae una media diaria, dando como resultado un 36% más de defunciones que de nacimientos, 300 más en términos absolutos.

Si se analiza toda la serie del INE, en la última década se aprecia un ligero crecimiento de los fallecimientos por el envejecimiento poblacional mientras la natalidad mantiene una tendencia negativa. Mientras en 2013 evolucionaban más a la par y los nacimientos compensaban las muertes, ahora existe una brecha cada vez más grande. 

Esto genera un reto para la sostenibilidad del Estado de bienestar a futuro. En la actualidad el saldo vegetativo negativo se está cubriendo a través de la inmigración. Desde el final de la pandemia llegan a España cada año alrededor de medio millón de personas, según también los datos del INE.

Más habitantes extranjeros

La consecuencia es que, pese a la pérdida de 300 habitantes al día en el país que acarrea la diferencia entre defunciones y nacimientos, la población en España sigue creciendo en alrededor de 1.200 habitantes al día por la llegada de extranjeros.

Con todo, los que han nacido en otro país y residen en España están ya cerca de alcanzar los 10 millones y de representar un 20% de toda la población. De hecho, el crecimiento de la población por la inmigración explica una parte importante del crecimiento económico.

En 2024 el Producto Interior Bruto (PIB) de España aumentó un 3,2%, el doble de lo que plantearon en el arranque del año los analistas y muy por encima de la media de la Unión Europea (0,8%), con Alemania en recesión (-0,2%) y Francia al 1,1%. 

Desde 2019, el crecimiento acumulado de la economía española ya ronda el 7%. Es decir, se han superado con creces los niveles previos a la pandemia que inicialmente costó recuperar. Sin embargo, si se mide por persona, el PIB ha crecido la mitad.

La explicación, según los economistas consultados por este periódico, es que hay más personas que producen, pero no hay un crecimiento tan intenso de lo que produce cada persona y, por tanto, la productividad no crece tanto.

En todo caso, el aumento de la población activa resulta clave para aspectos tan relevantes como la sostenibilidad de las pensiones futuras, que también crecen a un ritmo vertiginoso en número (por el envejecimiento poblacional) y, sobre todo, en gasto (tras años de revalorizaciones con el IPC). 

Sin embargo, los expertos también advierten de que el boom migratorio que experimenta España plantea otros desafíos, como la inserción social y laboral, el impacto en el ya tensionado mercado de la vivienda, o la adaptación de los servicios públicos. 

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