El presidente no ejecutivo de Amper (hasta ahora, al menos) Jaime Espinosa de los Monteros, ha decidido dar un paso al frente, haciendo una cuestión personal sacar adelante la compañía. Espinosa literalmente se ha echado la empresa sobre sus hombros después de comprar el paquete accionarial de Enrique Bañuelos, (hasta entonces máximo accionista) y se encuentra negociando con fondos de inversión y socios industriales para que aporten capital a la compañía. Amper, con 120 millones de euros, está en un proceso agónico de refinanciación de la deuda, que pasa por una operación acordeón. Los acreedores deberán dar las facilidades precisas para la reestructuración de la misma, pero también deberá entrar dinero fresco en vena a la empresa. Lo mismo ha tenido que ocurrir en Pescanova, salvando las distancias.
En la cúpula del grupo no dudan en afirmar que “sin el apoyo de la banca, esta empresa es inviable. Bajo ningún esquema se pueden pagar 120 millones”. El pool bancario, liderado por HSBC y compuesto por más de 20 entidades, trabaja estrechamente con el grupo y, antes que conceder facilidades para una reestructuración de la deuda que inevitablemente pasa por una quita, quieren ver inversores que aporten dinero a la sociedad y apoyen cualquier plan de viabilidad.
Existe el riesgo de que comiencen a aparecer fondos buitre que compren paquetes de deuda a tanto banco, como ha pasado en Pescanova, Codere, La Seda e incluso se rumorea que pueda pasar en Eroski, pero las fuentes consultadas indican que de momento no se han detectado.
Para la refinanciación, era necesaria la salida de Bañuelos, un hombre “no comprometido con el futuro de la compañía”, apuntan las fuentes consultadas. Espinosa de los Monteros (presidente, además, de ATL Capital, consejero de Kepler Capital y con larga experiencia en el mundo de la gestión) ha dado el paso adelante, espoleado entre otros, por los empleados de la compañía que, pese a los recortes de plantilla recientes, ven en él a la alternativa de futuro más creíble.
Accionistas polémicos
Sacar adelante a la firma, que se encuentra literalmente en el filo de la navaja, es todo un reto personal para Espinosa. La salida de Bañuelos, sin embargo, es un síntoma de los males que le han acaecido al grupo. Amper era en los años 80 una filial 100% Telefónica, líder del mercado.
Cuando en 1992 nació Indra, fruto de la fusión de varias empresas (algunas de procedencia pública), Amper tenía mucho más peso en mercado. Hoy, Indra tiene 1.500 millones de ingresos y más de 40.000 empleados, aparte de formar parte del Ibex.
Durante muchos años se acusó a Amper de ser una filial semi parasitaria que dormitaba a la sombra de Telefónica, pero sus últimos accionistas han sido devastadores. Por un lado, el fondo oportunista Tvikap se hizo con el control de la compañía, liderando un desplome bursátil sin precedentes. Estos se vieron forzados a buscar a Bañuelos, quien goza de una gran fama de tiburón financiero, aunque al menos su dinero en la empresa en los últimos tiempos ha servido para que se hayan pagado las últimas nóminas y para que Tvikap se haya diluido prácticamente al 100%.
Ante la situación compleja del grupo, dimitió hace unas cuantas semanas Ignacio López del Hierro, marido de Dolores de Cospedal, secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha.
Amper buscará reinventarse en una empresa con actividad en el exterior (Latinoamérica principalmente) y con apenas presencia en España. Para ello, deberá tener éxito con los bancos. Si los bancos no dan facilidades, no podrá hacerse nada.