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Dos testaferros 'arrepentidos' delataron los planes de Díaz Ferrán y De Cabo para saquear Marsans

Dos empleados del 'liquidador' facilitaron al juez Velasco la información clave para detener a éste y al ex presidente de la CEOE. Uno de ellos informaba a la Policía mientras seguía trabajando desde dentro de la trama, Ambos testigos han tenido que ser protegidos tras recibir amenazas de muerte.

Delatados por sus propios colaboradores. Los planes de Gerardo Díaz Ferrán y el liquidador Ángel de Cabo para saquear las empresas del Grupo Marsans y quedarse con sus activos se vinieron abajo por la colaboración que prestaron a la Justicia dos trabajadores de confianza del segundo, Jorge García Tellez y José Vicente Semper Berenguer. Así lo revela el sumario de la Operación Crucero al que ha tenido acceso este diario, y en el que se recogen varias declaraciones de dichos empleados en las que admiten haber participado en reuniones claves con el expresidente de la CEOE y haber ejercido de testaferros en empresas de la trama utilizadas para que el dinero de la compañía de viajes no llegara a sus acreedores. Ambos dieron numerosos detalles de cómo se produjeron las negociaciones entre ambas partes e, incluso, dónde se guardaban importantes documentos que imputaban a los cabecillas de la operación. La Policía ha tenido que pedir al titular del Juzgado de Instrucción Número 6 de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, que les ponga protección después de que recibieran amenazas de muerte para ellos y sus familias.

Un arrepentido siguió trabajando para De Cabo en el saqueo de Marsans mientras facilitaba información a la Policía de los pasos que daba éste 

El primero en ofrecer información a la Policía fue Jorge García Tellez, testaferro de De Cabo, contable y durante un tiempo uno de sus hombres de máxima confianza. El 3 de mayo de 2012 presentó en la Fiscalía de la Audiencia Nacional un escrito en el que reconocía ser "accionista a titulo fiduciario de un conjunto de sociedades de naturaleza mercantil de las que el señor De Cabo Sanz es accionista a título real como propietario de las mismas". García Tellez, que aseguraba que unos meses antes había decidido dejar de pertenecer a la organización del liquidador, advertía de que algunas de las empresas en las que él aparecía como 'hombre de paja' estaban siendo utilizadas para vaciar de activos tanto Marsans como las propiedades "de otros miembros de la familia del señor Díaz Ferrán". El exempleado denunciaba que en aquel momento se estaban produciendo "un conjunto de movimientos de capitales" para vaciar las cuentas del grupo y que sus saldos acabasen en las mercantiles fantasmas de De Cabo.

Un mes y cinco días después, García Tellez acudía a la Jefatura Superior de Policía de Valencia, ciudad donde residía, a declarar ante la Policía. Durante horas, detalló a los agentes cómo actuaba el liquidador tanto con sus empleados como con los empresarios en apuros a los que les ofrecía sus servicios para 'salvar' sus patrimonios personales de la ruina de sus sociedades. En una declaración que ocupó 19 folios, el testaferró explicó que el verdadero negocio de De Cabo, al que describre como un personaje "dictatorial, con muy malas formas, que siempre tiene el grito en la boca", era adquirir empresas en situación de insolvencia por precios simbólicos para después "mover capitales, quedarse con bienes muebles o inmuebles de los clientes y emitir facturas falsas" para quedarse con todo lo de valor que quedase en las mismas, ya fuera efectiv, inmuebles u otros objetos como vehículo de lujo.

Objetivo: vaciar las cuentas

Sobre la operación con el Grupo Marsans, García Tellez aseguró que "en un primer momento, Gonzalo [Pascual, socio de Díaz Ferrán] fue reacio a cerrar el acuerdo, porque parecía no fiarse de Ángel de Cabo, y no quiso estrechar su mano. Más tarde, cerrado el acuerdo [...] fue Ángel de Cabo quien no estechó la mano de Gonzalo, pero cerraron el acuerdo", relató. Dicho acuerdo incluía el pagó de 8 millones de euros al expresidente de la CEOE y otros tantos a su socio en entregas mensuales de 100.000 euros, aunque Pascual "fue el peor parado, porque no se le pagó". El testaferro aseguró que las dos partes tenían su objetivo: "La finalidad de Ángel de Cabo estaba clara, como siempre. Vaciar las cuentas, quedándose el dinero que había [...]. La finalidad de los vendedores era quitarse el problema de encima. Con la promesa de salvar sus bienes y recibir los 8 millones se consideraban saldados". El testaferro entregó entonces a la Policía numerosa documentación que respaldaba su testimonio.

Uno de los testaferros recibió amenazas telefónicas al conocerse que colaboraba con la justicia: "Mataré a tus hijas, a tu mujer y a ti, hijo de puta"

No fue la última declaración de García Tellez. El testaferro de De Cabo volvió a prestar testimonio ante la Policía el 21 de spetitembre de 2012. Entonces, acudió a Madrid, a las dependencias de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) para facilitar numerosos datos sobre las personas que colaboraban más estrechamente con De Cabo. En sus informes, los responsables policiales reconocén la importancia en sus pesquisas de "las numerosas y diversas informaciones y datos de interés" que el testigo había aportado. Semanas después de esta segunda declaración, el testaferro recibió amenazas: "Mataré a tus hijas, a tu mujer y a ti, hijo de puta", le dijo un comunicante anónimo por teléfono. Por ello, la Policía se apresuró a pedir al juez que le pusiera protección. El pasado 19 de diciembre, dos semanas después de que Díaz Ferrán y De Cabo fueron detenidos, García Tellez fue citado por el juez Velasco para que se ratificase en sus declaraciones. Así lo hizo. Días más tarde, remitiía a la Audiencia Nacional un nuevo escrito en el que facilitaba al magistrado más documentación sobre el saqueo del Grupo Marsans.

Para esto último contó con la colaboración del segundo 'arrepentido' de la trama, José Vicente Semper, otro testaferro de De Cabo que decidió permanecer dentro de la empresa mientras informaba a la Policía sobre los pasos que daba la trama. Semper se puso en contacto directamente con el juez Velasco el 21 de septiembre de 2012, el mismo día en el que su compañero declaraba ante los agentes de la UDEF. En un escrito de dos folios, este segundo empleado del liquidador reconocía ser también un 'hombre de paja' de De Cabo en media docena de empresas, entre ellas dos claves en el saqueo de Marsans, Autopullman Jucan SL y Posibilitumm Bussines SL. y que en estos momentos continuaba "dentro de la organización del señor De Cabo Sanz". Semper señalaba que las empresas en las que figuraba como accionista estaban sido utilizadas "en la ocultación de bienes y movimientos de capitales procedentes de activos de los antiguos dueños del Grupo Marsans". El empleado también aseguraba que "desde la salida de la organización" del otro testaferro arrepentido, él era quién facilitaba a éste "información esencial y necesaria para el esclaremiento de los hechos", por lo que se ponía a disposición de prestar declaración ante el juez.

"En unos meses, en Porsche"

Días después de aquel escrito, en concreto el 4 de octubre de 2012, agentes de la UDEF interrogaron en Madrid al testaferro. Éste relató a los agentes cómo había entrado en contacto con De Cabo a mediados de 2010 y cómo le había incorporado rápidamente a su equipo: "No te sorprendas si dentro de unos meses llevas Porsches y tu nivel de vida cambia el 100%", aseguró que le había fanfarroneado el liquidador. "Me impresionó el nivel de vida que mantenían sus trabajadores, comidas y cenas en buenos restaurantes, buenos hoteles...", reconoció José Vicente Semper a los agentes para justificar su entrada en la organización de De Cabo. Poco después de su llegada, empezó la operación para saquear el Grupo Marsans y De Cabo le ordenó trabajar junto a él porque ya le considera "de confianza". A partir de ese momento, le puso como titular de las empresas fantasmas que iba a utilizar para vaciar de activos la compañía de Díaz Ferrán y su socio.

El testimonio de uno de los empleados permitió localizar en el trastero y el coche de la secretaria de De Cabo documentación inculpatoria

"Escuché como iba dando instrucciones para preparar diversos contratos para traspasar o imponer cargas sobre los bienes de los dueños de Marsans y algunos de los miembros de su familia, como de su esposa y de su hijo", aseguró a la Policía antes de reconocer que participó en la preparación, entre otros, de los contratos con los que la trama traspasó la numerosa flota de vehículos de lujo de Díaz Ferrán a otra mercantil pantalla del liquidador. "También me ordenó que hiciera un reportaje fotográfico que sirviera de inventario de todos los bienes muebles y demás enseres que se encontraban ubicados en las fincas y propiedades de los antiguos dueños del Grupo Marsans, para posteriormente encargar la redacción de un contrato predatado en el que los mismos quedaran sujetos a determinadas cargas concedidas a favor de alguna de sus sociedades" para así quedárselos él o los dos empresarios, detalló Semper.

Su cercanía a De Cabo llevó al testaferro arrepentido a ser el encargado de sacar el dinero de seis de las entregas de 100.000 euros que De Cabo se había comprometido a pagar a Díaz Ferrán. Incluso, en una de ellas fue él quien directamente se lo dio en Valencia al expresidente de la CEOE. Todo ello le valió para manejar información muy concreta también de dónde se ocultaban los papeles más sensibles de la supuesta estafa. Así, la secretaria de De Cabo, Susana Mora, le confesó que guardaba y ocultaba documentos comprometedores "en el trastero de su domicilio y en su vehículo particular". Cuando la Policía detuvo a esta mujer el 6 de diciembre, los agentes pudieron incautarse de abundante información escrita en ambos lugares. Semper también reveló que desde hacía un año "la actividad fundamental que se realizaba en la organzación de De Cabo está relacionada con la realización de contratos simulados y otros negocios jurídicos dirigidos a justificar los movimientos de fondos que han seguido a la toma de control de empresas del Grupo Marsans" y qu,e para darle a todo ello apariencia de legalidad, el liquidador había recurrido al fiscalista Rafael Tormo Aguilar, quien también sería detenido también en la Operación Crucero.

"Me he limitado a firmar"

Fue también Semper el que alertó a los agentes de que en los planes del liquidador estaba "cerrar la empresa, marcharse y establecerse en Colombia". La mano derecha de De Cabo, el también arrestado Iván Losada, le anunció que éste iba a viajar el 30 de septiembre a este país sudamericano "donde tenía previsto adquirir la nacionalidad e iniciar poryectos de inversión inmobiliaria", pero que "la indisposición física de quien lo iba a acompañar" [se supone que su mujer] le había obligado a aplazarlo pese a tener ya los billetes para el vuelo. Semper insistió entonces ante la Policía que si seguía en la organización de De Cabo era porque "necesitaba" el trabajo y que él no tomaba ninguna decisión: "Me he limitado a firmar cuando me lo han pedido". El testaferro aseguró que se había decidido a colaborar con la Justicia cuando se enteró de que lo estaba haciendo su compañero García Tellez y que se ofreció a éste para, desde dentro de la organización, "tenerle informado de todos los movimientos que en la misma se fueran realizando".

"Yo sólo era un testaferro a cambio de una nómina", se justificó ante el juez uno de los arrepentidos

Semper aprovechó aquella comparecencia ante la Policía para pedir a los agentes "medidas de protección" ya que temía por su vida porque había sido testigo de la violenta reacción que había tenido el liquidador cuando se enteró de la colaboración con la Justicia de su compañero. Cinco días después, la Policía enviaba al juez Velasco un escrito en que solicitaba al magistrado que se protegiera a ambos con el argumento de que Ángel de Cabo podía tener "reacciones imprevisibles, sobre todo cuando la situación hostil la achaca a la actuación de personas que anteriormente han estado bajo su poder y dominio". Los investigadores hacían, además, una observación sobre el segundo testaferro para incidir en la necesidad de escolta para él: "Tiene una vulnerabilidad subjetiva a eventuales presiones o amenazas que pudiera recibir". Por fortuna para el caso, cuando José Vicente Semper fue llamado a declarar ante el juez para confirmar sus jugosas declaraciones ante la Policía, las ratificó. "Yo sólo era un testaferro a cambio de una nómina", aseguró aquel día al juez. Ahora, sin embargo, es junto al otro arrepentido una de las piezas claves para sentar en el banquillo al expresidente de la CEOE y De Cabo.

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