En medio de una brutal crisis de consumo, Eroski sigue intentando digerir la compra de Caprabo, anunciada en 2007, justo antes del inicio de la actual tormenta económica. Una operación que consolidó la posición del grupo de distribución en Cataluña y Madrid, pero cuya envergadura, precio y deuda asociada arrastra la compañía desde entonces, con el agravante de una crisis de caballo.
El grupo de supermercados triplicó en el ejercicio 2012 (cerrado el pasado 31 de enero) sus números rojos hasta anotarse las mayores pérdidas de su historia, 121 millones de euros, lo que eleva a casi 390 millones el quebranto acumulado desde que, en 2008, materializó la compra de la cadena catalana.
El último ejercicio en el que la empresa logró beneficios fue 2007, cuando ganó 201 millones. Desde entonces, ha encadenado un lustro de números rojos que, en el caso del año pasado, se explica por “la caída de ventas debida a la debilidad del consumo, el estancamiento del mercado inmobiliario”, que no ha permitido obtener ingresos extra con la venta de activos estratégicos. Otros factores negativos que apunta el grupo son el saneamiento de la red comercial, la bajada de precios en sus lineales y el proceso de reducción de la deuda.
Así, en el caso de las desinversiones, y exceptuando operaciones puntuales (el grupo logró vender cinco supermercados en febrero pasado), la coyuntura inmobiliaria ha dejado en barbecho la parte mollar (centros comerciales e hipermercados) del plan de ventas de activos que el grupo lleva años intentando materializar.
A esos condicionantes se suma la delicada situación que atraviesa el sector de la distribución como consecuencia del brutal estrechamiento de márgenes y la pésima situación económica. Así, la matriz del grupo, Eroski S. Coop, tuvo que realizar en 2012 una provisión de 214 millones de euros ante “el empeoramiento de las expectativas de recuperación económica en general”, que ha obligado a reducir la valoración de sus sociedades participadas y que, si bien no ha tenido impacto en el beneficio operativo (Ebitda), sí lo ha hecho en el beneficio neto.
La red comercial ha encogido desde los 2.420 establecimientos de hace un lustro a los algo más de 2.100 actuales
El Ebitda, la magnitud que mejor ilustra la marcha de la compañía, se situó en 2012 en 275 millones, cifra que está lejos (es un 28% inferior) de los 370 millones de 2008. Desde ese año, la red comercial se ha reducido desde los 2.420 establecimientos de hace un lustro a los algo más de 2.100 actuales, mientras que el número de cooperativistas ha pasado de 14.733 a los 12.620 de enero pasado.
Por su parte, la plantilla total de Eroski se ha reducido en ese periodo en casi 14.300 personas, hasta 38.420 empleados. Una reducción que fuentes de la empresa atribuyen no tanto a reducciones de plantilla o a la no contratación de eventuales como a las ventas de activos que el grupo ha llevado a cabo en los últimos años (la más relevante, su salida del mercado francés en el ejercicio 2011). En muchos casos, esas operaciones han llevado aparejada la salida de la plantilla asociada del perímetro de la compañía.
La cooperativa vasca todavía tiene pendiente una deuda de 2.016 millones por la adquisición de Caprabo, que logró refinanciar, tras no pocas vicisitudes, en enero pasado. La compra de esa cadena ha estado coleando hasta octubre pasado, cuando Eroski desembolsó otros 193,4 millones por el 20% de la matriz de la catalana, Central de Serveis Ciencies, que todavía no controlaba.
El grupo, que tiene una posición de liderazgo en Cataluña, Baleares, Galicia, Navarra y País Vasco y acaba de aprobar un nuevo plan de negocio hasta 2016, confía en que su Ebitda se incremente (excluyendo elementos no recurrentes) hasta los 450 millones al final del periodo. Y destaca que, a pesar de la situación del mercado, sus nuevos modelos de hipermercado y supermercado presentan un crecimiento de ventas del 15% y un crecimiento del 9% en pasos de clientes.
Esos nuevos modelos se basan en una mayor focalización en las secciones de alimentos frecos, alimentación saludable y productos locales y se están testando en sendos establecimientos en Zarauz (Guipúzcoa) y Pamplona (Navarra). Dos comunidades autónomas que aún son feudos tradicionales de Eroski y que Mercadona, gran vencedor en la actual crisis, todavía no ha conquistado. No obstante, la cadena valenciana ya tiene en marcha cuatro establecimientos en Navarra y prepara su asalto al País Vasco.