Tres años atrás, más o menos en estas mismas fechas, España asistía expectante a la cuenta atrás para el que se vino a llamar "proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña" o, como mejor es conocido entre la ciudadanía, el 9-N, por su celebración el día 9 de noviembre. Para la historia quedarán una suerte de referéndum de independencia sin las condiciones mínimas para su celebración, las urnas de cartón que se emplearon para recoger los votos (algunos múltiples) de ciudadanos y turistas ocasionales, y el testamento político del entonces presidente de la Generalitat y promotor de la idea, Artur Mas. Pero también porque en aquellas semanas comenzó a hablarse de un posible éxodo masivo de grandes empresas con sede en Cataluña, incluidos los bancos.
Ya en aquellos momentos, FCC contaba con un plan de contingencia por si se veía obligada a coger las maletas y abandonar su histórica sede de la Barcelona calle de Balmes. El único de los grandes grupos de construcción en España que tiene su sede social en Cataluña aún estaba bajo el mando de Esther Koplowitz, aunque por entonces estaba a punto de producirse el aterrizaje del actual accionista mayoritario de la compañía, Carlos Slim.
Por entonces, como ahora, otros hacían más ruido con su posible traslado. Y ahora, que se ha iniciado la estampida, con nombres tan sonoros como Caixbank, Banco Sabadell, Gas Natural y Aguas de Barcelona, la situación no ha cambiado.
Sin prisas
Todo está preparado para un posible cambio de sede social pero FCC no va a tener ninguna prisa. Desde luego, no va a formar parte del primer pelotón de grandes empresas que se está formando en estos días en busca de un destino (en algunos casos provisional) hasta que pasen los efectos del desafío secesionista de la Generalitat, aun sin tener claro si, finalmente, habrá declaración de independencia.
Precisamente, en este punto donde está la clave para FCC. Mientras no haya una sonora declaración y comiencen a articularse mecanismos para separarse de España, sus posiciones permanecerán inalteradas. En el seno de la constructora son conscientes de que su situación es notablemente diferente de la de los bancos. No existen riesgos como fugas de depósitos, huidas masivas de clientes, por miedo o por antipatía.
En una palabra, no venden. Sus principales clientes son administraciones públicas u otras empresas. Ni la urgencia ni los tiempos son los mismos. Por el momento, ninguna empresa constructora de cierto tamaño ha tomado la decisión de abandonar su sede social en Cataluña.
Vínculo histórico
Tampoco la compañía es partidaria de romper su histórico vínculo con Barcelona, donde consiguió su primer contrato para el saneamiento y adecuación del alcantarillado de la ciudad, allá por los primeros años del siglo XX. Mientras sea posible, esos lazos se mantendrán.
Es algo más simbólico que práctico. A los efectos, toda la operativa de FCC se desarrolla en Madrid. Incluidas las juntas de accionistas, que se celebran, de forma alterna en la capital de España y en la ciudad condal desde que la Ley de Sociedades de Capital permite que las asambleas tengan lugar fuera de los domicilios sociales en las empresas.
Si la deriva secesionista lleva a una declaración de independencia, el escenario cambiará para todos. Entonces, llegará el momento de tomar decisiones drásticas. Y Carlos Slim no vacilará un minuto. Mientras tanto, será el momento de mantener prietas las filas.