WallaPop es a España, por el momento, lo que Blablacar a Francia: su startup tecnológica más reconocida fuera de sus fronteras, con más millones de usuarios, que más interés ha despertado en los inversores internacionales y por tanto más dinero ha recaudado en sucesivas rondas de financiación. Sus responsables ocultan con celo los números que manejan: nada sobre sus ingresos, nada sobre sus descargas, nada sobre usuarios, nada sobre mercados, absolutamente nada. Pero las estadísticas de smartphones no pueden ocultarse: 10 millones de descargas en Android. Una cifra millonaria a buen seguro en iPhone. Un gigante que por el momento se rompe la cabeza buscando tácticas para ganar dinero.
Para quien no lo haya usado, es una aplicación que facilita el tradicional mercado de segunda mano (truque o compraventa) a través de una interfaz sencilla y mediante geolocalización. Fundada hace tres años, por el momento, poco dinero ha entrado en su caja.
Wallapop y Glovo podrían lograr integrar un negocio de fácil monetización con otros con muchos usuarios
Miguel Vicente es jefazo en Antai y por tanto conoce los movimientos de WallaPop y de Glovo. Sin embargo, rechaza en rotundo hacer ningún comentario al respecto, si bien no niega que se está valorando una opción de este tipo. El misterio de Wallapop, o lo que un periodista anglosajón tituló 'el secreto mejor guardado de Barcelona'. es el plan de negocio de la empresa: como pretende ganar dinero, algo que su fundador Gerard Olivé aseguró que tenían muy claro, aunque el público aún lo desconoce.
En mayo iniciaron un modelo para ingresar 1,99 euros a los anunciantes para así promocionar sus anuncios sobre los demás. Cuando hablamos de millones de usuarios, tales técnicas pueden ser efectivas. Otra de las vías para monetizar podría venir por parte de una alianza con Glovo, compañía de mensajería de última milla. Una sinergia que podría tener sentido: para muchos de los usuarios de WallaPop, el momento de tener que intercambiar un objeto con una persona que no conocen es el menos cómodo. Eso sin contar los casos de fraudes o falta de seguridad que se han dado. En general, se han dado caso de usos inadecuados de la app, como corresponde a un espacio de intercambio tan masivo.
Pero se da la circunstancia de que tanto Glovo como WallaPop han sido lanzadas por el mismo fondo de capital, Antai Venture Builder. En el sector se asegura que hay un acuerdo avanzado para que unos provean, mediante mensajeros, la facilidad para transportar los productos de segunda mano de uno a otro lugar (siempre en una misma área urbana). Esto supondría la cuadratura del círculo, posibilidad de integrar un negocio de fácil monetización y por el momento pocos usuarios (Glovo) con otro de muchos usuarios y monetización casi inexistente (WallaPop).
"Es una revolución tecnológica que está abriendo los hábitos, esto hace que se generen oportunidades de negocio y procesos de inversión que tardan en hacerse globales. Lo que hacen las compañías es invertir hasta que alcanzan la masa crítica y obtener el punto de rentabilidad. Cuando las empresas empiezan requieren una inversión. Hasta que no coges el punto crítico no estás dando números positivos. Si además tienes en cuenta que las startups son globales y muchas se meten en varios mercados a la vez, aún puede tardar más en llegar la rentabilidad. Por eso Facebook ha estado un montón de años ganando presencia, usuarios hasta conseguir por fin tener unos resultados económicos positivos", ha dicho Vicente a este periódico.
En el mundo de e-commerce y la tecnología, la mayoría de compañías están en pérdidas
Como aseguraba la web especializada Techcrunch, "para estas aplicaciones móviles, hacerse con el mercado no será fácil. Uno de sus principales retos es conseguir fiabilidad". En el mundo anglosajón, Craiglist es el tradicional lugar de compraventa de segunda mano. Este intento por dar confianza y construir su reputación es anterior a la monetización. Un paso ya avanzado por otros como Airbnb.
Perder hoy para ganar mañana
Al fin y al cabo, Wallapop actúa como ejemplo de la nueva economía tecnológica, aquella que provee generalmente servicios gratuitos o a coste muy bajo para tratar de rentabilizar posteriormente. Ocurrió con Blablacar, que estuvo durante varios años ganando masa crítica para, a partir de 2014, empezar a cobrar comisión en España, lo que le puede llevar a perder un juicio contra la patronal de autobuses por competencia desleal. Podría empezar a pasar también con Amazon, el gigante del e-commerce que, por mucho que sorprenda, no se caracteriza por acumular beneficios millonarios y en 2015 tuvo beneficios tras varios periodos seguidos de pérdidas por su expansión por todo el mundo.
En el mundo del e-commerce y la tecnología, como reconocen propios expertos, la mayoría de compañías están en pérdidas. Algunas tal vez pasen al beneficio y tal vez dominen el mundo. Otras caerán por el camino. La mayor startup española busca ser de las primeras sin avanzar demasiado cómo piensa hacerlo.