Luis de Guindos se reunió con inspectores del Banco de España antes de ser ministro para conocer el estado del sistema financiero. En septiembre del año pasado en el despacho de Guindos situado en el Instituto de Empresa, éstos le comunicaron que no se estaba permitiendo a los técnicos valorar adecuadamente los balances, que la información era incorrecta, que se estaban interrumpiendo las inspecciones y que no se estaba discriminando entre las entidades buenas y las malas para centrar los esfuerzos en las enfermas.
Sin embargo, en cuanto Guindos accedió a la cartera de Economía cortó el hilo con los técnicos y prefirió tratar sólo con el gobernador Fernández Ordóñez y el subgobernador Javier Aríztegui en varios encuentros en el Banco de España. Los inspectores intentaron contactar de nuevo con el ministro a través del portavoz económico del PP, Vicente Martínez Pujalte. Pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Fuentes del Ministerio sostienen que si se quiere mantener la independencia de la institución, el ministro no tiene que reunirse con los inspectores.
Al poco de ocupar el Ministerio, Guindos solicitó la dimisión del director de supervisión, Jerónimo Martínez Tello, quien había cambiado los protocolos de inspección. En lugar del clásico desembarco de inspectores en una entidad durante unos tres meses para examinar hasta el último cajón, Tello había instaurado el método del seguimiento continuado a distancia, por el cual se trabaja la mayor parte del tiempo desde la sede del Banco de España, lo que dificulta la obtención de datos. Poco a poco, Tello también había retirado el respaldo que solían recibir los inspectores a la hora de enfrentarse a las presiones de las entidades.
Sin embargo, Ordóñez se negó a prescindir de Tello y el ministro Guindos procedió a elaborar su saneamiento del sistema financiero sobre los números que le brindaba el Banco de España y que negoció el director general de política económica del Ministerio, Antonio Carrascosa.
¿Y quiénes participan en el diseño de las reformas financieras? Pues Guindos cuenta en su equipo con la misma persona que ideó las anteriores para el Ejecutivo socialista, Mario Delgado Alfaro. Éste fue jefe de gabinete del secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. Y Fernando Jiménez Latorre lo mantiene en el puesto cuando entra de la mano de los populares para dirigir el departamento. Fuentes del Ministerio señalan que Delgado es un funcionario altamente cualificado y que es muy simplista atribuir la reforma a un solo individuo que tiene por encima al ministro, al secretario de Estado y al director de política económica.
Los inspectores se quejan de que se ha continuado con las mismas políticas erróneas y que no se ha querido que ellos entren al detalle de las cuentas de las entidades. Se encuentran especialmente ofendidos por el hecho de que se haya tenido que recurrir a auditores externos que, para colmo, trabajan con los datos facilitados por el Banco de España. "Estos evaluadores sólo aplicarán pruebas de esfuerzo, pero no van a escrutar las cuentas como lo hace un técnico del supervisor", explica un miembro del cuerpo de inspección.
Algunos inspectores sienten que el PP los ha utilizado para criticar al gobernador cuando estaban en la oposición. Sin embargo, ahora que los populares ocupan el Gobierno, creen que éstos parecen igual de interesados que los socialistas en mantenerlos apartados, sobre todo porque de este modo pueden culpar al Banco de España de los fallos, tal y como han terminado haciendo con Ordóñez.
Tras el baile de cifras hasta alcanzar los 23.000 millones de euros para rescatar a Bankia, la Asociación de Inspectores ha reaccionado mandando una carta a Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos. En ella reclaman que haya una investigación que depure todas las responsabilidades; que se dé un relevo urgente a Ordóñez y Aríztegui; que se regule el Banco de España para asegurar su transparencia e independencia técnica; y que se haga cuanto antes una valoración exhaustiva de las entidades. “Los profesionales que trabajamos en ella no nos merecemos el descrédito permanente al que el Banco de España se encuentra sometido”, reza la misiva.
Este escrito podría interpretarse como un recordatorio a Rajoy y Sáenz de Santamaría de sus olvidadas promesas de reforma de la institución. Además, supone una invectiva contra el gobernador en cuanto afirma: “Sin rendición de cuentas la tantas veces solicitada independencia del supervisor se convierte en simple impunidad”. Pero también fuentes del sector apuntan que esta nota representa un ataque frontal a las decisiones tomadas por Guindos y que pretende dejarlo en evidencia ante sus compañeros de Gabinete. De hecho, cuentan que en un principio la carta no se iba a enviar al ministro de Economía.