Los titulares de participaciones preferentes están solicitando a peritos caligráficos que verifiquen si sus firmas son auténticas tanto en los test de conocimientos financieros que realiza toda entidad con sus clientes como en la numerosa documentación suscrita para la contratación de estos productos.
Así lo comentan expertos legales y lo confirman entidades expertas en la materia, como el gabinete de peritos Depericias. Un abogado envuelto en la defensa de inversores particulares comenta que “las prácticas descuidadas de las entidades permiten articular una defensa que es irrebatible en cuanto se demuestra que hay una firma incorrecta”.
Este experto legal señala que hay muchas irregularidades en el proceso de venta, por ejemplo, la realización del test de conocimientos: “muchas veces lo rellenaba a mano el propio comercial de la sucursal para ahorrar tiempo”, al mismo tiempo que “el cliente sólo firmaba un papel de toda la documentación y lo demás lo rellenaban en la oficina con unos garabatos de imitación. En cuanto se demuestra que una firma no es correcta, se tiene que deshacer la operación”.
En Depericias, pese a mostrarse muy reacios a contestar, confirman que han recibido solicitudes de peritaje por parte de inversores privados, aunque no saben si eso ha servido para algo “o si habrá un aluvión de peticiones en el futuro”, comentan con extremada cautela. Pero el abogado en cuestión señala que son numerosas las peticiones en ese sentido.
Foros
En los foros de afectados sí se puede comprobar que es una práctica recomendada el chequear si hay alguna firma irregular, ya que no es ni mucho menos descartable que se hayan cometido fallos por las prisas o por exceso de confianza.
Precisamente, ese exceso es el que denuncian los titulares de estos productos: se les ha colocado de manera masiva y critican que las redes de oficinas los explicaron mal, vendiéndoselos como instrumentos que abonaban un cupón atractivo de por vida, con la garantía de recuperar el capital principal sin problema.
Eran tiempos en los que las preferentes computaban como capital y tanto bancos como cajas las colocaron a mansalva, hasta un importe que superó los 20.000 millones de euros y rondó el millón de inversores.
La crisis financiera y el cambio de reglas impuesto por la autoridad bancaria europea (EBA) provocaron que comenzara un proceso urgente de canje de preferentes, ya que dejaban de ser válidos como capital a las entidades financieras que las habían emitido. Fue entonces cuando los sufridos inversores comprobaron que los mercados secundarios en los que podían recuperarse las inversiones iniciales pagaban al 30% o 40% del valor nominal. Estaban totalmente desplomados. Con anterioridad, eran las propias emisoras quienes recompraban los títulos al 100% del valor al cliente que pedía el reembolso, para recolocarlos de nuevo a otros inversores, ya que la demanda era tan fuerte que permitía esta práctica.
Esto se ha estado realizando hasta noviembre del pasado año. Ahora, los titulares se aferran a la firma para intentar deshacer la operación. Lo malo es que el alto número de inversores en estos productos hace prácticamente imposible una solución global.