El Sabadell quiere que Moncloa tome una posición clara en su defensa del BBVA. La cúpula del banco catalán ya da por hecho que Competencia no pondrá obstáculos severos a la operación y se agarra a la ‘bala’ política para evitar caer en las redes del grupo de La Vela.
“El Gobierno puede fijar las condiciones que quiera, no de competencia. Pero tiene el aval de la Ley y de la Constitución si quiere imponer razones de interés general”, ha defendido César González-Bueno, consejero delegado del Sabadell, en un encuentro con medios previo a la junta de accionistas que celebra la entidad este jueves en Sabadell, la primera tras devolver la sede a su feudo histórico.
De hecho, en el seno del Sabadell se deja entrever que ahora espera recibir de vuelta el ‘favor político’ por regresar a Cataluña tras mudarse hace siete años en pleno desafío soberanista. “El Gobierno tendría que ser claro sobre sus intenciones de si va a haber fusión o no. Y en caso de que la hubiera, cómo sería sin mermar la competencia”, ha urgido Josep Oliu, presidente del Sabadell, que pactó con Salvador Illa, presidente de la Generalitat, la vuelta a Cataluña como síntoma de “normalización”, como justificó el banco para situar la sede nuevamente dentro de las fronteras catalanas.
¿Desistirá BBVA?
La opa está atascada en Competencia, que rompió los plazos iniciales de BBVA y examina la operación en la conocida como fase 2. Pero en el Sabadell ya descartan que la CNMC vaya a imponer condiciones duras como para hacer desistir al grupo de La Vela de su intento de compra, a pesar de que siguen pensando que existen “problemas de competencia”. “Por lo que estamos oyendo, creo que la CNMC probablemente no adoptará una postura muy dura, lo que nos parece una pena”, lamentó el consejero delegado.
González-Bueno incluso deslizó una crítica al trabajo del organismo garante de la competencia, al insinuar que ha filtrado el sentido de sus trabajos cuando aún no ha concluido la investigación de mercado para determinar si la operación plantea o no problemas de competencia en el sector bancario.
La cúpula del Sabadell sigue considerando que la operación para crear un gigante de más de un billón de euros “pone en peligro el bienestar en España”, ya que afecta al negocio de las pymes, que suponen el 70% del tejido empresarial. “El Gobierno tiene que velar por el bien de España y por el interés general. Velar por el equilibrio del sistema financiero”, ha defendido Oliu, que ha advertido del “caladero” de negocio que se iría al resto de bancos si hay una integración.
Con estos mensajes, la cúpula del banco catalán fía su defensa a la intervención del Gobierno, que se ha manifestado en contra desde un primer momento, pero que no ha aclarado si vetará o no la fusión. Competencia está examinando en la conocida como fase 2 la operación, pero tiene previsto aprobarla con condiciones asumibles. En este caso, el Ministerio de Economía tiene potestad para endurecer las condiciones alegando “seguridad nacional”.
Pero la sombra de incertidumbre es mayor sobre la prerrogativa del Gobierno para frenar la fusión incluso si la opa triunfa. La reforma de la Ley de Supervisión Bancaria, aplicada en 2014 por el Ejecutivo de Mariano Rajoy, reserva a Economía el poder de veto como herramienta de supervisión sobre operaciones estratégicas. Economía ha apelado a esta norma como vía para tumbar la operación, sin dar por hecho si lo hará al final o no.
BlackRock no se posiciona aún
“Están legitimados constitucionalmente”, apelan desde la cúpula del Sabadell, que admiten que Carlos Torres “no parece que vaya a desistir” de la operación. Ahora bien, siguen advirtiendo de que los grandes fondos presentes en su capital, como BlackRock o Vanguard, les trasmiten en privado que no han tomado una posición definitiva al respecto, aunque sí les reconocen dudas sobre el sentido de la operación con los precios actuales.
“Está operación ha descarrilado desde hace tiempo”, insisten desde la cúpula del Sabadell. Aunque este aviso parece haber perdido fuerza si Competencia no ve problemas y finalmente autoriza la opa. El banco se juega su futuro en solitario a la baza política.