El toque de queda, las mascarillas, los aplausos en el balcón y la distancia de seguridad parecen haberse quedado atrás cinco años después. La pandemia por el coronavirus y su consecuente confinamiento en nuestros hogares dieron un giro de 180º a nuestras vidas. El último resquicio que ha quedado de esa época es el teletrabajo, que, pese a haberse desinflado, aún resiste gracias a la apuesta de varias empresas por un modelo híbrido.
Antes del COVID, el teletrabajo era una práctica poco común. En 2019, sólo el 4,8% trabajaba desde casa mayormente y un 3,5% de forma ocasional, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Aunque este porcentaje llevaba levemente en alza varios años, la crisis sanitaria hizo que se disparase hasta el 37% en 2020.
Poco a poco, el número de empleados que utilizan el hogar como oficina se ha ido diluyendo -con algún repunte- hasta el 14,6% (3,1 millones de personas), de acuerdo con la última EPA correspondiente al cuarto trimestre de 2024. Si se focaliza en el número de ocupados que teletrabajan habitualmente, el porcentaje desciende hasta el 7,6%. En contraposición, 18,48 millones de personas no trabajaron en remoto ni un día.
Entre las empresas, existe el debate entre instaurar un modelo híbrido o volver a la presencialidad total. Amazon comunicó que, a partir de este 2025, sus empleados debían acudir a las oficinas los cinco días laborales. En el caso de Apple, pasaron de permitir un máximo de tres días de trabajo remoto a dos. Disney, en una línea similar, sólo tiene establecido un día de teletrabajo, obligando a venir al equipo de lunes a jueves.
Este debate se debe, en parte, al choque de ideas que hay entre empresarios y sus trabajadores. Los asalariados defienden que el trabajo online les ha brindado una reducción de costes, un aumento de la productividad y una mejor conciliación por no perder tiempo en el desplazamiento. No obstante, la mayoría de los ejecutivos están convencidos de que la productividad es más alta cuando el trabajo se lleva a cabo de forma presencial.
La persistencia del modelo híbrido se demuestra con el crecimiento de teletrabajadores que se ha producido a finales de 2024, en comparación con el año anterior. A finales de 2023, el 14,3% de la población ocupada teletrabaja, un 3% por debajo de los últimos datos de este año pasado. Asimismo, si se contrasta con las cifras de 2020 -19,1%-, cuando la mayoría de los comercios estaban cerrados y los ciudadanos encerrados en sus casas, la diferencia no es demasiada.
Diferencia entre comunidades autónomas
El número de ocupados que trabajan desde casa varía dependiendo de la geografía española. Mientras algunas comunidades autónomas duplican el dato nacional, hay otras que apenas se acercan.
La Comunidad de Madrid lidera el teletrabajo en España con un 26,7% de sus empleados trabajando desde sus hogares, según la ‘Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los Hogares 2024’. Por detrás están Cataluña (21,5%) y Andalucía (13,5%).
El análisis realizado en esta encuesta evidencia el descenso de la tendencia del teletrabajo. De media, los empleados que trabajan desde casa lo hicieron tres días a la semana, uno menos que en 2023.
Por debajo de la media de la UE
El desplome que ha sufrido el trabajo remoto ha hecho que España caiga de arriba de la lista de la Unión Europea en esta materia a la mitad. Los últimos datos de Eurostat -de 2023- ubican la media europea en un 8,9%, nuestro país se encuentra por debajo con un 7,1% empatado con Islandia. Destaca que las principales potencias económicas de Europa se encuentren por encima de la media.
Los países europeos con menor número de teletrabajadores son Bulgaría (1%), Rumanía (1,2%) y Grecia (1,9%). En la otra cara de la moneda, los países que duplican la media de la UE y lideran el trabajo online en el continente son Finlandia (21,7%) e Irlanda (21,4%); empatan en tercera posición Bélgica y Suecia con un 14,3%.
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