En el corazón del distrito tecnológico de Barcelona (el 22@) todo son nervios. Tras superar con muchas dificultades la crisis, el barrio hermano del Poblenou ha conseguido remontar el vuelo y sus expectativas de futuro son muy buenas. O eran. Porque la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (Barcelona en Comú, ha decidido cortarle las alas al principal nodo de oficinas y actividad económica de Barcelona con unas futuribles restricciones urbanísticas que amenazan con dar al traste con su enorme potencial de crecimiento.
El año pasado, los permisos de obras para nuevas promociones de oficinas y de sedes corporativas en el distrito 22@ se dispararon, pero el sector inmobiliario barcelonés confirma que se ha entrado “en una preocupante etapa de dudas” que hace temer “una recesión de la actividad constructiva”, según un portavoz de las empresas. Además, la suspensión de licencias conllevaría “inseguridad jurídica”, con lo que a la larga se paralizaría todo el distrito tecnológico, añade.
El origen de tanto resquemor es que, a finales del pasado mandato, el equipo de gobierno de Colau -en compañía de varias entidades del Poblenou, la mayoría ideológicamente afines- lideró un informe cuyo caballo de batalla era “reformular” el 22@ para que cambiara su actual concepto de barrio tecnológico y empresarial y mutara a un modelo mixto de oficina y suelo residencial (vivienda principalmente). La clave de bóveda de la operación era modificar el Plan General Metropolitano (PGM) para que la actual reserva de suelo para vivienda del 10% se triplicara hasta situarse en el 30%.
Sin el benéplacito del pleno no puede modificarse el PGM
La iniciativa municipal ha sembrado el desconcierto en el distrito y en el sector inmobiliario, más concretamente en de las oficinas, porque no se sabe a qué atenerse. En principio, la propuesta de modificación del PGM no ha pasado por el pleno municipal ni por la Comisión de Urbanismo por lo que, en la práctica, aún no está vigente ni puede aplicarse.
Pero las ramificaciones de los comunes -que se manejan bien con el tejido asociativo barcelonés-, ya han empezado a moverse por el subsuelo para abonar el terreno a los cambios urbanísticos, ganándose la simpatía de la opinión pública y el protagonismo mediático. Los primeros en asomar la cabeza han sido los vecinos del Poblenou que han exigido “la suspensión de nuevas licencias” mientras no se tramita la modificación urbanística. Para mostrar músculo, los vecinos ocuparon hace unas semanas de forma simbólica unos solares del 22@ destinados a residencias universitarias.
La posibilidad de que se suspendan las licencias en curso mientras se rediseña el barrio ha caído como una bomba. “Una posible suspensión asusta porque sus consecuencias son imprevisibles en un sector altamente volátil”, explica a El Liberal el portavoz de una conocida constructora. Desde un prestigioso despacho de arquitectos barcelonés comparten este miedo y confirman que ya ha empezado la sangría. “El 22@ ya no tira como hace un año. Los promotores de oficinas están empezando a poner los ojos en otros puntos de la ciudad, como el Eixample, para levantar sus proyectos”, aseguran.
Un peligroso globo sonda de la alcaldesa
Hay quien piensa que la amenaza de suspensión no es más que un peligroso “globo sonda” de la alcaldesa Colau, para evaluar las posibilidades de éxito y los posibles apoyos de su controvertida iniciativa como demuestra que la reforma urbanística “lleva meses paralizada”, aseguran fuentes municipales. Las mismas fuentes aclaran que la intención última de la tenencia de alcaldía de Urbanismo sigue siendo “sacar adelante la modificación del planeamiento” pero reconocen que “no se ha hecho nada” al respecto.
También hay quien ve detrás de la operación una nueva "decisión ideológica” del Ayuntamiento de Barcelona que no tiene como objetivo dar respuesta a las necesidades reales de la economía barcelonesa sino contentar a la red clientelar de los comunes. “Podría ser un nuevo anuncio electoralista, de cara a la galería”, sospechan los constructores.
Aunque la fobia más generalizado entre las bambalinas del tejido económico de la ciudad es que la operación del 22@ no sea más que una nueva zancadilla de la izquierda radical a la economía barcelonesa. “Cada vez que una actividad despunta en Barcelona, el gobierno de Colau va a por ella”, recuerdan fuentes del sector empresarial.
Precedentes contra el turismo, la restauración y el MWC
Los empresarios recuerdan los dolosos precedentes: el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) y la moratoria hotelera (contra el sector turístico). la exacerbada subida de tasas y las cortapisas a las terrazas (contra el sector de la restauración o las suspicacias contra el mismisimo Mobile World Congress (MWC), que acaba de ser cancelado sin que la alcaldesa parezca haber hecho mucho para impedirlo. Pues ahora es el turno de una "lesiva reformulación" del 22@ pensada "contra el sector de las oficinas, que está pleno auge”, insisten a El Liberal las mismas fuentes,
Chicho Ruiz, urbanista barcelonés experto en tramitación y desarrollo de proyectos, intuye que la reforma del 22@ “es una maniobra”. “Lo que está logrando Colau desde que llegó a la alcaldía es intervenir la economía de la ciudad. Y, con la excusa de regular actividades, lo que en verdad está haciendo es limitarlas”, defiende Ruiz.
Pero poner limitaciones ahora -o cambiar de modelo- en el distrito tecnológico podría ser un suicidio, una ruina, bien sea suspendiendo licencias o aumentando el techo de suelo residencial. “El urbanismo necesita entre 30 y 40 años para consolidarse”, argumenta el urbanista barcelonés. “Cambiar ahora el concepto del 22@ cuando solo llevan 20 años de desarrollo es un peligro porque dejará de ser un barrio tecnológico y se convertirá en uno residencial. Y no está preparado para eso”, advierte Chicho Ruíz.
Si se interrumpe el desarrollo, el proyecto se viene abajo
Ruiz señala que cuando un planeamiento urbanístico tan complejo y singular como el del distrito tecnológico lleva 20 años de desarrollo “se pueden corregir errores, pero no se puede interrumpir a mitad de camino, porque el proyecto se viene abajo”. Y recuerda una de las mayores pifias del urbanismo barcelonés aún sin resolver: la urbanización de los interiores de manzana del Eixample, que inicialmente no fue proyectada por Ildefons Cerdà y que dio al traste con la filosofía inicial de una trama rectangular concebida también para el disfrute de los vecinos. ¿Pasará lo mismo con el distrito del 22@?