En esta ocasión a Sánchez no le colaron una ponsetia amarilla en el tiro de cámara. La bandera de España volvió, ni que fuera fugazmente, a un espacio noble del Palau de la Generalitat, un edificio donde la única bandera nacional que hay está en el techo del edificio y por imperativo legal.
Sánchez cuenta con la complicidad del resto de personas con las que se reunió y reunirá ayer y hoy en Barcelona, para poner en marcha su operación diálogo bautizada ahora por los mandarines monclovitas como "Reconciliación". Nuria Marín, Sánchez Llibre, Colau, Iceta y los sindicalistas aplaudirán su apuesta por el diálogo y le darán apoyo cerrado. El mainstream catalán apuesta por el binomio Sánchez-Aragonès frente a lo que ellos consideran extremos de JuntsXCAt y el bloque de Centro-Derecha. Los mismos que respiraron con alivio con la victoria de Arrimadas en diciembre del 2017, hoy agasajan a Sánchez.
El presidente del Gobierno tendrá que lidiar con el borrón de la pseudoreverencia de Iván Redondo a Torra, imagen que será usada por sus adversarios como síntesis de la posición del Gobierno de España frente a Torra. Es una mala imagen, Redondo, acostumbrado a maniobrar, pero no a los focos. Los nervios le jugaron una mala pasada que se ha convertido en viral.
Nuria Marín, Sánchez Llibre, Colau, Iceta y los sindicalistas aplaudirán su apuesta por el diálogo y le darán apoyo cerrado
Sánchez deberían pisar más a menudo el Palau de la Generalitat, no obstante, el gobierno autonómico es parte de la administración del Estado. Lo de ayer era noticiable por infrecuente. La incomparecencia de los presidentes del Gobierno en las instituciones catalanas ha permitido al nacionalismo crear la falsa apariencia de administración ajena al Estado. Se venden como un pseudoestado, el momento culminante de esa venta fue los atentados de agosto del 2017.
Sánchez tenía ayer una reunión plácida ¿Para que contrariar a Torra si está en tránsito, en un purgatorio político que le lleva a la puerta de salida cuando así lo decida Puigdemont o el Tribunal Supremo? ERC había realizado una buena labor de coaching con Pedro Sánchez sobre como tratar a Torra, para que éste no se alterara y no tuviera excusa alguna para decir que la reunión no había ido bien.
El Presidente del Gobierno puede prometer que la mesa de diálogo se reunirá de inmediato, a fin de cuentas, no sabe si Torra seguirá en el cargo para entonces y Carmen Calvo, siempre más locuaz de lo conveniente, ya desvelo la estrategia socialista: hasta después de las elecciones autonómicas nada.
La incomparecencia de los presidentes del Gobierno en las instituciones catalanas ha permitido al nacionalismo crear la falsa apariencia de administración ajena al Estado
En la reunión Sánchez saco el muestrario, tiene 44 productos: blindaje de la enseñanza, financiación, apoyo para TV3, etc., en realidad el catálogo no va dirigido ni a Torra ni tan siquiera a ERC sino a la sociedad catalana. Como dijo Sánchez no hace falta un relator ya tenemos a 47 millones de personas.
El presidente del Gobierno aprovecha el jueves y el viernes para fijar la idea de que con él habrá dinero, inversión y gestión. Que es no solo la mejor opción, sino según él, la única opción para que las cosas en Cataluña vuelvan a la normalidad.
Las élites no procesistas están tan hartas de parálisis y monotema, que están dispuestas a creer a Sánchez, necesitan algo a lo que aferrarse, por eso celebraron, de forma inverosímil, la reelección de Colau a pesar de lo nociva que ha sido para Barcelona, Cataluña y España con su política de no a todo y, por eso, esas élites suspiran por la redición de un Tripartito que después de los años de procés y junto al gobierno de Companys durante la II República es una de las tres experiencias de gobierno más funestas de la historia reciente de Cataluña. Cualquier cosa es mejor a la continuidad del procesismo.
Carmen Calvo, siempre más locuaz de lo conveniente, ya desvelo la estrategia socialista: hasta después de las elecciones autonómicas nada
En lo que no caen en la cuenta estas élites ávidas de creer en Sánchez es que, esa llamada “reconciliación” no es más que otro cheque en blanco para que el independentismo siga campando a sus anchas en Cataluña y, en consecuencia, preparen con toda paz su próximo ho tornarem a fer.