Más de 13 millones de marroquíes están convocados hoy para elegir los 395 diputados de la primera Cámara del Parlamento, las primeras elecciones desde que el rey Mohamed VI ha decidido cortar sus propios poderes.
Marcada por falta de entusiasmo popular, la campaña electoral oficial no ha apasionado a los electores ni a los partidos. Así, solamente ayer jueves pudieron verse por las calles de Rabat caravanas de coches lanzando panfletos con los símbolos -un camello, una lámpara, una balanza, un tractor o una rosa, entre otros- que identifican a cada partido. Se espera una escalada del voto al Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD, islamista moderado), mientras que el poder oficial multiplicó las llamadas al voto, esperando más participación que en las elecciones de 2007, cuando la taza de participación sólo alcanzó los 37%. Según las cifras de la agencia oficial MAP, los más de 9.000 mítines políticos celebrados en Marruecos por los distintos partidos durante toda la campaña han tenido una concurrencia total de 608.000 personas, lo que arroja una media de 64 personas por mitin.
Poder abierto
Son las primeras elecciones generales desde que el pueblo marroquí aprobó por referéndum la nueva constitución, en el pasado mes de julio. Ésta concede más poderes al Parlamento y al primer ministro, pero el monarca conserva prerogativas importantes. Sin embargo, la reforma prevé por primera vez que el primer ministro sea elegido por el partido mayoritario. El partido islamista PJD se enfrentará a los dos partidos de la coalición gubernamental, el Istiqlal (Independencia, nacionalista de izquierda) y la Formación nacional de los independientes (RNI, nacionalista liberal). Ayer, Khalid Naciri, ministro de la comunicación, confesó que "el poder nunca ha sido tan abierto, el partido más poderoso no sobrepasará los 16 o 18% de los votos".
Lo que se explica por un particular diseño de las circunscripciones electorales, que priman a las zonas rurales frente a las urbanas, de manera que muchas ciudades aparecen cortadas en dos o tres distritos que incluyen parte de la población rural de la periferia. Es un secreto a voces que este diseño se ha hecho para perjudicar al PJD, más fuerte en las ciudades que en un campo que se deja influir más por prácticas clientelares de candidatos que reparten regalos a cambio de votos. Así, en las anteriores elecciones el PJD ganó en número de votos, 9.000 por encima del Partido Istiqlal, pero esos votos se tradujeron en 52 escaños para el Istiqlal y 46 para el PJD.
La actual constitución señala que el rey "nombra al jefe de Gobierno dentro del partido político ganador de las elecciones", pero no deja claro si eso se refiere al número de votos o al número de escaños. Al calor de las elecciones en el vecino Túnez, los islamistas del PJD tienen un discurso ganador y ya prometen una "fiesta electoral" en la tarde del viernes en su sede de Rabat, seguros de su victoria.