El reparto de fondos para combatir la pobreza infantil, a iniciativa del Ministerio de Sanidad, se zanjó con una imagen de rechazo a la propuesta del Gobierno por parte de los representantes de los ejecutivos de Andalucía y Cataluña, algo previsto. Menos esperada era la reacción de los representantes de Galicia y de Madrid, que no disimularon sus críticas.
Estos consejeros autonómicos se quejaron, al final del encuentro con la ministra Ana Mato, de que sus respectivos territorios resultaban perjudicados al no tenerse en cuenta criterios fundamentales, como es el de la población. De esta forma, las consejeras andaluza y catalana tacharon la propuesta gubernamental de "chapuza" o de "poco eficaz". Galicia particularmente y, algo más tamizado Madrid, tampoco se mostraron demasiado complacientes con la solución de Sanidad, postura a la que se adhirieron Asturias y Canarias, donde no gobierna el PP.
La tasa Arope
La actitud de los representantes de Galicia y Madrid ha sorprendido enormemente tanto en el ministerio como en Moncloa, donde no se entienden estas quejas a la vista de que ya hace semanas todas las comunidades habían aceptado el reparto según la tasa Arope, que mide el número de personas en riesgo de exclusión social o pobreza de acuerdo con la estrategia Europa 2020.
Esta aceptación del criterio de reparto fue suscrita y ratificada en unas actas de los diferentes encuentros mantenidos entre los gobiernos autonómicos y el ministerio a lo largo de los últimos meses. Incluso el director general de la Agencia de Servicios Sociales de la Junta andaluza llegó a felicitar al ministerio por el procedimiento adoptado. No hubo en esas negociaciones previas motivo alguno de rechazo sino más bien todo lo contrario. El representante andaluz reclamó incluso que se acelerara la entrega de fondos, 17 millones de euros, y que se dejaran las discusiones sobre los criterios para el año próximo. No había, pues, ningún motivo de rechazo. Al menos en aquel momento.
Imagen de fracaso
La sorpresa resultó mayúscula entre los representantes ministeriales cuando en la reunión del miércoles algunos consejeros, con Andalucía, Cataluña y Galicia a la cabeza, comunidad ésta última donde gobierna el PP, manifestaron determinadas críticas a esta iniciativa, con lo que se transmitió finalmente una imagen de relativo fracaso en este empeño del Ejecutivo.
"Oportunismo y demagogia", fueron los términos que se escucharon ayer en ámbitos del Gobierno al analizar la actitud de algunos de los dirigentes de su partido en estos temas. La respuesta del gobierno de Núñez-Feijóo, por cierto, ha sido lo más llamativo de este episodio. Hay nervios en determinadas comunidades del PP ante la próxima cita electoral. Las encuestas les son adversas, en especial en esos territorios donde las mayorías absolutas se antojan a estas alturas prácticamente inalcanzables.
Clima de desencuentro
El asunto de los fondos para paliar la pobreza infantil es una muestra más de este malestar que se advierte en determinadas autonomías del PP. En los últimos días se han escuchado críticas muy firmes y tajantes desde estas comunidades contra el ministro de Hacienda al conocerse el reparto previsto para el próximo ejercicio que, casualmente, coincide con un año electoral. Voces enormemente críticas desde Madrid, que se siente maltratada y preterida por el Gobierno de Rajoy o desde Valencia, donde la rebelión encabezada por los empresarios está siendo secundada por el Ejecutivo de Fabra, evidencian el clima de desencuentro que existe en la actual entre algunos barones del PP y el Ejecutivo de Rajoy.
La financiación autonómica es el meollo de esta irritación, que a veces se ve salpicada por casos como el de la ayuda a la pobreza. "Se está transmitiendo la idea de que la gestión económica del Gobierno es poco eficaz cuando es precisamente nuestra mejor baza de cara a los comicios de mayo", comentaba un alto responsable del Ejecutivo al analizar este movimiento de barones.
La inquietud en los cuarteles generales de algunas comunidades sube por momentos. Los sondeos reflejan que prosigue la caída del PP ya constatada en las elecciones europeas. Ese declinar no se frena sino que se mantiene, aunque no se puede hablar de una caída en picado. Al PSOE le ocurre algo parecido, pero su proceso de renovación de su cúpula, con Pedro Sánchez al frente, puede modificar tenuemente esta evolución.