“Sois una puta mafia. Sé que estáis investigando a mi hermano”. La presidenta de la Comunidad de Madrid soltaba la bomba a finales de diciembre a “una persona del entorno de Teo” (García Egea, secretario general del PP) y desde Génova al Ayuntamiento de Madrid se puso en marcha toda una operación para intentar frenar el escándalo.
La filtración, este miércoles, del supuesto espionaje a Tomás Díaz Ayuso ha roto todos los puentes que pudieran quedar en pie entre Sol y Génova. Ayuso ha acusado directamente a Pablo Casado y a su dirección nacional de orquestar un “ataque cruel, injusto e insensato”. Y Génova, que primero alimentaba el fuego asegurando que la comisión del hermano de la presidenta “es de 280.000 euros y existe”, acabó anunciando un expediente informativo a Ayuso en pleno Telediario. Casado y Ayuso han roto de manera definitiva. Y no hay marcha atrás.
En septiembre comenzó a circular como un rumor el supuesto dosier sobre las comisiones que el hermano de la presidenta madrileña, Tomás Díaz Ayuso, habría cobrado de un contrato de urgencia por 1,5 millones para comprar mascarillas para el pabellón 10 de Ifema durante la primera ola de la pandemia. Casado convocó a Ayuso lo para confirmarle que “el dosier existía” y que “se lo había filtrado Moncloa”.
Ayuso habló con su hermano
La presidenta regional habló con su hermano, que le garantizó que no había nada ilegal y así se lo transmitió a Génova. Desde la dirección nacional se le aseguró que Casado quería “despejar cualquier sombra de corrupción” que pudiera afectar al PP. Y que si no había nada ilegal, “nada habría de temer”. El 20 de octubre, García Egea comunica a Ayuso que inicia el procedimiento de averiguación y “buenas prácticas”. Y le reclama “más información. Hasta hoy. Nunca tuvimos noticias. Solo una campaña masiva de infundios y calumnias”, según la versión del secretario general del PP.
En noviembre, la guerra entre Sol y Génova por el liderato del PP de Madrid se había recrudecido. Y a los medios llegó la noticia de que se estaba buscando “la crema en el bolso” (en alusión a lo que le acabó costando la carrera a Cristina Cifuentes) que pusiera fin a las aspiraciones de la presidenta de la Comunidad, o al alcalde Almeida, su competidor y favorito de Génova. Porque desde Sol también se buscaban “cadáveres”. Y Vozpópuli lo publicó el 7 de noviembre: “El PP se suicida: busca trapos sucios de Ayuso, Almeida, MAR...”.
En ese mes se produjeron varias reuniones de los equipos de 'fontaneros' de Génova y de Sol en los que la orden era encontrar “trapos sucios” del rival. También “de MAR, que era la pieza que se creía más fácil”, confirmaron en su día a este medio. La voz cantante en el entorno de Génova, según aseguran fuentes conocedoras de esas reuniones, la llevaba el director general de la Alcaldía, Ángel Carromero, mano derecha del alcalde y hombre de la total confianza de Pablo Casado y Teo García Egea.
Carromero –con quien Vozpópuli ha intentado ponerse en contacto este jueves- fue una de las tres personas, junto al exsenador y ya hoy fuera de la política David Erguido, que siguieron hombro con hombro con Pablo Casado hace casi cuatro años el recuento definitivo la noche de las primarias que convirtieron al palentino en presidente del PP.
Carromero, "siempre en la sombra"
Carromero fue su secretario general en las Nuevas Generaciones de Madrid, donde también estaba Isabel Díaz Ayuso. Podía haber pedido ir en las elecciones en cualquier lista en puestos de salida, “pero Ángel siempre ha preferido trabajar en la sombra”, aseguran fuentes del ayuntamiento. En la sombra llevaba desde que Alberto Ruiz Gallardón le fichara como asesor municipal con solo 23 años en diciembre de 2008. Precisamente sería Gallardón, según ha confirmado fuentes del PP a este diario, quien avisaría a Almeida del supuesto encargo de espiar a Ayuso.
Tras su ‘episodio’ de Cuba –la muerte del opositor Osvaldo Payá cuando Carromero conducía, lo que ocasionó su encarcelamiento y un incidente diplomático- pasó a Cibeles al Grupo Municipal. Allí trabajó para Ana Botella, Esperanza Aguirre -que acabaría tildándole de "chiquilicuatre de Génova"- y, finalmente, para Almeida como su mano derecha.
A Carromero le señalan como el impulsor, como director general de Coordinación de la Alcaldía, de los contactos dentro del ayuntamiento con la agencia de detectives para buscar pruebas de la supuesta comisión que habría cobrado el hermano de Ayuso. ¿Por orden de quién actuó Carromero? Todas las fuentes consultadas señalan “a Teo. Génova quería tener la prueba definitiva de lo que se insinuaba en el dosier de Moncloa”.
Según fuentes de seguridad, se contactó con la agencia de detectives Grupo Mira, la misma que llevó a cabo el espionaje en Cartagena de Indias al expresidente de la Comunidad, Ignacio González, en la operación Lezo: las famosas imágenes de las bolsas de basura supuestamente llenas de billetes con comisiones de operaciones ilegales del Canal de Isabel II. El propio presidente de la agencia ha confirmado en un audio desde Bogotá que contactaron con él personas vinculadas a una empresa "donde gobierna el PP", pero que no se plasmó ningún encargo porque era "ilegal por los datos que solicitaban".
Catalá avisó a la Comunidad
Las dudas en la forma de pago del encargo así como la ilegalidad del mismo –se quería tener acceso a la cuenta bancaria de Tomás Díaz Ayuso- habrían frustrado el encargo. Pero alguien del entorno de la agencia informó de las pretensiones del ayuntamiento al exministro Rafael Catalá, que avisó a la Comunidad de Madrid. Era finales de diciembre y Ayuso interpeló a una persona cercana a la cúpula nacional para que mandar el mensaje a Casado: “Sois una puta mafia, sé que estáis investigando a mi hermano”.
Las alarmas saltaron. Almeida, a caballo entre la dirección nacional como portavoz y el Ayuntamiento, ordena a uno de sus hombres, el concejal Borja Carabante, una investigación interna durante varias semanas de enero que se centra en la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) y en la EMT.
Se escudriñan las cuentas por si hay rastro de algún supuesto contrato con la agencia de detectives –uno de los trabajadores municipales consultados asegura que “era absurdo. Tenemos que hacer memoria justificativa del más mínimo gasto. No hay nada”-. El empleado que supuestamente tuvo la reunión con los detectives niega al concejal-investigador la cita y el encargo. Almeida zanja: no “hubo reunión, ni encargo ni, por supuesto, pago alguno con dinero público”. Sin embargo, no pone la mano en el fuego por Carromero: “Si se comprobara posteriormente, sería fulminantemente cesado”. Las nuevas revelaciones y la propia confesión del dueño de la agencia dejan vendido a Carromero, que dimite.
Fuentes cercanas a las empresas investigadas aseguran que “Carromero solo hacía los recados”. ¿Para quién? “Para Teo”. Su jefe, Almeida, sale completamente contaminado por acción u omisión del “Carromerogate”. Son dos víctimas menores tras la comparecencia de Ayuso y su ‘Yo acuso’ frontal contra Pablo Casado y la respuesta de Teo García Egea en pleno telediario. “Ahora, solo puede quedar uno”, se lamentan resignados en el PP.