¿A quién no le gusta una buena novela de espías o ha disfrutado con una más que entretenida peli de agentes tomando un combinado de vodka agitado, no batido? ¿Quién no se ha metido en imposibles tramas con héroes glamurosos o con más recursos que Macgiver en un Leroy Merlin? ¿Quién no se ha sentido uno un poco con la suerte de que el eterno Q te preparara el perfecto gadget cuando hemos adquirido el último teléfono móvil con videoconferencia, microcámara, GPS, y seguro que con una app para detonar el silo de misiles?