Artur Mas ha ralentizado la maquinaria de la Generalitat en su carrera hacia la celebración de un plebiscito independentista. Mientras se reanudan los contactos entre Madrid y Barcelona para explorar las posibilidades de algún acuerdo de índole financiera o fiscal, el equipo de asesores del Govern trabaja en la elaboración de un cuadro de posibles alternativas al calendario pactado con ERC. Se trata fundamentalmente de ganar tiempo y esperar a que el suflé de la cadena humana se desinfle lentamente. Y, naturalmente, de alcanzar el final de la Legislatura, algo que obsesiona al President.
La pelota está en el tejado de la Generalitat. El referéndum se mantiene formalmente como eje irrenunciable de la estrategia general, aunque con distintas variantes. Tras el sutil "no" expresado por Mariano Rajoy en su misiva del sábado, y el tajante "no" manifestado por la vicepresidenta Saénz de Santamaría tras el último Consejo de Ministros, se buscan ahora en Cataluña fórmulas para evitar el 'choque de trenes'. Como primera providencia, se pretende ralentizar la toma de decisiones. La propaganda oficial de la ruta hacia la independencia sigue su curso, intensa y obsesiva, para no transmitir una sensación de repliegue o de dudas. Pero los ritmos se atenúan.
El primer paso ahora es aguardar a que el Parlament apruebe la elaboración de una ley especial de consultas no vinculantes, una estratagema legal para intentar burlar las disposiciones de la Constitución sobre este tipo de iniciativas. Estará lista en un par de meses, y con toda seguridad, será recurrida por el Gobierno del PP ante el Constitucional.
La 'vía Ibarretxe'
Será entonces cuando se plantee la posibilidad de acudir con la propuesta de consulta al Congreso de los Diputados, como señaló el portavoz de la Generalitat, Francesc Homs el pasado lunes. Sería algo parecido a reditar la 'vía Ibarretxe', también con un final anunciado. Rechazo en el Congreso, recurso al Constitucional y punto final. En Convergencia esta posibilidad se maneja con cierto interés ya que daría una salida a Artur Mas, que cumpliría su compromiso de celebrar el plebiscito, y al propio Mariano Rajoy, que lo evitaría. El único riesgo estriba en que dado el precedente del 'caso Ibarretxe', el horizonte político de Artur Mas resultaría neblinoso. Fuentes de Convergencia consideran que si se miden los tiempos, la iniciativa 'a la vasca' se celebraría después de 2014 para que Mas pueda finalizar la legislatura, una de sus obsesiones. Y para dar tiempo a algún tipo de acuerdo en el diálogo sobre cuestiones económicas con Madrid.
Elecciones plebiscitarias
También se exploran otros mecanismos retardatorios para esquivar la inminente consulta popular como, por ejemplo, transformar las europeas, previstas para el año próximo, en una especie de ensayo general del referéndum. Convergencia intentaría presentarse en una candidatura unitaria con ERC. Esta posibilidad, anunciada el martes por "La Vanguardia", se antoja prácticamente irrealizable. La última opción que esbozó el presidente de la Generalitat antes de la celebración de la Diada sería de corte similar, pero más lejana en el tiempo. Esto es, transformar las generales de 2016 en un plebiscito soberanista. Es ésta la alternativa preferida de Duran i Lleida, líder de Unió y del propio Gobierno de Rajoy.
Este frenazo que ha impuesto Artur Mas a la marcha de la locomotora independentista está empezando a despertar recelos tanto en ERC como en la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), la impulsora de la movilización de la Diada. ERC considera innegociable posponer la fecha de 2014 para la celebración del plebiscito lo que le plantea enormes problemas a Mas quien, por ahora, no se plantea buscar una aproximación al PSC, pese a que tiene programada una entrevista con Rubalcaba para la semana próxima y a que está recibiendo fuertes presiones por parte del mundo empresarial catalán.
Este martes el portavoz socialista en el Parlamento catalán afirmó que a su partido le agrada "el tono y el espíritu" del documento sobre el "derecho a decidir" elaborado por una comisión gubernamental, en el que no se menciona ni la palabra referéndum ni se incluye el término "Estado propio". El zigzagueo de los socialistas catalanes es incesante y, por lo tanto, su línea de acción, imprevisible.