En Barcelona existe una cultura de la 'okupación' fuertemente arraigada desde los años 80. Un fenómeno que durante los mandatos de la exalcaldesa Ada Colau, ligada desde su juventud al activismo anticapitalista y cuya sintonía ideológica con el movimiento es conocida, no hizo sino crecer. La llegada del Ejecutivo socialista hizo suponer a muchos un cambio de rumbo con respecto a esta problemática, pero las cifras —o, al menos, su inercia— siguen mostrando una instantánea poco halagüeña. Según datos facilitados por el Ministerio de Interior el pasado agosto, la provincia de Barcelona es la más afectada de toda España con 4.610 casos, el triple que la siguiente en el ránking, Madrid, con 1.516 inmuebles 'okupados'.
Y aunque el caso que mayor atención mediática ha acaparado en los últimos tiempos fue el intento de desalojo del 'Kubo' y la 'Ruina', en el acomodado barrio de la Bonanova, es otra zona de la Ciudad Condal la que ha devenido en epicentro del problema. Se trata de Vallcarca, un barrio del distrito de Gracia relativamente de moda como destino de las nuevas clases medias, que conviven con familias adineradas asentadas décadas atrás —allí vive, por ejemplo, el cantante Joan Manuel Serrat en una casa con jardín—. En este barrio, se encuentran inmuebles 'okupados' tan conocidos como el Ateneu Popular, situado en el número 91 de la avenida de Vallcarca. Su popularidad se debe a que lleva ocupado hace ya 15 años y, aunque su desalojo estaba fijado para el 12 de noviembre pasado, terminó aplazándose 'sine die'.
Asimismo, en el número 24 de la calle Argentera se ubica La Fusteria, un "espacio comunitario" gestionado desde 2016 por grupos antisistema como el Sindicato de Vivienda de Vallcarca, que se ocupa de dar asistencia a los okupas de la zona. Estos inmuebles son dos de los más representativos, pero existen muchos más. A los que se añaden los asentamientos del barrio, ocupados por familias de etnia gitana y que ha proliferado en el último año. Ante los problemas de salubridad que están acarreando —como la aparición de ratas, según los vecinos—, la policía intentó inspeccionarlos el pasado septiembre, pero sus habitantes se lo impidieron. Y aunque los agentes optaron por evitar el conflicto, el Sindicato de Vivienda criticó la tentativa por su "racismo y antigitanismo".
La "asamblea barraquista"
De hecho, este último colectivo, junto a otros como Heura Negra y Som Barri, abordaron la situación celebrando la primera "asamblea barraquista" de Barcelona, en la que exigieron que la Policía dejase de "estigmatizar" con sus acciones a los habitantes de los asentamientos. Algunos vecinos de la zona, por su lado, critican que los okupas solo velan por sus intereses y denuncian la "falta de voluntad política" para acabar con los problemas originados por los antisistema. Principalmente, los ruidos que hasta altas horas de la noche provocan con frecuentes fiestas o conciertos, que suelen carecer de autorización municipal.
Ante esta situación, el PP de Barcelona ha sido tal vez el grupo municipal más activo demandando soluciones para Vallcarca, presentando 14 ruegos por escrito y llevando la cuestión en nueve ocasiones al pleno del distrito "porque Barcelona no puede volver a la época de las barracas". Su líder, Daniel Sirera, ha denunciado que los okupas "llevan más de 10 años viviendo en esta zona, apiñados en chabolas sin ningún tipo de salubridad, llenos de suciedad, uralita y productos inflamables que ponen en riesgo el barrio". Y ha criticado que Collboni no desaloje estos asentamientos ni se coordine con los servicios sociales para "garantizar la proteccion de los menores y personas vulnerables que allí habitan". En su lugar, los 'populares' proponen que se construya vivienda en estos terrenos, que "tanta falta nos hace en la ciudad".
