Ciudadanos repite descalabro en las catalanas del 14-F, en un déja vu de la hecatombe del 10-N que acabó con la carrera política de Albert Rivera. Con solo seis diputados, treinta menos que en 2017, la formación de Inés Arrimadas toca suelo en la comunidad autónoma en la que nació hace quince años.
El batacazo es histórico porque Cs se ha dejado un millón de votos en el escrutinio. De los 1,1 millones de papeletas de hace tres años (el 25,3%), cuando la candidatura de Arrimadas ganó en votos las elecciones posteriores al referéndum ilegal del 1-O, apenas se superó el listón de los 150.000 'abrazos' al final de la noche electoral.
Ninguna encuesta había visto una caída tan pronunciada de Ciudadanos. Las previsiones vaticinaban que se mantuviese entre los 10-12 escaños y que encabezase el constitucionalismo del centro-derecha. Pero nada de ello ocurrió. El 'sorpasso' de Vox (cuarta fuerza en el Parlament) es especialmente doloroso pues muchos de los votos naranjas de hace tres años se han ido a la candidatura de Ignacio Garriga.
La hemorragia fue enorme en la provincia de Barcelona, donde Cs sólo consiguió cinco escaños. Fueron 19 menos que en 2017 y, lo más grave, se dejó más de 750.000 votos en la circunscripción que aupó a los naranjas a la victoria hace tres años. El sexto escaño cayó en Tarragona, territorio en el que perdió tres representantes y 100.000 votos.
Además, tampoco se alcanzó una mayoría parlamentaria de las candidaturas no nacionalistas, como anhelaba Cs, que quería ofrecer al candidato del PSC, Salvador Illa, un Govern de centro-izquierda de fuerzas constitucionalistas, es decir con los comunes de Jessica Albiach.
El bofetón del 14-F obligó a Arrimadas a convocar de manera "urgente" una reunión en Madrid para este lunes del Comité Ejecutivo, algo que no estaba previsto de antemano. Este órgano interno se denomina la Ejecutiva ampliada o nacional ya que en él se encuentran los líderes territoriales junto al Comité Permanente o 'núcleo duro'.
En principio, estaba previsto que el citado núcleo duro se viese en Barcelona este lunes tras los comicios, pero la presidenta de Cs cambió de planes para analizar los resultados de las catalanas con los coordinadores autonómicos.
Dos posibles dimisiones
Este hecho anticipa dimisiones como ocurrió al día siguiente del 10-N. En el punto de mira de un buen número de dirigentes está el vicesecretario general por ser el director de la campaña del 14-F, Carlos Cuadrado. También podría caer Carlos Carrizosa, cuya candidatura ya fue polémica en su momento al no convocarse primarias internas.
Si Carrizosa sale de la primera línea política, el previsible líder de Cs en Cataluña sería Ignacio Martín, quien fue el encargado este domingo de dar la cara ante los medios de comunicación cuando acababa de arrancar el escrutinio y aún era difícil prever el descalabro.
Quien podría salvar su cabeza es José María Espejo, el otro 'hombre fuerte' en Cs junto a Cuadrado. Sobre ambos han recaído las principales áreas de la Ejecutiva y casi todas las decisiones de peso han pasado por sus manos. También son los únicos supervivientes de la dirección nacional que tenía Albert Rivera.
Arrimadas quiso que Espejo no apareciese en la campaña electoral para así salvarle de la debacle, tal y como adelantó Vozpópuli. El problema para Arrimadas es que Cuadrado y Espejo han ejercido sus poderes como un tándem y resulta difícil separar la labor de uno de la del otro.
En Andalucía le ataron en corto a Juan Marín cuando no descartó ir de la mano con el PP en las futuras andaluzas; en Murcia intentaron que Isabel Franco dimitiese de su cargo de vicepresidenta regional, con el fin de aupar a Ana Martínez Vidal; y en Extremadura, por ejemplo, se enfrentaron a los diputados ‘díscolos’ tras la renuncia de Cayetano Polo. Ahora los agraviados pueden pedir sus cabezas en la tensa Ejecutiva nacional que se espera para este lunes.