La crisis política desencadenada por la falta de reflejos del Gobierno valenciano en los primeros compases de la mayor catástrofe meteorológica de las últimas décadas ha terminado por reabrir viejas heridas que no obstante muy pocos en el PPCV daban por totalmente restañadas. La larvada dualidad campismo-zaplanismo ha resurgido para entremezclarse con la recurrente pugna Alicante-Valencia, y también con una batería de objeciones al proceso -sobrevenido para Alberto Núñez Feijóo- mediante el que Carlos Mazón fue ungido presidente del PP de la Comunidad Valenciana (julio de 2021) y posteriormente candidato a la presidencia de la Generalitat.
La reflexión de una vieja guardia dirigente que integraron los gabinetes de Eduardo Zaplana y, luego, de Francisco Camps apunta en la misma dirección: la estructura del Ejecutivo que se estrelló contra los elementos el pasado 29 de octubre tomó como modelo el estilo del primero y desarrolló un deliberado desprecio hacia cualquier elemento aprovechable del legado del segundo, tanto como para "tratar de enlazar dos etapas de gobiernos del PP, la de Zaplana y la actual, relegando las tres legislaturas de Camps, con sus correspondientes mayorías absolutas".
El de Mazón no es un liderazgo natural: fue una solución de parte impuesta por el entonces secretario general del PP de Casado, Teodoro García Egea, amigo del hoy cuestionado presidente autonómico desde los tiempos de ambos en las NNGG del partido. Para exdirigentes del PP regional, el diseño del gabinete inicial adoleció de patentes carencias de planificación en el que los únicos anclajes de garantías fueron los que todavía representan los titulares de Sanidad, Marciano Gómez; de Educación, José Antonio Rovira; y de Servicios Sociales y Vivienda, cartera dirigida por la hoy imprescindible vicepresidenta Susana Camarero, llamada a impulsar el plan de reconstrucción de las zonas anegadas por la DANA tras la prevista remodelación de gobierno. Las tres, figuras de dilatada trayectoria política y amplia experiencia en la Administración que contrastan con un resto "bisoño", definido por una falta de tablas en asuntos de gestión, así como por una marcada afinidad extrapolítica con el jefe del Gobierno valenciano. "Los nombres son los que son por una decisión personal de Mazón más allá de los méritos de los elegidos".
Los camiones del chef José Andrés
Sin ser los únicos, los casos de la consellera de Turismo e Industria, Nuria Montes, y de la de Interior y Justicia, Salomé Pradas, han sido especialmente identificados con una gestión errática, cuando no del todo incompetente. Más allá de las descalificaciones, hay episodios chocantes que dan cuentan de la irresolución en que cayó el Ejecutivo valenciano cuando más determinación era precisa. Montes, por ejemplo, rechazó el envío de cuatro camiones de la ONG del chef José Andrés cargados de ayuda para los damnificados de la riada al día siguiente de producirse: tras una conversación en la que la consellera declinó el ofrecimiento con la justificación de que las autoridades valencianas eran autosuficentes para gestionar el auxilio, el interlocutor que hablaba con la entidad optó por llamar a la vicepresidenta Camarero; a las pocas horas, los camiones estaban en Valencia. Tampoco fue atendido el ofrecimiento de un complejo hotelero de Benidorm de enviar 400 colchones a los municipios afectados.
Los entornos de Mazón son también peculiares: si su espejo ha sido Zaplana (con el que acostumbra a hablar con frecuencia), su gen alicantinista le ha llevado a exacerbar esa visión propia de una provincia con una identidad disociada de la valenciana, y en esto se basa en referentes apenas conocidos fuera de la Comunidad Valenciana, como el expresidente de la Diputación de Alicante José Joaquín Ripoll, representante vicario de un Zaplana que ya estaba en el Gobierno de Aznar, con quien Francisco Camps mantuvo una áspera relación que provocó jirones en la convivencia interna del PPCV.
Un "Zaplana de marca blanca"
En este sentido, ese tic 'alicantinista' explica mucho del 'estilo Mazón': imagen campechana para mostrar cercanía (que algunos ven muy mejorable) y una renuencia a "escuchar a los que saben". En esto, Zaplana era muy diferente, según los colaboradores de que se rodeó como presidente de la Generalitat: "Él se dejaba asesorar en aquello que no controlaba; Mazón, no, entre otras cosas porque su entorno es soprendentemente acrítico con él. Y esto lo deja como un Zaplana de marca blanca cuando se trata de comparar".
De acuerdo con las mismas fuentes, "la improvisación es también marca de Mazón". El polémico almuerzo con Maribel Vilaplana que le llevó a llegar dos horas tarde a la reunión del Cecopi giró en torno al ofrecimiento que le hizo para dirigir À Punt, la televisión autonómica. "¿No tuvo tiempo de buscar un responsable de la cadena autonómica después de casi un año y medio como presidente de la Generalitat?"
Tanto los agujeros en la respuesta política e institucional del presidente autonómico a una crisis del todo imprevista como las explicaciones posteriores han ido contribuyendo a elevar el tono crítico entre los diputados y senadores valencianos, cuyos grupos de whatshaap han pasado de contener mensajes de aliento y respaldo a incluir otros que reprochan una cierta "falta de empatía" en los primeros momentos o que se preguntan por qué Mazón desoyó el consejo de Feijóo de que solictara la declaración de la emergencia nacional para forzar de inicio la intervención del Gobierno. "Ha faltado empuje y han sobrado los argumentarios de su equipo para justificarse". Estas críticas afloraron también en una reunión que la pasada semana mantuvo el presidente del PP con los valencianos que integran los grupos parlamentarios del partido.
La diligencia de sus asesores de comunicación también es vista como una circunstancia que no juega precisamente a favor de Mazón. En este sentido, a pocos han pasado inadvertidas algunas portadas de cabeceras conservadoras de Madrid nada comprensivas con el presidente valenciano, algo que guarda relación con la peculiar preferencia del jefe del Consell por aunar lazos, de forma prácticamente exclusiva, con un grupo periodístico tradicionalmente vinculado a su gran mentor. Quién si no: Eduardo Zaplana.