No a los Eurobonos, tampoco al fondo de rescate ni a que el Banco Central Europeo (BCE) financie a los estados. Un 'no' a la totalidad, sin propuestas a cambio, salvo exigencias por doquier de austeridad a todos los países. Con este panorama, los mercados enloquecen y el furor bajista no cesa. Toda expectativa cae cada vez que habla la Canciller y le cierra la boca a Durao Barroso, a Juncker, a Sarkozy o a quien se ponga por delante. Pero ya no se libra ni el todopoderoso bund, sacudido sin piedad en las últimas dos semanas.
España acabó el viernes con la deuda al 6,70%, una cota que los más jóvenes del lugar ni recordarán. Italia, al 7,30%, con una subasta de Letras todavía peor que las de España de días recientes. Y a Bélgica le rebajaron el rating el viernes por la tarde. El pequeño país lleva lo suyo y también es de los periféricos más castigados.
Ahora, el enfurruñamiento de la germana ya está teniendo contestación en los mercados. Resulta que Alemania, por muy país refugio que sea, tampoco logró colocar su reciente subasta de bonos, quedándose desierta un tercio de la misma.
El problema no es la negativa a unos Eurobonos que tal vez no sean la solución, o un fondo de rescate con el que se marea continuamente. El problema es la incapacidad para tomar una decisión concreta. No hay hoja de ruta buena o mala, simplemente no hay.
Y el escenario es urgente. Así lo ponen de manifiesto en Banif, por ejemplo, donde comentan que “lo que subyace (…) es la insuficiencia de los instrumentos, lamentablemente sólo diseñados hasta la fecha sin una mínima concreción, esbozados en la última cumbre europea del pasado 26 de octubre.” Mucho anuncio, ninguna realidad.
Contagio masivo
Merkel, Sarkozy y Durao Barroso tienen muy buena voluntad, pero no saben en qué emplearla. Mientras nada se decide, lo que hay en ciernes es “un proceso de contagio masivo, con un telón de fondo de ruptura de la unión monetaria como está concebida”, afirman los expertos del banco citado.
Por doquier se comenta que para salir del atolladero hay que lograr alguna respuesta concreta a frau Merkel, que está enrocada en un “sea lo que sea, me opongo”. Era casi hasta cómico leer en El País (diario más importante de España) el jueves una crónica de Bolsa titulada “El 'no a todo' de Merkel acaba con la mejora en los mercados”.
En el mismo rotativo se pudo ver el domingo pasado un artículo de Jaime Botín, arremetiendo contra una canciller que ha logrado casi por méritos únicos llevar a Italia y luego España a situación de rescate, mientras sus bonos se mantenían como único lugar de refugio.
No en vano, Alemania tampoco es un pozo de virtudes. Tiene una deuda sobre PIB superior al 90%, y, como destaca José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, “en la historia de la Eurozona no han cumplido nunca con el criterio de déficit que tanto nos afean y la propia canciller ha incrementado en gran medida la deuda, en comparación con su antecesor, Gerhard Schroeder”.
Si el bund era el único activo en el que se podía confiar, Merkel ha conseguido que deje de serlo. En las últimas dos semanas, el bono germano ha pasado del 1,75% al actual 2,26%. Parece que no es mucho, pero es significa una caída en precio del 30%. Espectacular, y difícilmente recuperable. Apunta al 3% y se queda rezagado frente otros bonos como sueco, el suizo o el estadounidense.
Así las cosas, ya no hay nada en lo que invertir. En Bolsa no, en Deuda periférica menos, en el bund tampoco… sólo en petróleo, lo que es un desastre para la Eurozona por lo que incrementa los costes de producción y el transporte.
De momento, todo ha quedado con el anuncio de un gran cambio en la UE, pero sin concretar y sin tocar el BCE. Nada que satisfaga a los mercados. Los inversores, en definitiva, que acuerden lo que sea, pero que sea ya.