El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, habló recientemente del "juego de tronos" al que se dedican algunos partidos en el País Vasco. Se refería, sin nombrarlos, a Bildu y PSE, por aquello de su posible entendimiento futuro para desalojar a los peneuvistas. Lo cierto es que, declaraciones a un lado, los acuerdos presupuestarios del Gobierno de Pedro Sánchez tanto con PNV como con Bildu están avivando más que nunca la batalla entre nacionalistas y, de paso, dibujando poco a poco un escenario novedoso en la política vasca.
A nadie se le escapa que PNV y Bildu compiten hace tiempo por ver quién logra los mayores réditos en forma de pactos con el Ejecutivo central. Los bildutarras han variado su estrategia en el Congreso de los Diputados y hasta en el País Vasco, donde acaban de respaldar las cuentas con una abstención. Esto ha descolocado en buena medida a los peneuvistas, que no estaban acostumbrados a la estrategia pactista de Bildu y que siempre presumían de ser los "socios preferentes" del Ejecutivo de PSOE y Podemos.
La entente presupuestaria de Bildu con el Gobierno de izquierdas sorprendió y escoció en Sabin Etxea, sede central peneuvista. Quizás por ello este viernes el PNV insistía en calificar de "acuerdo histórico" su pacto con el Gobierno para blindar las obras del AVE vasco. Para los jeltzales el Tren de Alta Velocidad es prioritario y estratégico. De hecho, como ya contó este diario, esa era la principal contrapartida que exigían al Ejecutivo a cambio de su respaldo a los Presupuestos Generales del Estado.
"No hay color"
La citada carrera por los logros en la política nacional es obvia. Esta misma semana Ortuzar comparaba afirmando que "no hay color entre la transferencia del Ingreso Mínimo Vital o la posibilidad de cerrar la entrada del TAV con lo que ha conseguido Bildu". Pero esa batalla que ahora parece librarse sobre todo en Madrid adquiere su verdadera importancia en el País Vasco.
Porque es en la comunidad autónoma donde PNV y Bildu pelean por la hegemonía en casi todos los frentes. Porque es allí donde está el poder que unos quieren mantener y otros sueñan con alcanzar. Y porque, precisamente a raíz de estos pactos presupuestarios y de otras cuestiones simbólicas, es allí donde se está viviendo un paulatino cambio en el panorama político.
¿Y qué hace el PSE en medio de la lucha entre los dos nacionalistas? Jugar al despiste. Porque su nuevo líder, Eneko Andueza, abrió la puerta con claridad a hipotéticos pactos de futuro con Bildu
Ese cambio consiste en que, como viene informando Vozpópuli, cada vez parece menos imposible que el PSE pueda pactar con Bildu para gobernar. Al decir de todas las encuestas lo más probable es que los jetlzales sigan siendo el primer partido de Euskadi cuando se celebren las elecciones autonómicas, previstas para 2024. Pero los sondeos también dicen que los bildutarras continuarán como segunda fuerza y tendrán la posibilidad de gobernar en un tripartito junto a socialistas y podemistas. Ahí está la pelea por el trono de la Lehendakaritza. Y, antes, están los tronos municipales que se disputarán en los comicios locales de 2023.
¿Y qué hace el PSE en medio de la lucha entre los dos nacionalistas? Jugar al despiste. Porque su nuevo líder, Eneko Andueza, abrió la puerta con claridad a hipotéticos pactos de futuro con Bildu al poco de llegar al cargo. Tras algunas críticas internas de pesos pesados del socialismo vasco, el pasado fin de semana el propio secretario general del PSE afirmaba que "no haremos lehendakari a un candidato de Bildu". Una frase que no es sinónimo de "no gobernaremos con Bildu".