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La noche de furia de Adrián contra la Guardia Civil de Chiclana agita el debate de las táser: "Sin ellas estamos expuestos"

No tenía antecedentes o denuncias previas, pero Adrián irrumpió en actitud violenta en el cuartel de la Guardia Civil y después se dio a la fuga, en un episodio que dejó ocho agentes heridos.

  • Uno de los agentes de la Guardia Civil heridos en Chiclana

¿Cuál pudo ser el desencadenante para que Adrián M.T., vecino de Chiclana de 26 años sin ningún tipo de antecedente, irrumpiese en el cuartel de la Guardia Civil para liarse a golpes contra todo lo que se encontraba a su paso? Hirió a tres agentes en el asalto y a otros cinco que después trataban de detenerlo en la vía pública. Fue una noche de furia que dejó imágenes especialmente sensibles, desde las manchas de sangre en dependencias del acuartelamiento hasta las heridas abiertas de los uniformados. El suceso también ha reavivado el debate sobre la seguridad de los agentes y los medios que tienen a su disposición para enfrentarse a situaciones críticas, especialmente en torno a las pistolas táser o las videocámaras corporales.

La violencia fue inusitada y obligó a los agentes a emplearse a fondo para doblegar a Adrián M.T. Nos ubicamos en el cuartel de la Guardia Civil de Chiclana, en el número 2 de la calle Tajo. Es la una de la madrugada del sábado al domingo. Un individuo en evidente estado de nerviosismo llega a bordo de su moto, con el casco en la mano, e irrumpe en dependencias del Instituto Armado. Se llama Adrián, tiene 26 años y es vecino de la localidad.

Apenas hay margen para el diálogo o la cordialidad. Fuentes próximas a los hechos destacan la actitud violenta de Adrián, que en un momento dado le arrebata la defensa extensible a un agente y descarga su furia contra los miembros de la Guardia Civil. Hasta tres agentes llegan a su posición, pero él no sólo logra frustrar sus intentos por reducirlo, sino que además les causa heridas de diversa consideración. Hay heridas abiertas y hemorragias profusas: el escenario no tarda en quedar salpicado de sangre. Adrián se marcha del cuartel y huye a bordo de su motocicleta.

Otros cinco guardias civiles heridos

Los agentes heridos dan novedad de los hechos por radio y sus compañeros se lanzan a la vía pública de Chiclana para encontrar al agresor, que se ha llevado consigo la defensa extensible sustraída a uno de los guardias civiles. No es difícil seguir su rastro, ya que va causando diversos desperfectos en su camino. Dan con él en una gasolina y, en presencia de la Policía Local, le instan a que deponga su actitud violenta.

Pero Adrián mantiene sus intenciones. Cuando se acercan a él, recurre de nuevo a la defensa extensible y se lanza contra los agentes. Golpea a uno, a dos, a tres... y hasta a cinco de ellos. Por fin, los miembros de la autoridad logran reducirlo y trasladarlo de forma definitiva a dependencias policiales.

Tras comprobar su identidad advierten que Adrián M.T. no tiene ningún antecedente o denuncia previa. Está limpio. Pero, tras una noche de furia contra la Guardia Civil, tendrá que rendir cuentas por una larga lista de delitos que se le atribuyen. En concreto, un delito de homicidio en grado de tentativa, dos delitos de lesiones graves, cinco delitos de lesiones leves, atentado a agentes de la autoridad y dos delitos de daños en vehículos particulares.

De las táser a las videocámaras

¿Qué ocurrió para que el individuo actuase de esa manera? Por el momento no hay respuestas claras. Pero los miembros de la Guardia Civil sí que comparten algunas conclusiones sobre qué recursos deberían tener a su mano para enfrentarse a este tipo de situaciones. Algunos se centran en aspectos administrativos, como su reconocimiento de profesión de riesgo; pero la mayoría apunta a un refuerzo en aspectos de dotación, como las recurrentes pistolas táser o las videocámaras corporales.

"Las táser son necesarias, ya que al ser un arma menos lesiva, su uso hubiera evitado estas agresiones a los agentes y rápidamente se hubiera podido reducir y detener al agresor", considera Pedro Carmona, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). "Su uso permite la realización de un uso más gradual de uso de la fuerza al ser una herramienta intermedia al arma de fuego".

A su juicio, el reparto de las pistolas táser entre los miembros de la Guardia Civil es "simbólico", y entiende que "el 90 %" de los agentes que realizan servicio en la calle y que "continuamente se encuentran expuestos ante este tipo de hechos" no disponen de ella.

Pero no sólo se trata de pistolas táser. Desde AUGC consideran que la incorporación de videocámaras corporales supondría una herramienta eficaz para enfrentarse a este tipo de situaciones por su efecto disuasorio: "El agresor, al saber que está siendo grabado, se inhibe". Y añade: "Las videocámaras sirven como elemento de prueba para acreditar cómo ha transcurrido una determinada intervención y neutralizar posibles denuncias sin sustento".

Dos herramientas que, a juicio de AUGC, darían una mayor seguridad a los agentes. Al menos, ante una noche de furia como la de Chiclana, en la que un solo individuo violento es capaz de causar estragos en el cuartel de la Guardia Civil.

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