El eco en España de las encuestas sobre las últimas elecciones griegas llevó a algunos medios a hablar del ascenso del "Podemos griego", en alusión a Syriza. Una comparación a brocha gorda entre dos formaciones que si bien coinciden en buena parte de sus diagnósticos sobre la situación socioeconómica por la que atraviesa Europa, poseen su propia idiosincracia, que les hace únicas. Vozpópuli establece aquí seis diferencias de peso entre el partido de Pablo Iglesias y la formación que ha aupado a Alexis Tsipras al Gobierno de Grecia. Cada una de estas organizaciones tiene su propio ADN, aunque compartan objetivos a gran escala.
De partida, Syriza, como dice la traducción al castellano de su nomenclatura completa "Synaspismós Rizospastikés Aristerás", es una coalición de partidos de izquierda, más semejante aquí al caso de Izquierda Unida. Su nacimiento en 2004 llegó tras la unión de diez partidos y organizaciones con un perfil heterogéneo, ya que en su seno conviven comunistas, ecologistas, ecosocialistas, internacionalistas, trotskistas y maoístas. Esta cohabitación puede traer problemas al Ejecutivo de Tsipras si opta en determinadas cuestiones, sometido a presiones de la Troika, por decisiones más pragmática y moderadas que fieles a su ideario y a su apuesta rupturista.
En cambio, Podemos ya no se apoya en ningún partido político, por lo que su posible dependencia es prácticamente inexistente. Izquierda Anticapitalista, la única formación inscrita en el registro de partidos que venía prestando cobertura al partido de Pablo Iglesias (tal apoyo fue determinante en las europeas), se disolvió el pasado 18 de enero y pasó a ser una asociación. IA estaba actuando como una especia de corriente crítica, pero este paso (de obligado cumplimiento si quería tener representantes en la cúpula del partido) y cierta mano tendida de Iglesias (hacia los eurodiputados Teresa Rodríguez y Pablo Echenique) han rebajado el nivel de escrutinio por parte de este sector trotskista. Iglesias y su equipo encontrarán así, a priori, escasa contestación interna si se alejan de los postulados más marxistas.
Los líderes de Podemos rehúyen cualquier encasillamiento que les identifique con la izquierda y prrefieren hablar de "los de abajo contra los de arriba"
Otro elemento que diferencia a Podemos y Syriza es la experiencia de cada fuerza en tareas de oposición. Mientras la coalición izquierdista griega tiene representación parlamentaria en el Consejo de los Helenos desde las elecciones legislativas de 2007, el partido de Pablo Iglesias aún no se ha estrenado en las Cortes Generales. Sin embargo, esta circunstancia, que contrarresta con un amplio despliegue mediático, no frena lo más mínimo las aspiraciones de Iglesias y sus colaboradores, que se han fijado como meta no sólo entrar en la Cámara Baja, sino también acceder al Gobierno de la Nación. Mientras Syriza ha tardado nueve años en convencer a la ciudadanía, en expandir su argumentario a todos los rincones posibles, desde Podemos pretenden hacer lo mismo en un tiempo récord: menos de dos años. Mientras Tsipras, elegido líder de la coalición en 2009, ha cocinado su victoria a fuego lento, Iglesias ha apostado por "tomar el cielo por asalto".
Una tercera cuestión de disparidad entre estas dos formaciones guarda relación con el manejo del lenguaje. Los líderes de Podemos rehúyen cualquier encasillamiento que les identifique con la izquierda. Para Iglesias y los suyos, "el problema de este país no es la izquierda y la derecha". Ellos prefieren hablar de "los de abajo contra los de arriba", de "ciudadanía frente a oligarquía", "nuevo-viejo", de "una minoría de privilegiados, de sinvergüenzas, que está robando a la mayoría".
Por su parte, Tsipras no recurre a tales circunloquios, tal y como demostró, por ejemplo, en su discurso en el congreso del partido alemán Die Linke (La Izquierda) durante la campaña de las europeas. Allí manifestó que ante el dilema "con la Europa de los pueblos o con la Europa de los banqueros. Con la democracia y la solidaridad que unen a Europa o con la austeridad que mata a Europa. Con la izquierda europea o con la Sra. Merkel; la respuesta es una sola: vamos todos juntos, marcha adelante, con la izquierda europea". "Es la hora de la izquierda", sentenció.
Además, se da la circunstancia de que si bien Podemos y Syriza comparten el grupo de la Izquierda Unitaria en el Parlamento europeo, ambos no coinciden dentro del Partido de la Izquierda Europea (PIE). A esta organización sí pertenece la formación de Tsipras, mientras que la representación española corre a cargo de Izquierda Unida, PCE y Esquerra Unida i Alternativa (EUiA). En cambio, tanto Podemos como el Partido Comunista griego (KKE) se han negado a entrar en ella.
Iglesias mira hacia Suecia o Dinamarca
En el plano meramente ideológico, Podemos ha reculado en los últimos meses sobre arriesgados planteamientos con los que irrumpió en la escena política. Ha dado marcha atrás, por ejemplo, en la renta básica universal o el impago de la deuda soberana. Esta deriva hacia posiciones más integradoras ha llevado al propio Iglesias a decir que el plan económico que ha presentado su partido incluye "las propuestas que hasta no hace mucho tiempo iba a asumir cualquier socialdemócrata". Así ha puesto como modelos a seguir las economías de países nórdicos como Suecia o Dinamarca. Podemos quiere así acaparar votos de todo el espectro político, especialmente del PSOE. En cambio, Syriza abandera lo que los analistas coinciden en llamar "neocomunismo". El germen de la formación de Tsipras hay que buscarlo a finales de los años setenta en el Partido Comunista Interior, que derivaría luego en Synaspismós, vértebra de la coalición.
En última instancia, la relación que mantiene Syriza con los movimientos sindicales no es la misma que Podemos. Aunque los sindicatos continúan hegemonizados por socialdemócratas y conservadores, la coalición izquierdista mantiene cierta influencia en estas organizaciones, pues cuenta con representantes en GSEE (la confederación de los trabajadores del sector privado y las grandes empresas públicas privatizadas) y ADEDY (la central del ámbito público y el funcionariado). Sin embargo, Podemos no ha penetrado en las centrales y ha marcado distancia con lo que consideran los "sindicatos de la casta", en referencia a UGT y CCOO. El partido de Iglesias todavía tiene como tarea pendiente descender a estas esferas de representación en la negociación colectiva.