El debate está servido cuando se trata de hablar de los límites del humor. Toda persona conoce a alguien que se posiciona a favor o cuenta chistes de humor negro y a otro que los condena de forma contundente. Ambos puntos de vista son válidos, puesto que tienen sus argumentos contrastados. El único que puede saber el resultado final es un juez. En terreno fanganoso se metió la plataforma Netflix con 'Fe de etarras' si se discute sobre tratar con humor temas sensibles.
El pasado 20 de septiembre la Unión de Guardias Civiles presentó ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional una denuncia a Netflix por un cartel colocado en el edificio del barrio de Gros de San Sebastián, uno de los lugares más castigados por la banda terrorista ETA. Se trata de la nueva película producida por la plataforma digital, 'Fe de etarras'. Un filme dirigido por Borja Cobeaga, que cuenta con Diego San José como guionista -con el que ya conoció el triunfo gracias a una anterior crítica a los nacionalismos en 'Ocho apellidos vascos'-. Esta vez, y aunque la película aún no se ha estrenado –lo hará el 29 de septiembre-, parecen haber levantado ampollas con el gigantesco anuncio que cubre la fachada del edificio.
El director de la película defendió en declaraciones a Europa Press que le resultaba "extraño" el revuelo causado por el anuncio debido a que "la película no se ha estrenado y nadie la ha visto". Además, aseguró que el tráiler no contiene "nada" que pueda herir sensibilidades. "Estoy tranquilo porque estoy seguro de que no ofende", recalcó.
No obstante, la asociación denunciante asevera tener sus motivos: "Nuestras razones se fundamentan en la razón de ser de nuestra propia existencia como la Unión de Guardias Civiles, debemos defender a los guardias civiles y sus derechos", explica a Vozpópuli José Faustino Brañas Álvarez, secretario jurídico de la asociación. "Esto conlleva la defensa de las víctimas del terrorismo etarra y su dignidad y honor”, añade. Para Brañas Álvarez este caso se valora como un "presunto delito de humillación a las víctimas".
En el comunicado que ofreció la asociación, se indicaba que se trata de una campaña publicitaria "irrespetuosa con nuestras víctimas de este terrorismo" y que es "apológicamente cercana" al mismo.
La controversia llega cuando colisionan las libertades y derechos de los ciudadanos: el derecho al honor y el derecho a la dignidad frente a la libertad de expresión e información. En el Título I de la Constitución Española se contemplan los derechos y deberes fundamentales. Aquí entran a escena tres artículos de la Carta Maga. Como reconoce en la Constitución en el artículo 20, la libertad de expresión engloba el derecho a formular juicios personales y subjetivos, creencias, pensamientos u opiniones. Asimismo, aquí se incluye el derecho a la difusión de hechos o libertad de información. Esto es lo que a día de hoy garantiza la opinión libre.
El debate se produce cuando se considera que este derecho invade el honor de otro individuo. El artículo 18 estipula que "se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen". Llegados a este punto es el Tribunal Constitucional quien tiene la potestad de definir las fronteras entre ambos. El mismo cita: "La delimitación de la colisión entre tales derechos ha de hacerse caso por caso y sin fijar apriorísticamente los límites entre ellos".
Fuentes consultadas de Covite tienen claro el límite: "La inteligencia con la que se utilice"
No se conoce claramente hasta qué punto se pueden ejercer estas libertades. Este se trata de un caso concreto y, por ello, Vozpópuli ha hablado con la asociación denunciante para conocer los motivos que han considerado para llevar a cabo esta decisión. Asimismo, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) fundado en 1998 en el País Vasco para combatir el terrorismo de ETA también ha querido mostrar su punto de vista sobre este tema.
Actualmente las medidas contra quienes hacen alarde de bromas sobre temas tan delicados como el terrorismo se han visto endurecidas. En este caso, la división se ha producido entre quienes defienden la libertad de expresión de la película y del trato humorístico que se le da y los que piden que se quite por atentar contra las víctimas. La Unión de Guardias Civiles afirma que los límites del humor están "en el sentido común y la empatía". Esta última, aseguran, "desvela lo que pueden estar sufriendo las víctimas, lo que se podría agravar o lo que se podría aliviar con nuestros actos".
Por su parte, las fuentes consultadas de Covite tienen claro el límite: "La inteligencia con la que se utilice". Además, aseveran que, aunque parece que actualmente las sanciones son más severas en relación al denominado humor negro, no es una "cuestión de susceptibilidad". "Hace unos años ETA mataba, amenazaba y extorsionaba, por lo general ni siquiera se planteaba que este tema pudiera ser objeto de burla o humor", añaden.
El colectivo ve el principal "riesgo" de utilizar humor para hablar de terrorismo en que "se puede caer en la banalización". "Lo vimos en 'Ocho apellidos vascos'", cuentan, "se quedaba en la superficie, no había una crítica en el fondo, no era un humor inteligente. Por ello, no transmitía la dureza de las situaciones que reflejaba, como el papel de la viuda de un guardia civil".
Eso que desde Covite califican como "riesgo", Cobeaga lo ve más como un logro. "Una de las grandes victorias que puede haber sobre el terrorismo es reducirlo a un chiste", señaló. Asimismo, coincide con la perspectiva del colectivo y no cree que haya que caer en lo banal, para el director de 'Fe de etarras' el humor no es sinónimo de "trivializar", sino de acción "valiente, madura e inteligente".
No solo se ahonda la herida a la víctima, si no que se beneficia al victimario y un blanqueo de la imagen del terrorismo etarra"
Sobre si la sociedad española está preparada para asimilar bromas sobre una organización que acabó con la vida de tantas personas, Bañas Álvarez afirma que "las víctimas del terrorismo son las grandes olvidadas de la sociedad". "No mostrar respeto y solidaridad es contribuir a una victimización secundaria, con lo que no solo se ahonda la herida a la víctima, si no que se beneficia al victimario y un blanqueo de la imagen del terrorismo etarra", añade.
Cobeaga también fue director del programa 'Vaya semanita', que rompió la barrera de los temas tabú en País Vasco, como el propio terrorismo de ETA cuando la banda aún estaba en activo. Para este, 'Vaya semanita' hizo más por el fin de la violencia que "todas las protestas y llamadas al boicot de ahora" –ha habido parte de la sociedad que ha llamado a hacer boicot a la segunda cinta original de Netflix en España-. "Estamos tirando piedras al tejado equivocado", indicó quien defiende el humor como "arma inteligente contra el fanatismo y la violencia".
https://twitter.com/borjacobeaga/status/909082648173268994
Si bien es cierto que ninguna asociación de víctimas del terrorismo ha denunciado ante la Fiscalía la acción de promocionar de esta forma el nuevo filme, sí que a través de las redes sociales, varios colectivos de damnificados por la banda terrorista se han pronunciado al respecto. Un ejemplo es José Alcaraz, de Voces contra el Terrorismo, que afirmó: "Seguro que si ETA hubiesen asesinado a familias de los directivos de Netflix no producirían una parodia de sus asesinos. Otra burla". Desde Covite tienen clara una idea: "En el caso de la nueva película de Netflix, habrá que esperar a verla para valorar qué tratamiento se le da a este tema".