Hubo un tiempo en el que dos nubes caracterizaban el paisaje en el patio del Congreso de los Diputados: la del humo del cigarro de José Luis Ábalos y la de la pléyade de periodistas que le circundaban para recibir la dosis diaria de argumentario. Entonces, era el hombre fuerte de Pedro Sánchez, tanto en el Gobierno como en el partido. Manejaba toda la información de Ferraz y de la Moncloa. Y la administraba con su voz ronca, de fumador, y con un trato exquisito con la prensa.
Ayer, como antaño, Ábalos volvió a la Carrera de San Jerónimo. Llevaba tiempo sin pasearse por allí. En los últimos plenos, ni siquiera ha acudido a votar. Apareció a media mañana, sonriente, enfundado en su traje oscuro, con abrigo azul. Durante unos veinte minutos -en los que se ventiló media cajetilla de tabaco- mantuvo un corrillo con los periodistas que acuden con regularidad al Parlamento. Sus intenciones eran claras: allanar el terreno a lo que está por venir. Fue la antesala de su declaración clave ante el Tribunal Supremo, que tendrá lugar este jueves. Es el primer miembro de la etapa Sánchez en pasar por la vicaría envuelto en un caso de corrupción.
El ahora diputado del Grupo Mixto se enfrenta a un calvario judicial por los negocios de su asesor estrella, Koldo García-Izaguirre, en la época dorada del poder. Él admite el error de darle tanto mando en plaza a un mero asesor en el Ministerio de Transportes, que maneja ingentes cantidades de presupuesto público. Pero niega todos los delitos que le imputa el Alto Tribunal. A fin de desmontar lo que, en su opinión, es una operación orquestada por la Guardia Civil contra su persona, se ha enterrado en "carpetas con miles de archivos". Ayer se confesó novato ante su citación judicial. "No he estado en un proceso en mi vida". En total, desveló, ha recabado hasta "siete mil pdfs" para poder argumentar su defensa.
Sobre las acusaciones vertidas por el conseguidor de la trama, Víctor de Aldama, señaló que le pueden los cristales en el estómago. "Es una venganza". Y reprochó que pega disparos al aire "sin pruebas". Con un único fin: "Salir en libertad por una causa de la que no dice nada".