El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el hombre fuerte de Pedro Sánchez en la Moncloa, Iván Redondo, quieren evitar que el coronavirus acabe con su proyección. Por ello han sellado un pacto que reparte distintos papeles en la coalición y otorga a Podemos cierta libertad de acción para mantenerse en la vía del izquierdismo radical. Sánchez está convencido así de consolidar su posición hegemónica. Mientras que Iglesias teme convertirse en mera comparsa del establishment. Ambos creen que esta táctica les favorece electoralmente. De ahí el entente especial entre los dos líderes.
En los primeros compases de la legislatura Iglesias adoptó una estrategia que planteaba empujar el partido hacia la protesta, gracias al trabajo parlamentario de Pablo Echenique y al extraparlamentario de Rafa Mayoral, y apostar por la moderación desde el Ejecutivo, escenificada, por ejemplo, en las ruedas de prensa con Yolanda Díaz. Sin embargo, la crisis del coronavirus obligó a modificar ese enfoque inicial.
El primer ejemplo se dio el 17 de marzo. El Gobierno estaba en un momento de dificultad. La crítica era feroz por la decisión de Sánchez de minimizar la pandemia e incluso permitir una manifestación en Madrid con 120.000 personas el 8-M. En aquel momento trascendió la información de la herencia de Juan Carlos a Felipe VI gracias al presunto cobro de comisiones ilegales. Los morados se lanzaron a apoyar una cacerolada contra el Rey emérito (el lema en las redes fue Coronaciao). El PSOE oficialmente se desmarcó, pero en los chats internos socialistas La Moncloa dio la orden de alentar la protesta.
“Redondo esperaba desviar la atención mediática de la crisis del coronavirus”, comentan fuentes socialistas, que aseguran que la gran mayoría de movimientos de Iglesias a partir de ese momento fueron pactados con la Moncloa.
Pocos días después, mientras el ministerio de Trabajo contemplaba la ola gigante de despidos y desplome del empleo, la ministra intentó evitar relacionar los ERTEs con el paro y a la vez atacó a los empresarios. El sector privado se encendió. Los ministerios de Economía, Hacienda e Industria tuvieron que apagar las llamas, pero nadie del PSOE criticó públicamente las palabras de Díaz ni reprochó la actuación de Podemos. Moncloa lo había vetado.
Del Rey emérito al Poder Judicial
Podemos lanzó su tercer dardo contra el Poder Judicial tras la sentencia condenatoria contra Isa Serra. Iglesias cuestionó su imparcialidad primero en un tuit publicado mientras asistía a una sesión parlamentaria, y después directamente desde La Moncloa, en directo y como vicepresidente del Gobierno.
El Consejo General del Poder Judicial se enfureció, pero los ministros socialistas volvieron a callar. Llegaron incluso a respaldar al líder de Podemos enmarcando la crítica de Iglesias en la libertad de expresión. En todos estos casos los ministros cumplieron la orden de Moncloa, aseguran fuentes socialistas.
Aun así, algunos ministros del PSOE empezaron a quejarse ante Sánchez por su inacción con respecto a Podemos. El Presidente se limitó a comentar: “Tú no te preocupes, que lo que dicen antes lo hablan conmigo”. La razón es que Redondo y Sánchez comparten la tesis de que es preferible tener a un Podemos escorado hacia cierto radicalismo que a una formación que puede desde el Ejecutivo robar al PSOE el papel de "fuerza de gestión".
"Sánchez tiene al PSOE en contra"
En la formación morada confirman la existencia de dicho acuerdo: “Sánchez está muy debilitado. Tiene a todo su partido en contra y su única manera de seguir en el poder es gracias a Podemos”. Sin la muleta morada, añaden, el Gobierno no puede aguantar esta crisis: "Sánchez se apoya en Podemos porque tiene al PSOE en contra", repiten.
La reflexión de los miembros de Podemos cobra más credibilidad a la hora de la labor que ejerce en Moncloa el “equipo” de Redondo. Se trata de poco menos de una decena de expertos de demoscopia y propaganda que se han centrado en salvaguardar la imagen del Presidente, incluso por encima de la gestión de la crisis. Esta es, por lo menos, la crítica que varios ministros socialistas dirigen al equipo de Redondo.
Según fuentes de Podemos, en el partido morado la situación no es muy diferente. Iglesias, después de varias defenestraciones internas, ha llevado a su partido a un mecanismo de ordeno y mando más parecido a una empresa privada. Según personas del entorno de Podemos, la prioridad también en este caso es salvaguardar la imagen del líder y su supervivencia en la política, aunque sea como fuerza segundaria de la izquierda. Los críticos tachan esa estrategia de "nueva Izquierda Unida".
Sánchez resiste, Iglesias baja
A nivel demoscópico, al menos de momento, el pacto secreto parece favorecer al PSOE. Las encuestas detectan que el PSOE aguantaría si hubiese un adelanto electoral, mientras que Podemos cae ligeramente. Según los cálculos de la Moncloa el PSOE estaría robando de momento hasta 300.000 votos a los morados. La figura de Sánchez resiste, mientras que la de Iglesias empeora. Aunque son las ministras Nadia Calviño y Margarita Robles las que mejoran su nota.
En Podemos los sondeos preocupan relativamente. Hace meses vaticinaban la desaparición de Podemos en las elecciones de 2019, e Iglesias logró en dos ocasiones salvar los muebles. “Todos los estudios demoscópicos ahora no tienen ningún sentido, hay demasiada volatilidad”, comentan e insisten en que marcar distancias del PSOE es positivo para su marca electoral. Al menos hasta que el PSOE les deja hacer.