Luis de Guindos y Cristóbal Montoro tomaron este jueves posesión de sus cargos con un primer mensaje de optimismo. “La crisis económica se va a acabar pronto con el esfuerzo de todos”, llegó a decir Montoro. De Guindos se ha comprometido a devolver a España a los niveles de crecimiento, generación de empleo y prosperidad “que nunca debimos haber dejado”. Sin embargo, los datos que la ex vicepresidenta Salgado ha dejado en herencia al nuevo equipo económico no son nada halagüeños, de hecho prevén que este ejercicio se cierre con un déficit del 6,8%, lo que implicaría una desviación de ocho décimas sobre el compromiso contraído con Bruselas. Así se lo ha comunicado al PP en el traspaso de poderes, lo que obligaría a Mariano Rajoy a sumar otros 8.000 millones más, como mínimo, al ajuste de 16.500 millones presentado como provisional en el debate de investidura. De Guindos no descarta que, al final, el déficit supere el 7%.
El nuevo ministro es consciente de que España va a encontrar serias dificultades para sortear la recesión y no se va a contentar con los recortes de gasto que decida Montoro desde Hacienda. De hecho, fijándose en la experiencia griega y portuguesa, es consciente de que proceder a duros ajustes sin compensarlos con reformas de calado, solo sirve para agravar la crisis. En una reciente intervención suya durante la presentación del libro de Mariano Guindal “La Caída de los Dioses”, habló claro: “Las principales reformas que hay que hacer para que los ajustes no agraven la recesión son las del mercado laboral y la del sistema financiero, teniendo en cuenta que los ajustes presupuestarios son ineludibles y que no van a liberar financiación para el sector privado”.
De Guindos sabe que recibe en herencia una situación económica muy diferente a la de 1996, fecha en la que accedió a la Dirección General de Política Económica bajo la autoridad de Rodrigo Rato. Ahora asume que hay un problema serio de competitividad y que es necesario avanzar con urgencia en la reestructuración del sistema financiero, reduciendo costes y empujando el saneamiento de las entidades más rezagadas en el proceso. El nuevo ministro se ha trazado como objetivo inmediato cambiar la percepción de insolvencia de una parte del sistema financiero que se tiene en los mercados y trabajará para que desaparezcan lo que él mismo denomina las “entidades zombis”, con la necesaria colaboración del Banco de España. Se trata de los bancos o cajas que con independencia de la inyección de capital que se les aplique están abocadas a un negocio inviable.
Si hace 15 años la prioridad era entrar en el euro para rebajar los tipos de interés y favorecer un crecimiento rápido de la economía, De Guindos prioriza ahora también la reforma laboral para compensar la contracción de la economía. Y recuerda que aunque España no haya sido rescatada, tiene peores datos laborales que los países que sí lo han sido. “La vulnerabilidad de España proviene de su mercado laboral”, mantiene, lo que inevitablemente le va a llegar a trabajar codo con codo con la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, con larga experiencia en el trato con CEOE y con los sindicatos. El Gobierno legislará en breve para crear un nuevo contrato indefinido y reducir así la temporalidad, teniendo en cuenta que durante la crisis se ha destruido el 12% del empleo disponible en el sector privado.
“Hay algo que me tranquiliza y es que este país, en momentos difíciles, siempre ha tomado las decisiones correctas”, comentó el ministro este jueves después de confesar que conoció su nombramiento solo pocas horas antes de que se produjese.
De Guindos, Montoro y Fátima Báñez, estuvieron arropados en las tomas de posesión por numerosos dirigentes del PP, así como por Joan Rosell, Miguel Martín, Baldomero Falcones, Arturo Fernández, Juan Iranzo, Manuel Lagares, Ricardo Martínez Rico, Juan José Toribio y Antonio Beteta, entre otros muchos invitados a estos actos.