Botín, el indulto de Sáenz y el caballo de Horta-Osorio
Ha sido un indulto vergonzante, un indulto de tapadillo. Dicen que Pérez Rubalcaba, que durante la campaña derramó vitriolo sobre ricos y banqueros, le exigió que retrasara su concesión hasta después de las generales del 20-N para no perjudicar sus opciones, y el presidente se avino. Ya no cabía esperar más. El jueves 24 hubo tormenta en la marea baja socialista. Zapatero se había comprometido (de hecho volvió a telefonear a Emilio Botín esta semana para prometerle que del viernes 25 no pasaba), con el respaldo pleno de Elena Salgado.