Posiblemente, la foto le costará el matrimonio y su puesto de trabajo, pero hay que reconocer que ha ganado mucho prestigio entre sus amigos. La Palmera es uno de esos sitios que te permite tomar la cerveza en el pueblo, pero con la arena en los pies. Aquí no se conoce el concepto de “primera línea de playa”. ¡No! Es la playa, porque sólo dos escalones evitan que la arena entre en el comedor y en la cocina.
Pocos dirían al final de los años ochenta, cuando se inauguró esta casa, que la pequeña playa de Agua Amarga iba a tener tanto éxito. Aunque los rizos y los saltitos de David Bisbal han “relanzado” el destino el local, aún guarda su esencia. Por eso da gusto volver y ver La Palmera en plena forma. Ahora son 10 las habitaciones que justifican con creces los 60 euros que cuesta en este periodo del año.
El dueño, Ricardo, que nació en Bilbao porque hay que nacer en algún sitio, entiende muy bien lo que se busca aquí. Para regocijo de unos y desdicha de otros, ha dado con la fórmula perfecta: un local sin muchas pretensiones, pero con un ritmo que gusta a todo el mundo. El mito hippie se ha transformado para dejar paso a una clientela más selecta, de aspecto “cuidadosamente descuidada”.
En la cocina tenemos ofertas de lo más variado. Primero fueron las cazuelas de pescado; luego, sus guisos de calamares y ahora, la “cuajadera” que habla mucho del pasado de Agua Amarga como pueblo de pescadores. El jefe de mi amigo no entiende cómo se va recuperar de la “hidrofobia” viviendo tan cerca de la playa. Más grave es lo de su esposa, que no logra entender esa foto con una masajista colombiana de curvas generosas dándole crema en torso. Maruxa dice que no puede ser él, que su marido decía que tenía alergia a la crema Nivea, que prefería quedarse se casa antes que de vacaciones a Torrevieja… ¿Quién le explica que los tiempos están cambiando?
La Palmera
Aguada, S/n
Agua Amarga. Almería.
Tlf: 950 138 208