¿Agua caliente o fría? ¿Limpiador suave o exfoliante granulado? ¿Con cepillo o sin él? Lavarse la cara puede ser algo muy básico, pero las dudas sobre cómo sacar partido a nuestra rutina de limpieza diaria para conseguir un cutis saludable parecen atormentar a la mayoría de las personas.
Una cosa está clara: lo primero de todo es eliminar todo rastro de maquillaje. Una vez concluido este paso, se debe comenzar con las salpicaduras de agua tibia utilizando los dedos en un movimiento circular para aplicar el limpiador. Eso sí, la dermatóloga Karen Hammerman establece las siguientes pautas para elegir el producto dependiendo del tipo de piel:
PIEL SECA
Esta especialista sugiere limpiadores cremosos para el cutis seco, ya que estos proporcionan la humedad que necesita, especialmente los formulados a base de glicerina o manteca de karité. El agua micelar también puede ser una buena opción.
PIEL GRASA
En este caso, lo más indicado será un limpiador en formato espuma para no acumular más grasa en el rostro, por lo que será mejor prescindir de los cosméticos a base de aceite para evitar también los brillos antiestéticos.
TENDENCIA ACNEICA
Si los granitos no te dan tregua, la doctora Hammerman recomienda la utilización de un limpiador específico debido a que los medicamentos para el acné pueden dejar la piel seca e irritada. “Para este tipo de piel, es más indicado realizar el lavado en caliente para fomentar la eliminación de la grasa”, concreta.
En cualquier caso, la dermatóloga recomienda hacer hincapié en la “zona T”, es decir, frente, nariz y barbilla; donde la acumulación de bacterias y polución es mayor que en otras áreas del rostro. “Bastará con repetir el proceso dos veces al día evitando el agua fría, que cierra los poros”, continúa.
En cambio, a pesar de haberse puesto de moda, la doctora no recomienda un uso diario de los cepillos faciales, sino más bien ocasional e incluso, da vía libre a la posibilidad de prescindir de ellos.