Carta original publicada por Throwaway en reddit el 11 de enero de 2017 con más de 26.000 votos y 2300 comentarios.
"Estoy sentada sola, bebiendo otra vez y necesito sacar todo esto de mi interior.
Hace tres años tuve una niña, su nombre era Emily y la amé más que a nada en este jodido mundo. Ella fue un tropiezo de una relación anterior y yo estaba recomponiendo mi vida cuando descubrí que estaba embarazada.
Pasé mucho tiempo pensando si debía o no tenerla o simplemente abortar porque no la iba a traer a un buen lugar. Al final planeé muy bien las cosas e hice todo lo posible para poder mantenerla sin tener que vivir en la pobreza.
Hice todos las consultas médicas necesarias mientras disfrutaba de un trabajo de mierda vendiendo al por menor y embarazada de ocho meses. Todo para traer algo de felicidad a mi vida.
Ella nació en octubre y era tan, tan hermosa... tenía todavía algunos ‘marrones’ en mi vida pero iba a hacer todo lo posible por no implicar a mi hija.
Fue entonces —ella tenía 8 meses— cuando se puso mala. Todavía era demasiado joven para poder ponerle la vacuna triple vírica [recomendada a los 15 meses]. Estaba mal, nunca había visto nada parecido y la llevé al médico.
En el hospital se la veía muy mal, llorando y tosiendo sin que yo pudiera hacer absolutamente nada. Me sentía la peor madre del mundo. Después de llevarla allí empeoró. Se le diagnosticó encefalitis por sarampión. Su cerebro estaba muy inflamado.
No había creído en dios en años, pero en ese momento era mejor que viera que estaba rezando por ella todos los días.
Murió una semana más tarde. Sostuve su pequeño cuerpo mientras solo pensaba en tirarme desde un puente. Me vine abajo en el hospital. Las enfermeras eran muy comprensivas y me ayudaron en aquel momento.
Días más tarde descubrí a través de facebook que una vecina que había cogido a mi bebé era una antivacunas que publicaba fotos de su hijo enfermo y otras mierdas acerca de cómo su niño estaba siempre bien.
¿Estaba bien? ¡¡¡ESTABA BIEN!!!! ...mi hija estaba MUERTA a causa de su elección.
Me acerqué y hablé con ella y me reconoció que su hijo estaba malo cuando cogió a mi bebé pero que no creía tuviera nada que ver con ello.
Le grité. Yo grité y grité y le dije que el diablo iba a torturar su alma toda la eternidad porque su jodido dios se había llevado a mi bebé. Estoy seguro de que parecía una loca, en ese momento tal vez lo era. Lloro ahora al escribir esto.
En mis momentos más oscuros he deseado que su hijo estuviera muerto y todo ello me hace sentir mucho peor.
Me gustaría decir que estoy mejor, pero no es verdad. Estoy viva, pasando el día a día, tratando de ser la persona que quería ser para mi hija, aunque mi pequeña Emily ya no esté aquí. Eso es lo único que me mantiene enganchada. No me queda nada más.
Por favor, vacunen a sus hijos, así otras mamás como yo no verán morir a sus bebés. Su elección no afecta sólo a su hijo, está poniendo en peligro a todos los niños que por alguna razón no ha recibido la vacuna.
Por favor, por favor, por favor, por el amor de Dios, ...vacunad a vuestros hijos."
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La inmunidad de grupo o el efecto rebaño es imprescindible para mejorar la eficacia de las vacunas. Aunque un niño o un bebé no enferme por un virus puede ser portador y transmitir perfectamente la enfermedad a otro que esté sano.
Emily murió porque un niño no vacunado —por la irresponsabilidad de sus padres— le contagió el sarampión. Nada pudo hacer su madre por evitarlo porque la vacuna triple vírica que le protegería no debe suministrase tan pronto. Los bebés menores de 15 meses solo pueden protegerse por esta inmunidad de grupo.
Para que el efecto rebaño funcione es necesario que el 90% o el 95% de la población esté vacunada y así conseguir una incidencia mínima de portadores del virus o bacteria causante de las enfermedades. En los últimos años, por ejemplo, el número de casos de sarampión ha aumentado un 300% solo en Estados Unidos debido al aumento irracional de los antivacunas que provoca esta pérdida de inmunidad global.
Si el movimiento antivacunas se convierte en una especie de religión basado en la fe, en las creencias o en una libertad personal mal entendida habremos involucionado y perdido años de inmunidad. Las cifras hablan por sí solas.
La libertad de elección de los antivacunas debe estar siempre por debajo del derecho a la vida de los hijos de padres realmente responsables