Una apacible brisa recorre los jardines del Palacio de la Moncloa a primera hora de la mañana. A lo lejos, se ve al presidente Pedro corriendo entre la hierba acompañado de los diez nuevos asesores que nombró ayer. A Pedro le gusta que sus colaboradores estén integrados.
Mientras, en la sala de reuniones del Gabinete de Presidencia, le esperan la ministra de Economía, Nadia, la ministra de Hacienda, María Jesús, y la vicepresidenta Carmen. Hoy, han quedado para preparar la propuesta de “techo de gasto” que el Gobierno tiene que presentar próximamente en el Congreso.
—Buenos días compañeras. Bonita e inclusiva mañana, ¿no os parece? —saluda Carmen.
—Buenos días, responde Nadia con cierto gesto de asombro.
—Hola Carmen. Por favor céntrate que hoy tenemos temas serios que hablar. ¿Sabéis si ya está Pedro disponible? —añade María Jesús.
—¡Aquí estoy! Vamos a tratar el techo de gasto—aparece Pedro produciendo un sobresalto a María Jesús.
Las tres y el uno toman asiento en torno a una mesa y disponen la diferente documentación sobre la misma.
—Bueno Nadia. ¿qué noticias tenemos de Bruselas? —pregunta Pedro.
—El Comisario Pierre te envía este mensaje: “Estimado Pedro, se avecinan tiempos complicados para la economía. Es necesario que confíes en los criterios de la Comisión y en los consejos de Nadia para salir adelante. Ahora más que nunca debes centrarte en cumplir con el Pacto de Estabilidad”, responde Nadia.
—¿Vamos a tener alguna flexibilidad con el objetivo de déficit? —pregunta Pedro.
—Extraoficialmente podremos incumplir el objetivo del 2,2%, pero en ningún caso podemos superar la barrera del 3%, ya que este año España debe abandonar el Protocolo de Déficit Excesivo. Esto significa que podremos disponer de unos 9.000 millones de euros para gastos adicionales sobre los presupuestos, pero no debes hacerlo público como si fuera una concesión de la Comisión Europea —añade Nadia.
—¡Tranquilo Pedro! El dinero público no es de nadie —señala Carmen.
—Ya, Carmen… Nadia, ¿qué pasa con la deuda pública? —pregunta Pedro.
—En estos momentos he pedido un informe para que se calcule el valor real porque no me fio de la anterior Administración, pero te adelanto que se sitúa entre el 135% y el 140% del PIB —responde Nadia.
—¡Vaya! Eso no es una buena noticia. ¿Podemos culpar a Mariano de ello? —pregunta Pedro.
—A Mariano podemos culparle de haber incrementado la deuda exponencialmente sin control. Pudo aprovechar las ventajas que suponía una financiación barata acompañada de una caída acentuada del precio del petróleo, para invertir en la creación de un tejido productivo sólido que permitiera a España consolidar una posición competitiva a largo plazo, con la creación de bienes y servicios de alto valor añadido cuya consecuencia sería la disminución del desempleo con generación de altos salarios, mayores ingresos tributarios y altas cotizaciones que permitieran la sostenibilidad del sistema de pensiones y la reducción del déficit. Sin embargo, utilizó toda la liquidez para financiar el despilfarro local y autonómico, incrementando la deuda pública en 640.000 millones de euros. Mariano nos ha dejado un “buen marrón” y se ha ido en el momento justo, ya que el BCE lo más que podrá hacer en enero de 2019 es recomprar la deuda objeto de vencimiento, pero no va a comprar nuevas emisiones de deuda —responde Nadia.
Al desaparecer el prestamista de último recurso (BCE), España tendrá que colocar más de 220.000 millones anuales de refinanciación de deuda en los mercados de inversión
—¿Y eso que significa? —pregunta María Jesús.
—Pues que en 2019 no podremos disponer de liquidez vía deuda con intereses bajos para la financiación del gasto público y pagar el déficit de la Seguridad Social. La liquidez será menor y además a costa de pagar intereses más altos —responde Nadia.
—Por ejemplo, cuando tengamos que pedir un crédito el año que viene para pagar las pensiones, como este año, nos saldrá mucho más caro y es posible que no podamos obtener la totalidad del mismo ¿verdad? —pregunta Pedro.
—Efectivamente Pedro. Ese es un buen ejemplo. Al desaparecer el prestamista de último recurso (BCE), España tendrá que colocar los más 220.000 millones de euros anuales de refinanciación de deuda, más los 60.000 millones que necesitaremos para financiar nuevos proyectos y cubrir el déficit de las Seguridad Social, en los mercados de inversión, lo que provocará un alza exponencial de los tipos de interés. Si el bono americano a 10 años se sitúa hoy cerca del 3%, el bono español, sin el respaldo del BCE probablemente se irá por encima del 5%, lo que provocará una subida de tipos variables en los préstamos que desencadenará una oleada de quiebras y suspensiones de pagos, tanto en empresas como en familias, con la consiguiente recesión, desempleo y aumento exponencial del déficit público al incrementarse las prestaciones sociales, reducirse los ingresos tributarios y por cotizaciones y aumentar el coste de los intereses de la deuda. —concluye Nadia.
—¡Tranquilo Pedro! El dinero público no es de nadie —vuelve a decir Carmen ante la seria mirada del resto.
—Madre mía. ¡Qué panorama! María Jesús. ¿Cómo va la recaudación? —pregunta Pedro
—No muy bien Pedro, los ingresos tributarios están creciendo en torno al 4%, igual que las cotizaciones, pero lamentablemente los gastos crecen al mismo ritmo, y eso que aún no tenemos el impacto de los gastos adicionales incluidos en los PGE2018 y de las nuevas medidas anunciadas. Al igual que Nadia, yo tampoco me fio de la anterior Administración y he encargado un informe porque tengo la sospecha de que los PGE2018 no reflejan la imagen fiel de la economía española y podemos llevarnos una desagradable sorpresa. Estos PGE2018 son un regalo envenenado que decidiste aceptar en la investidura y pueden ser nuestra perdición —argumenta María Jesús.
—Pero María Jesús… nos hemos comprometido en aumentar el gasto social. Tenemos que sacar del dinero de dónde sea y aumentar el techo de gasto porque de lo contrario Pablo me echará a patadas de la Moncloa. ¿Tienes listos los proyectos de nuevas tasas impositivas? —pregunta Pedro con rostro preocupado.
—Tengo varias preparadas. Tasas en carburantes, subida del impuesto de sociedades a grandes empresas, tasas a la banca y multinacionales, actividades digitales y alguna tasa medioambiental entre otras. También habría que pensar en establecer regresión en las cotizaciones sociales en función del salario eliminando el tope máximo—añade María Jesús
“Hemos empezado engordando el gasto público, aumentando el número de Ministerios y colocando un número desorbitado de asesores. Este no es el camino correcto”
—¿Qué impacto tendrán estas medidas en los ingresos? —Pregunta Pedro
—No mucho Pedro, ya que la banca y las grandes empresas seguirán sin pagar lo que les corresponde buscando otros refugios y repercutirán a los clientes los sobrecostes que aparezcan. En cuanto a las cotizaciones, si hacemos eso provocaremos que las empresas destruyan empleo cualificado y lo sustituyan por empleados temporales o falsos autónomos con salarios más bajos que cotizarán menos, provocando además un aluvión de prestaciones elevadas contra las maltrechas arcas de la Seguridad Social —interrumpe Nadia.
—No estés tan segura Nadia. Los españoles aguantan lo que se les eche. —apunta María Jesús.
—No estoy de acuerdo María Jesús. No caben ya más subidas de impuestos. Medidas como la racionalización del gasto superfluo o erradicación de las SICAVs serían medidas adecuadas. Por el contrario, hemos empezado engordando el gasto público, aumentando el número de Ministerios y colocando un número desorbitado de asesores. Este no es el camino correcto, es el camino a la suspensión de pagos—subraya Nadia.
—¡Claro! Por eso tú quieres crear otro organismo más para controlar a los que controlan, ¿no? Esa “Autoridad Macroprudencial”. No me eches en cara que quiero subir impuestos. Además, vamos a reducir la carga fiscal a las empresas que fomenten la contratación de mujeres y vamos a bajar en IVA en algunos artículos de primera necesidad como la higiene femenina—replica María Jesús.
—En definitiva, Nadia, me estás diciendo que, sin incremento significativo en la recaudación, sin reducción del gasto superfluo y sin poder emitir nueva deuda barata, elevar el techo de gasto es una utopía que sólo estará soportado en el papel del BOE —reflexiona Pedro.
—Correcto —contesta Nadia.
—¡Tranquilo Pedro! La dinera pública no es de nadia —añade Carmen.
—¿Lo dices por mí? —pregunta Nadia
—No, Nadia. Disculpa. Es que… con eso del “lenguaje inclusivo” se me ha ido la olla —responde Carmen.
PD: hoy les dedico el tema “Fiesta Pagana” de Mago de Oz