En septiembre del año pasado, la Comunidad de Madrid hizo que saltaran alarmas en todos los móviles de Madrid avisando de una DANA que, finalmente, causó daños en servicios e infraestructuras regionales estimados en casi 60 millones de euros y estragos en una decena de municipios de Madrid que fueron considerados zona catastrófica. Por entonces, mucha gente se quejó del alarmismo y se dedicó a hacer bromas y críticas en redes sociales como estas: “Iba conduciendo y me saltó la alarma, casi provocan un accidente”, “a mi padre casi le da un infarto cuando ha saltado la alarma en el móvil por la DANA, muchas gracias, Ayuso”, “a ver, qué coño es ese pitido orweliano en cada móvil por mucho que llueva. Cuál es el siguiente paso a la intrusión del Estado en la privacidad del ciudadano”. Esta última es de mis favoritas, no voy a nombrar a su autor, más que conocido subdirector de uno de los principales medios de información de este país, porque se dice el pecado, pero no el pecador, aunque aprovecho para mandarle un saludito desde estas humildes líneas, mientras él ahora estará muy preocupado por la privacidad de los valencianos, imagino.
Diez meses después de aquello, no queda ni rastro del desastre en los municipios madrileños. En julio de este año se reabrieron los tres puentes que habían quedado colapsados y destrozados de Aldea de Fresno. Sin embargo, Castilla La-Mancha no ha tenido la misma suerte. La nada despreciable cifra de 73 municipios de la provincia de Toledo, incluida la capital, aún no han completado las reparaciones necesarias.
Aquí nos ponen el programa de Broncano y todos los periodistas y tertualianos se ocupan del culebrón del momento, “una cita desastrosa con Errejón”, pero la alarma no llega
Ayer nos despertamos con la horrible noticia: “La DANA arrasa en Valencia: al menos 51 muertos, desaparecidos y miles de atrapados”. Eso sin contar las casas destrozadas, vehículos, cultivos... Las pérdidas son inestimables. Veo las imágenes de casas destruidas, de los vehículos arrastrados con gente dentro, las inundaciones, los tornados, leo comentarios de personas pidiendo ayuda en redes sociales buscando a familiares desaparecidos y de otras muy asustadas que se encuentran atrapadas... Y es imposible que no se te encoja el corazón.
Hubo alarma, pero no llegó a tiempo. En la zona sureste de EEUU, donde están más acostumbrados a este tipo de fenómenos meteorológicos destructivos, se intenta avisar a la población días antes para que se pueda evacuar la zona ordenadamente. Aquí nos ponen el programa de Broncano y todos los periodistas y tertualianos se ocupan del culebrón del momento, “una cita desastrosa con Errejón”, pero la alarma no llega. Parece ser que se lanzó la alarma a la población a las 8 de la tarde del martes, cuando ya había zonas muy afectadas, permitiendo durante todo el día que colegios y locales comerciales permanecieran abiertos y la gente hiciera su vida normal. Imagino que nadie se quejará ahora de que la alarma sonó muy fuerte en su móvil.
Es que somos así: si suena una alarma, me quejo porque suena mucho y muy fuerte y si no suena, me quejo porque no suena. También los hay que aprovechan cualquier desgracia para hacer campaña política, aunque sea con mentiras, porque en política no hay compasión ni vergüenza.
Los ríos que vuelven a fluir
A veces resulta muy difícil saber la verdad. Hay mucha gente achacando esta inundación a la destrucción de presas. Otros les señalan con el dedo por mentirosos. Yo, sinceramente, no consigo adivinar qué hay de cierto en todo esto. En agosto de 2022, RTVE nos decía con orgullo: “Los ríos que vuelven a fluir: cómo España se ha convertido en un referente en la demolición de presas”. Nos avisaba de que en nuestro país había 170.000 “obstáculos” que impedían que los ríos pudieran fluir libremente: “Presas, azudes o rampas interrupen la circulación natural del agua”. En su amplio reportaje, después de hablarnos de lo bonitos que son los salmones y las anguilas nadando por los ríos, nos contaba los proyectos más pioneros para demoler presas, como el desmantelamiento en 2011 de la presa de La Gotera, en el río Bernesga de León: “Fue algo muy atrevido en su día. Había detrás una empresa potente, hubo que pelear. Ellos alucinaban, decían ‘estáis locos’, pero se les había acabado la concesión y decidimos que su mejor destino era la demolición. Punto”.
Bulos y campañas
Es normal que al leer estas cosas la gente se haga preguntas, como qué es lo que hacemos destruyendo presas y devolviendo el cauce a los ríos, cuando tenemos más de medio país siendo atacado por la sequía. Así que, curiosamente, RTVE vuelve a sacar un notición sobre las presas, tan solo nueve meses después del anterior, en el que señala esta vez que “España no es líder en destrucción de embalses en plena sequía”. Empezaban su noticia diciendo: “Mensajes de redes sociales aseguran que España es un país líder en destrucción de embalses en un periodo de plena sequía. Es falso. Se están retirando barreras fluviales en desuso, azudes en su gran mayoría, que no sirven para almacenar agua, sino para desviarla”. Vaya, ya no éramos pioneros en la demolición de presas. Curiosamente, Newtral, ese medio de comunicación que se supone que nació para verificar hechos y noticias, publicaba en las mismas fechas, 4 de mayo de 2023 este titular: “España no está derribando presas de embalses en funcionamiento, se trata de pequeñas barreras fluviales”.
Ni que les hubieran ordenado escribir lo mismo. No seré yo quien ponga en duda la fiabilidad de Newtral y su directora, Ana Pastor. No hace falta, puesto que son numerosas las veces que se les ha cazado difundiendo bulos y tratando de destruir verdades.
Lo único que espero es que esa gente pueda recuperar sus vidas cuanto antes, no como las familias afectadas de La Palma, que a pesar de la fotito que fue a hacerse el presidente junto a varias promesas, cuentan las malas lenguas que muchas siguen viviendo entre cuatro paredes de hojalata
A pesar de los incontables discursos a favor de un inminente e incuestionable cambio climático, por el que se nos obliga a pagar más impuestos, no somos capaces de prever una DANA catastrófica y avisar a la población con un día de antelación. No sabemos qué pasará mañana, pero sí dentro de 50 o 100 años y eso nos preocupa más.
Yo no sé si la culpa de esta desgracia es de la falta de alarmas, de la demolición de presas o azudes, de la construcción de viviendas en zonas inundables a pie de barrancos o de que diosito es caprichoso. Lo único que espero es que esa gente pueda recuperar sus vidas cuanto antes, no como las familias afectadas de La Palma, que a pesar de la fotito que fue a hacerse el presidente junto a varias promesas, cuentan las malas lenguas que muchas siguen viviendo entre cuatro paredes de hojalata, en unos barracones que han pasado de ser provisionales a ser vivienda definitiva, porque las ayudas económicas nunca llegaron.
Desde aquí les envío mucho ánimo a todos los amigos en zonas afectadas y todo mi cariño.