La semana pasada Guillermo Díaz afirmó algo importante en el Congreso. Señaló el elefante en la sala, podríamos decir. En una nueva respuesta a Odón Elorza -nunca se insistirá lo suficiente en lo importante que es responder a los Elorza, Ander Gil o Adriana Lastra cuando hablan de víctimas, pactos o credenciales democráticas- dijo lo siguiente:
“Yo entre el partido de Miguel Ángel Blanco y el partido de Otegi, siempre con el partido de Miguel Ángel Blanco. Yo entre el partido de Ortega Lara y el partido de Otegi, siempre con el partido de Ortega Lara. Yo entre el partido de los compañeros de Maite Pagaza y el partido de Otegi, siempre con los compañeros de Maite Pagaza”.
Antes de eso pronunció otra frase que da el contexto necesario para entender la afirmación. “Ustedes son lo peor que se puede ser. Son ustedes utilitaristas: la moral no cuenta”. Esas palabras se dirigían al PSOE, puesto que en la votación para perseguir los actos de bienvenida a presos de ETA que salen de la cárcel, los socialistas eligieron situarse junto a Podemos, ERC y, cómo no, Bildu.
Un partido que integra y homenajea a terroristas no arrepentidos no es un partido más. Ésta es la línea básica. Y esta línea sólo se puede trazar desde la convicción moral
Se puede matizar lo que se quiera sobre el utilitarismo y sobre la moralidad, pero el discurso político es claro: alguien que vota sistemáticamente con los partidos anteriores, alguien que vota con ellos en algo tan importante como los homenajes a etarras, no comparte la moral de los partidos de Blanco, Ortega Lara o Maite Pagazaurtundua. Se puede matizar que estos tres partidos tampoco están de acuerdo en muchísimas cuestiones, pero hay una cuestión esencial de nuestro momento político en la que sí están de acuerdo: un partido que integra y homenajea a terroristas no arrepentidos no es un partido más. Ésta es la línea básica. Y esta línea sólo se puede trazar desde la convicción moral, como apuntaba el diputado de Ciudadanos. La razón, como en tantas otras cosas esenciales, no es más que el acompañante -el jinete, diría Haidt- de una primera intuición sin la cual no seríamos más que robots políticos.
En cualquier caso, Bildu no es el elefante en el Congreso; el elefante es el propio PSOE. Si el discurso de Díaz es importante -habrá que ver si supone un cambio real en cuanto a los planteamientos de su partido o si se queda sólo en un discurso oportuno- es porque lo normal hasta ahora era tratar al PSOE como un partido imbécil, sin voluntad ni capacidad para tomar libremente sus decisiones. Un partido “rehén de sus socios” y permanentemente abocado a decir y hacer cosas que, al parecer, irían contra una supuesta esencia que los colocaría en el altar primigenio de la pureza moral y de la política española.
¿Qué hay de inusual o sorprendente en el hecho de que el PSOE firme algo así junto a partidos como ERC, Podemos, Junts, la CUP o Bildu? Nada
Hace unos días pudimos ver un nuevo ejemplo de esta extraña actitud ante un partido que lleva años mostrando un patrón moral y político muy claro. El PSOE firmó un documento dirigido a la Secretaría General del Congreso de los Diputados en el que se señalaba el comportamiento de “algunas personas acreditadas en la Sala de Prensa del Congreso”. La elección de las palabras siempre es lo más importante en política, y con éstas se deja claro que en la sala de prensa hay periodistas y “personas acreditadas”; es decir, intrusos, impostores. Quienes escogían esas palabras eran los jefes de prensa de los partidos firmantes, que además pedían a la cámara “tomar las medidas necesarias con el objetivo de restablecer el buen funcionamiento de las ruedas de prensa en el Congreso”. ¿Qué hay de inusual o sorprendente en el hecho de que el PSOE firme algo así junto a partidos como ERC, Podemos, Junts, la CUP o Bildu? Nada. Absolutamente nada. No hay nada extraordinario ni en la compañía ni en el espíritu del documento, que está en la línea de aquel manifiesto por la democracia en el que también coincidieron todos los arribafirmantes. Bien, pues a pesar de ello, el líder del Partido Popular en Andalucía se refirió al documento con estas palabras:
“Resulta inquietante que un partido de tanta tradición democrática como el PSOE se sume a la alianza de Esquerra y Bildu contra algunos periodistas”. No digo que no sea inquietante, pero ¿qué tradición democrática? Y sobre todo, ¿el PSOE se suma a la alianza de Esquerra y Bildu, o más bien lidera esa alianza?
Éste es el auténtico elefante en la sala, y la pregunta esencial en nuestra democracia. Si el PSOE es un partido al que las circunstancias obligan a pactar con socios incómodos, o si por el contrario el PSOE no ha hecho más que culminar un proyecto al que se entregó hace más tiempo del que nos atrevemos a reconocer.