Llevamos muchos años con la tontería del nuevo feminismo y ya comienza a cansar. Antes, las mujeres 'normales' teníamos miedo de decir que todo esto del "patriarcado" y del "sistema opresor" nos parecía una absoluta gilipollez, pero cada vez somos más las que estamos alzando la voz. Es respetable que cada mujer –como cada hombre– se sienta víctima o débil, pero no se puede tolerar que desde el propio Gobierno se nos presente al sector femenino como personas excluidas del sistema, porque no es así.
El feminismo, entendido como la igualdad entre los hombres y las mujeres, ha ido desvirtuando hasta presentarnos a nosotras como individuos a los que hay que ayudar y proteger. Las feministas radicales y totalitarias se han cargado el término con sus doctrinas e idas de olla. Cualquier persona normal, común, sana, en sus cabales, es feminista. ¿Quién piensa hoy en día que los hombres son superiores a las mujeres?
En fin. Adonde voy con todo esto es que las feministas llevan años con sus discursos de discriminación y machismo, y ya empieza a oler. La mayoría de mujeres no nos sentimos víctimas porque básicamente, en España, no lo somos. Toda mujer que quiera trabajar hoy en día en nuestro país puede hacerlo con los mismos derechos, oportunidades y proyección profesional que un varón.
Estarás pensando que sí, que es obvio, que qué hartura y que no hace falta decirlo y mucho menos publicarlo en un medio de comunicación. Y yo opino lo mismo. Pero por alguna razón el discurso que más ruido hace es el contrario.
El mayor enemigo de las feministas son las mujeres trabajadoras
Pues bien, todo esto, que es básico, a las nuevas feministas no les gusta que se lo recordemos. La pasada semana publiqué una serie de obviedades al respecto. Nada nuevo, solo sentido común. Y lo que pasó a continuación te lo puedes imaginar: que si vaya una "chupapollas de la derecha", que si eres machista, antifeminista o que "tienes el síndrome de la abeja reina".
Esto último, que me hizo bastante gracia, me lo dijo una eurodiputada del PSOE, llamada Lina Gálvez Muñoz, en un mensaje de Twitter. Resulta que a la política no se gustaron mis opiniones y me citó varias veces en un artículo de otro medio llamándome opresora y diciendo, básicamente, que era tonta porque no era consciente de que las féminas "vivimos en un sistema que nos oprime y discrimina".
Le dije públicamente que no estaba de acuerdo, que yo soy jefa y que no me siento así, y me soltó lo del "síndrome de la abeja", algo que tienen "las mujeres profesionales de éxito en un mundo masculino que son antifeministas y que no tienen colaboradoras de su mismo género". Si es que es para reírse.
El problema es que hoy en día lo guay es lo 'progre' y lo políticamente correcto, y no hay apenas mujeres que digan en los medios ni en la política que el feminismo de Montero es una completa patochada y que basta ya
Todo esto cada día me da más pereza pero me sirve para ilustrar lo que te quiero contar: el mayor enemigo de las feministas no es el patriarcado opresor que se han inventado ni los hombres, son las mujeres 'normales', libres y trabajadoras. Mujeres que curran duro para poder vivir, sin depender de nada ni de nadie y que no se sienten ni más ni menos que un varón.
Estas féminas son las que de verdad se cargan el discurso de las feministas. Y como es tan evidente que da hasta risa, cuando se les rebate éstas sólo pueden atacar, insultar y menospreciar. Yo no me siento ni más ni menos que nadie, sólo te cuento mi caso porque creo que es bastante ilustrativo de lo que ocurre.
En fin. El problema es que hoy en día lo guay es lo 'progre' y lo políticamente correcto, y no hay apenas mujeres que digan en los medios ni en la política que esto es una completa patochada y que basta ya. Hay como una especie de recelo (cada vez menos, gracias a Dios) a llevar la contraria al discurso dominante y a estas mujeres que hablan en nombre de todas, que van de feministas y luego acosan a cualquier mujer que no piense como ellas con técnicas de matón de instituto. Las mujeres somos mucho más que este circo. Y somos justo nosotras las más indicadas para exigir respeto y pedir que dejen ya de hablar en nuestro nombre.