Daba cosa ver este lunes a los principales líderes europeos llegar a la carrera a esa pretendida reunión "de urgencia" (sic) en París convocada por el primo Macron tras enterarnos de que la Tía Pura, sí, aquella que se fue a hace mucho al otro lado del Atlántico a hacer las Américas y todos los meses desde hace ochenta años paga religiosamente nuestra particular Alarma Prosegur antiokupas rusos, va y se nos casa en Arabia Saudí nada menos que con ese sátrapa ¡¡ruso!! con el que lleva entrando y saliendo toda la vida, un maltratador de manual; y encima ni nos invita a la boda, la muy desagradecida... ¡¡¡A nosotros, cuna de la civilización grecorromana, de Mozart, Bach, de Leonardo, la Capilla Sixtina, el café, el té, el croissant, la paella, la pizza, el gofre, el goulash¡¡¡ (ponga aquí querido lector lo que quiera antes de pedir las sales contra el desmayo).
Uno a uno, los Olaf Schölz, Nick Starmer, Meloni, Pedro Sánchez, Úrsula Von der Leyen et altri iban posando junto a ese anfitrión con aire Grandeur con alzas sobre las escalinatas del Palacio del Elíseo convertido para la ocasión en una suerte de Yalta 2.0 tragicómico y más vacío de contenido que otra cita entre Montoya y su ex en la próxima edición de La Isla de las tentaciones; con sus banderas, sus edecanes franceses, su mesa ovalada y su canesú, caritas de circunstancias; como mascullando todo el rato "¡Qué poca vergüenza tiene la tía de hacernos esto! y un "¡y ahora que va a ser de nosotros!" "¿Quién va a costear nuestro Prosegur Antiokupas rusos?". ¡Ay¡
Había una enorme asincronía entre la realidad humillada que se intuía a esa hora y la normalidad impostada que buscaban los primeros espadas europeos con sus declaraciones y las de sus ministros de Exteriores. Es como para que José Manuel Albares y sus colegas de cartera se lo hagan mirar que mientras decían campanudos eso de "no se va a premiar al agresor", a miles de kilómetros de distancia, en algún punto de la Península Arábiga, andaban ya preparando el altar ceremonial para este martes, el secretario de Estado de los USA, Marco Rubio, y el siniestro ministro de Exteriores del novio, Lavrov. Ciertamente, no hemos visto la jaima de la noche de bodas en el desierto de Donald Trump y Vladimir Putin ni la barbacoa donde van a cocinar al ucraniano Zelensky y a toda Europa con él... ni falta que hace. Nos la imaginamos.
Patética la situación de esta Europa encantada de haberse conocido, pero, no por patética, menos previsible. Porque nuestro problema no es el recién regresado al poder Trump, no. Estados Unidos lleva una dećada, por lo menos, avisando de que nuestro Atlantismo subvencionado se acaba; que no nos acepta otro siglo viviendo de la sopa boba
Patética la situación de esta Europa encantada de haberse conocido, pero, no por patética, menos previsible. Porque nuestro problema no es el recién regresado al poder Trump, no. Estados Unidos lleva una dećada, por lo menos, primero Barack Obama, luego Joe Biden, ahora el republicano Trump por la vía de los hechos, avisando de que nuestro Atlantismo subvencionado se acababa ya; que no tenían/tienen forma de seguir colando semejante privilegio a los ojos de sus contribuyentes cuando, además, la Cuenca del Pacífico es el principal área de comercio e influencia en este siglo XXI.
Al otro lado del Atlántico ya no nos aceptan más viviendo de la sopa boba por lo que llegamos a representar un día ya lejano en el calendario de sus ancestros; primero nos pagaron aquel Plan Marshall con cientos de miles de millones de dólares medianteblos cuales reconstruyeron el continente de la devastación provocada por nosotros mismos en la Segunda Guerra Mundial; y luego nos han permitido sobrevivir al tran-tran defensivo de esa OTAN en la que uno (USA) pone la pasta, los tanques, los aviones... y los muertos, mientras los demás socios siguen con su vida alegre y confiada y, todo lo más, mandan "fuerzas de paz" al acabar la guerra. Da igual cuando lea esto porque nosotros, pacifistas de salón donde los haya, café cortado y meñique levantado, no queremos guerra.
Esta es la realidad, por más que nos cueste admitirla: el mundo vuelve a los parámetros de las esferas de influencia, previas al orden ONU surgido tras la Segunda Guerra Mundial; Estados Unidos, Rusia y China quieren mandar en sus respectivas áreas y, me temo, es lo que harán no pisándose la manguera en ninguno de sus respectivos territorios sobre la base de que la fuerza o su potencial uso es fuente de derecho internacional. Para ser honestos, nunca la fuerza dejó de ser fuente de Derecho Internacional: que se lo digan a quienes tienen asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, además de esos tres, Gran Bretaña y Francia, que lo tienen solo porque poseen el botón de las armas nucleares.
De ese medio billón anual que Europea va a dedicar a Defensa, a España le va a corresponder poner no menos de 40.000 millones/año. ¿Están dispuestos el Gobierno español y su presidente a acudir al Parlamento a explicar este cambio de paradigma, de una sociedad alegre y confiada con su "escudo social" a otra vigilante y dispuesta a desviar parte de ese gasto social a gasto militar?
¿Y que papel le queda a esta Europa empeñada en creerse su principal mentira, esa de que puede seguir ejerciendo el poder blando del que habla Joseph Nye -el de nuestras marcas de coche, de lujo, de estilo de vida? Pues ninguno si no estamos dispuestos a hacer sacrificios, empezando por lo económico. El secretario general de la OTAN, el ex primer ministro holandés Mark Rutte, ya ha dicho que vamos a necesitar medio billón de euros anualmente para poner en marcha la maquinaria de defensa europea.
Y de ese medio billón anual que Europea va a dedicar a Defensa, a España le va a corresponder poner no menos de 40.000 millones/año. ¿Están dispuestos el Gobierno español y su presidente a acudir al Parlamento a explicar este cambio de paradigma, de una sociedad alegre y confiada con su "escudo social" a otra vigilante y dispuesta a desviar parte de ese gasto social a gasto militar? Permítanme que exprese mi escepticismo. Ver para creer; primero porque rompería su estrategia del muro -necesita un consenso de Estado con Alberto Núñez Feijóo y no parece muy dispuesto- y, segundo, porque si hay una opiniòn pública europea escasamente dispuesta a embarcarse en aventuras militares es la española.
¿Quieres participar en la conversación?
gavilan1960
19/02/2025 12:02
Escribí en su día, cuando empezó la guerra, que debía intervenir la OTAN. Había unos acuerdos de 1994 que lo justificaban, el Memorándum de Budapest, firmado por Rusia, Estados Unidos y Reino Unido. Además, no había otra forma de solucionarlo. Posiblemente con graves consecuencias, pero no menos graves que las derivadas para el futuro con un mal pacto. Con Putin, al igual que sucede con el "chu** del barrio", no se puede pactar nada, porque volverá a las andadas, en Ucrania o en otro sitio. A día de hoy, sigo diciendo lo mismo, y los hechos me dan la razón. Ahora, ¿se pacta y se le concede el terreno conquistado?. Entonces ¿para qué ha servido la guerra, con tanto muerto y heridos? ¿para gastar el material bélico obsoleto?. A Putin se le debe imponer la paz. Nada de pactar. Si hay concesiones, volverá a invadir. No cabe duda. Eso sólo se consigue si interviene la OTAN sin complejos.