Desde los años 70 y 80 se habla mucho del 'cinturón rojo', los municipios periféricos de Barcelona con amplia militancia sindicalista y gran conflictividad social. Para el progresismo eran motivo de orgullo: unos bastiones plebeyos que resistían a las lógicas de la derecha española y de la burguesía catalana. Se supone que les movía un orgullo de clase, pero en 2017 saltó la sorpresa de que todo ese cinturón rojo se rebautiza como naranja porque sus habitantes preferían votar a la unionista Inés Arrimadas (Ciudadanos) antes que a una izquierda que se había rendido al separatismo y que echaba pestes del sentimiento nacional español. Alrededor de 2015 hubo un amago de que mutase en cinturón morado, arrastrado por la fuerza del primer Podemos, pero el pasteleo del partido de Pablo Iglesias con el independentismo impidió el cambio de color.
No hablamos de un territorio de importancia simbólica, sino con mucho peso específico: concentra cerca de la mitad de la población de Cataluña y 47 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados
En estos últimos días, tenemos un nuevo giro para comprender que pasa. Ha trascendido que las encuestas internas del PSC detectan cierta fuga inesperada: una parte significativa de sus bases están cambiado el voto a Vox, así que el partido de Salvador Illa está pensando en recuperarles con medidas para reforzar la seguridad ciudadana, desde subir las penas de delitos con arma blanca hasta agravar las reincidencias. El caso es que, viendo los bandazos demoscópicos, queda claro que estos municipios son el espacio donde han vivido siempre las clases subalternas españolas y –más difícil todavía– que sus decisiones electorales siempre han tenido que ver con defenderse del dominio de las élites separatistas. ¿Es posible que no estemos tanto ante el cinturón rojo, naranja o morado como ante el cinturón rojigualdo, donde nunca se pudo borrar la identificación de los vecinos con España? También es relevante que en los municipios catalanes donde hay más inmigrantes, legales o ilegales, es donde más suben Vox y Alliança Catalana.
Falsificaciones históricas
No es solamente una cuestión de periferias, sino de defenderse de quien te ningunea. En la premiada película El 47, uno de los grandes éxitos del cine español de este año, se cuenta la historia de cómo los charnegos construyeron desde la nada un barrio de Barcelona, ante el menosprecio de los funcionarios del ayuntamiento de la ciudad. El director, Marcel Barrena, ha manipulado la realidad para convertirla en una fábula al servicio del PSC, donde los españoles buenos son los que hablan en catalán y la culpa de todo es de la ultraderecha. Barrena se vende como el artista que da voz a quienes no la tienen, pero la verdad es que los vecinos de Torre Baró saben expresarse por sí mismos: el 16,2% votaron a Vox en las últimas elecciones, un porcentaje inusual para un partido de derecha radical en Cataluña.
No son los pobres quienes han abandonado a la izquierda, sino la izuqierda que abandonó a los pobres
El proceso que se está dando y que va a seguir creciendo en el cinturón rojigualdo es previsible porque ya lo hemos visto completo en Francia. Ciudades y barrios obreros donde dominaba el Partido Comunista Francés son hoy graneros de voto de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Lo explica de manera magistral la novela Regreso a Reims, de Didier Eribon, de la que se ha hecho incluso una película (mucho más honesta que El 47). Se trata de la historia de un chaval brillante de barrio trabajador, que consigue una beca para estudiar Sociología en París y cuando vuelve a casa se da cuenta de que los comunistas se han vuelto lepenistas. Tras el shock inicial, empieza a indagar en los motivos y se da cuenta de que no es su familia quien ha abandonado a la izquierda, sino la izquierda la que ha abandonado a su familia. Es una historia francesa, pero seguro que hay muchas parecidas en nuestro cinturón rojigualdo.
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Talleyrand
19/02/2025 12:30
La izquierda no es que se haya rendido al separatismo, es que es el separatismo como vemos con Illa o con Sanchez. Elolos ya tenian su cuota y su sitio en la Republica de los siete segudnos si hubiera durado algo mas y la gente no hubiera retirado masivamente el dinero de las cuentas corrientes del "petit pais". El cinturon rojo ha sido engañado, vendido y traicionado por lideres falsarios de diagonal Arriba o con fortunas inconfesables como el parisino iceta. Normal que se busquen nuevas referencias. Primero fue ciudadanos traicionado por PP y psoe (y sus poderosos medias) y sus propios errores, y ahora es Vox que sobre todo entre los jovenes libres de intoxicacion de tve y la Vanguardia ven una salida digna. Fenomeno que pasa en Francia, italia y Alemania. Un mundo caduco se resiste a morir y uno nuevo no acaba de nacer.