Opinión

Mentiras que degradan al PSOE

Sánchez está al frente de un conglomerado político fundado en la perversión del lenguaje público, en el uso de una neolengua tramposa

  • La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez / Europa Press

Pedro Sánchez no puede dejar de mentir como el ciclista no puede dejar de pedalear. Miente con tanta frecuencia y descaro que se asume con naturalidad que el presidente del Gobierno desprecie el valor de la verdad en cada comparecencia pública. El hecho de que lo dicho sea verdadero o falso le resulta más bien indiferente al jefe del PSOE. Por higiene cívica es un deber desvelar las falsedades constantes de quien gestiona los intereses del país. La degradación del lenguaje público no le sale gratis a los ciudadanos.

En democracia, la regla de oro de la política es no decir una cosa y hacer la contraria. La calidad de la conversación social clasifica los países y el bienestar de su gente. Porque, como ya advertía Montaigne, “quien falsea la palabra traiciona la relación pública”. Los pueblos no pueden prosperar sin una información fiable sobre los hechos, a la hora de elaborar unos presupuestos o para atraer inversiones. Solo sociedades que producen la confianza necesaria están en condiciones de generar un desarrollo sólido.

Sánchez está al frente de un conglomerado político fundado en la perversión del lenguaje público, en el uso de una neolengua tramposa. La utilizan para lograr réditos de poder y personales. Toda la cháchara empleada por los políticos sanchistas, y por sus cámaras de eco mediáticas, se compone de frases ingeniosas destinadas a ocultar la verdad y sus datos. Y, como señala David Runciman en Hipocresía política, “en los hipócritas por serlo no se puede confiar”. De ese fraude con el lenguaje, en el pasado debate del Senado con Alberto Núñez Feijóo, el secretario general del PSOE nos ofreció un recital.

Cree que una frase atrevida puede hacer olvidar, como por ensalmo, la historia de un golpe de Estado y sus secuelas

Para escapar de la larga sombra de su apoyo a los independentistas, le preguntó al líder de la oposición si no ha mejorado la situación con respecto a 2017. ¡Qué hipocresía! Cree que una frase atrevida puede hacer olvidar, como por ensalmo, la historia de un golpe de Estado y sus secuelas. Gracias a él y al PSOE, los golpistas indultados gobiernan en Cataluña y deciden sobre el Gobierno de España. Miente para borrar de la memoria colectiva el valor democrático de héroes como el abogado del Estado Edmundo Bal, el coronel Diego Pérez de los Cobos, policías y guardias civiles, jueces y fiscales como Consuelo Madrigal y Pablo Llarena.

Son multitud los servidores de la Constitución que cumplieron con su deber y posteriormente han sido castigados y humillados por el presidente del Gobierno y jefe del Partido Socialista. Los motivos de la felonía son de sobra conocidos. Los mismos que provocan la vergüenza nacional de ver cómo tiene que ser la Comisión Europea la que inste a los independentistas a “cumplir las sentencias judiciales”. Es la UE quien recuerda la obligación de acatar las resoluciones del Tribunal Supremo sobre el 25% del castellano ante la insumisión de Pedro Sánchez. Aún peor, si se advierte que el PSC de Salvador Illa votó, con ERC y Junts, a favor de esa ley independentista contra España.

Un 63% de los españoles se declararon descontentos con la gestión de la pandemia, frente a una media europea del 41% y con solo un 13% en el caso de Dinamarca

Sánchez soltó en el Senado que está gestionando la crisis económica con el mismo éxito logrado en la del Covid-19. Utiliza una técnica habitual entre demagogos, como analiza Harry Frankfurt en el clásico Sobre la charlatanería. Da por hecho que, pasado el tiempo, la opinión pública olvida. Pero, cómo ignorar que el Gobierno sanchista fue proclamado el peor gestor de la pandemia de los 27 de la UE. El Eurobarómetro del Parlamento Europeo puso a Sánchez en su sitio. Un 63% de los españoles se declararon descontentos con la gestión, frente a una media europea del 41% y con solo un 13% en el caso de Dinamarca.

Corrompe la palabra pública, como al proclamar frente a Feijóo que la política económica del gobierno es la de los países nórdicos. Se necesita mucho cinismo para decir algo tan contrario a las evidencias. Desde las políticas fiscales a las relacionadas con las empresas y las laborales, los sanchistas se han ubicado en las antípodas de los que ellos llaman frugales del Norte. ¿El aumento del gasto público sobre PIB? Aquí, la charlatanería quiere apartarnos la mirada de una obviedad, que el modelo fiscal que sigue la coalición de Sánchez no es Dinamarca, sino el estatismo practicado en Argentina. Y ya se sabe dónde lleva el populismo peronista.

En la cháchara oída en el debate, el “doctor” no está solo, le acompaña Yolanda Díaz. Es para nota definir como “nuevo laborismo” el proyecto que ella dice tener. Que la militante del PCE, que viene de firmar un entusiasta prólogo al Manifiesto Comunista, le copie al “neoliberal” Tony Blair su invento del Nuevo Laborismo (New Labour) es el mayor ejercicio conocido de oportunismo electoral. Enternece ver cómo la compañera vicepresidenta, ensalzada por el jefe del PSOE, acude al concepto “triangulación” -transversal, dice ella- del líder británico de la tercera vía. ¿Una mezcla de “lo mejor de la izquierda y lo mejor de la derecha” en versión comunista? ¡Qué cosas! Aunque podría ser que simplemente no sepa de qué habla, forma frecuente de charlatanería.

Con el recurso a Felipe González y otros, intentarán que los españoles se olviden de lo visto durante estos años e iniciarán un nuevo vodevil del “no podría dormir”

El PSOE está atrapado absolutamente en la utilización de la mentira como discurso político. Ahora toca, a medida que se acercan las citas electorales de 2023, en mayo y diciembre, la madre de todas las mentiras. Con el recurso a Felipe González y otros, intentarán que los españoles se olviden de lo visto durante estos años e iniciarán un nuevo vodevil del “no podría dormir”. Eso, excelentísimo Felipe, en Despeñaperros, como decía el torero. Cuando se podía haber evitado la entrega del gobierno de Navarra a independentistas o el indulto a los golpistas.

Frente a tanta hipocresía, lo urgente es recordar que las mentiras hunden países, que los gobiernos que degradan el lenguaje político producen sociedades empobrecidas. La verdad en la vida pública es socialmente muy útil, está íntimamente ligada a la confianza, imprescindible para crecer. Por desgracia, la España sanchista se ha echado al monte de la charlatanería que atasca el país, lo que marca el nivel de la emergencia nacional.

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