Opinión

Pensiones, efecto colateral de una gran farsa (I)

Aquellos que pretenden aupar a Cs, a costa del PP y del PSOE, saben que deben abrir el melón de las pensiones para cambiar la intención de voto de los mayores de 65 años

  • Marquesina de autobús en el centor de Madrid

Las democracias occidentales, en su inmensa mayoría, zozobran en la oscuridad de una tormenta, como barcos a la deriva. En la actualidad, la práctica totalidad de las mismas representan lo contrario de aquello para lo que surgieron. Abraham Lincoln definió la democracia como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Pero desde que la distopía neoliberal, con mucha pasta encima de la mesa, inició el asalto al Estado, y puso sus manos en los conceptos democráticos más románticos, todo se acabó. Y de aquellos barros, estos lodos. Vivimos épocas inestables, tiempos convulsos, mientras quienes nos desgobiernan son profundamente mediocres, caldo de cultivo ideal para el asalto final.

Cuando Franklin Delano Roosvelt (FDR), había encauzado la salida de la Gran Depresión, en la primera campaña para su reelección como presidente de los Estados Unidos lo dijo con voz alta y clara: “Durante casi cuatro años ustedes han tenido un gobierno que en lugar de entretenerse con tonterías, se arremangó. Vamos a seguir con las mangas levantadas. Tuvimos que luchar contra los viejos enemigos de la paz: los monopolios empresariales y financieros, la especulación, la banca insensible, los antagonismos de clase, el sectarismo, los intereses bélicos. Habían comenzado a considerar al gobierno como un mero apéndice de sus propios negocios. Ahora sabemos que un gobierno del dinero organizado es tan peligroso como un gobierno de la mafia organizada…”. Si hoy en día alguien osara decir esto en un mitin, enseguida, desde la prensa, se le acusaría de populista, comunista y no sé cuántos apelativos más.

El hecho de que la renta y riqueza de los mayores de 65 años no menguara, en términos medios, durante la Gran Recesión, explica el voto de este colectivo en las generales del 26-J"

Pues bien, esa mafia organizada es la que de manera mucho más sibilina dictó la hoja de ruta que nos llevaría a lo que Sheldon Wolin denominó el “Totalitarismo Invertido”, entendido como el momento político en el que el poder corporativo se despojó finalmente de su identificación como fenómeno puramente económico y se transformó en una coparticipación globalizadora con el Estado. Mientras que las corporaciones se volvían más políticas, el Estado se orientaba cada vez más hacia el mercado. Y ahí seguimos.

La lucha por el poder dentro del Totalitarismo Invertido

En nuestro país el Totalitarismo Invertido presenta unos rasgos distintivos, diferentes al de los países más avanzados de nuestro entorno. España, desde los tiempos inmemorables del Honrado Concejo de la Mesta, es la patria ideal para los rentistas. Nuestras grandes corporaciones, salvo casos muy aislados, están representadas por antiguos monopolios naturales, básicamente empresas eléctricas, petroleras, y del sector de telecomunicaciones; y, junto a ellos, el sector de la construcción, ligado al BOE, y el bancario, sin duda el más poderoso, pero a fecha de hoy el más inestable. Nos falta la otra pata de la ecuación, el Estado. Éste está representado no sólo por los gobiernos de turno, ligados a la maquinaria de los partidos políticos, sino por cierta clase funcionarial que también juega, en algunos casos, un papel activo en esa tela de araña trazada por las interrelaciones de poder entre el Estado y las corporaciones y grupos de poder patrios.

Para entender estas interrelaciones del poder, desde estas líneas recomendamos en su momento el libro de Andrés Villena Oliver, publicado por la Editorial Comares, “¿Cómo se gobierna España?”, y que constituye una versión resumida de la tesis doctoral del autor. Las conclusiones no son especialmente halagüeñas: los partidos políticos que nos han gobernando a lo largo de nuestra corta democracia han permitido “que determinados grupos de interés se cuelen en la democracia totalmente blanqueados, es decir, legitimados con nuestro voto.”

En estas estábamos cuando en los últimos dos años se ha producido algo novedoso, el enfrentamiento directo entre facciones de los poderes fácticos que se habían instalado cómodamente en los resortes del Estado, independientemente de lo que votemos. Y es en esa disputa, en la que hay que entender la campaña de ciertos medios de comunicación patrios en favor de Ciudadanos. Resulta también llamativo el intento de ningunear a Pedro Sánchez por parte de antiguos aliados mediáticos, porque, por lo que parece, a diferencia de los otrora social-liberales, o no lo controlan o no está por la labor de ser un apéndice de ellos. Respecto a Podemos, los errores cometidos y la percepción demoscópica hace que temporalmente los grupos de presión se olviden de ellos.

Las pensiones y el Juego de Tronos

¿Y qué tiene que ver las pensiones y los pensionistas con este Juego de Tronos? Mucho, muchísimo. Son el cuerpo electoral quizás más relevante, y también el más fiel al statu-quo. Aquí y allá. Por eso, aquellos que pretenden aupar a Cs, a costa del PP y del PSOE, saben que deben abrir el melón de las pensiones para cambiar la intención de voto de los mayores de 65 años, y no lo han dudado. Pero vayamos por partes.

Si analizamos la Encuesta Financiera de las Familias, publicada por Banco de España, los datos explican por qué quienes nos han llevado a una profunda decadencia social, política y moral consiguieron ganar en las elecciones generales del 26-J. Ya saben la respuesta, por el voto masivo de los mayores de 65 años. Su renta y riqueza no se vio en términos medios menguada durante la Gran Recesión. Por contra, el destrozo a las familias jóvenes fue brutal, inmisericorde. La renta y riqueza de los hogares cuyo cabeza de familia cuenta con menos de 35 años, descendió, respectivamente, más de un 25% y 45% durante la Gran Recesión. Pero este grupo, el de los menores de 35 años, desde un punto de vista electoral, a los que se mueven entre bambalinas no les interesa mucho. Suele estar más desmovilizado, aunque en las últimas elecciones generales lo hizo a favor de Podemos.

La reforma de las pensiones, tal como se diseña, va a suponer una pérdida de poder adquisitivo, y si los jubilados entran en modo cabreo el Gobierno caerá en barrena"

La última reforma de las pensiones, tal como la habían diseñado desde el actual ejecutivo, va a implicar sin duda una pérdida de poder adquisitivo relevante, como los propios pensionistas empiezan a detectar desde 2016. De ahí que, ahora sí, sus oídos están más predispuestos a oír un relato distinto al del gobierno. Y si este grupo entra en modo cabreo no duden que el actual ejecutivo caerá en barrena.

Obviamente, la solución óptima pasa por un acuerdo inter-generacional, que permita unas condiciones de vida más dignas para nuestra juventud, que a su vez corrija los problemas de las pensiones públicas bajo el actual sistema de reparto -baja población ocupada; estancamiento de los salarios; baja productividad del trabajo; escasa productividad del capital, desigualdad salarial, envejecimiento poblacional…-. Pero para ello hemos de terminar con la estructura de poder patrio y el modelo productivo rentista que tanto daño nos ha hecho. Y, aunque es tremendamente complicado, es factible. De esta manera empezaremos a enderezar los problemas relevantes que afectan a España: deuda, salarios, productividad, vivienda, empleo, pensiones, demografía… En el siguiente blog expondremos cómo se puede hacer eso. Pero mientras tanto, desconfíen de todos aquellos que pretenden ser aupados al poder por nuestras élites extractivas.

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