“Son gente inteligente”, dejó dicho ayer, sobre los militantes de Podemos, el secretario de Organización del partido, Pablo Echenique. Mientras convocaba a lo que en la formación llaman inscritos a participar en el plebiscito-comodín que ha de servir para salvar el pellejo de Iglesias y Montero, se deshacía Echenique en elogios a la capacidad de raciocinio de sus militantes, quienes sólo en un exceso de malicia podrían aventurar que esa consulta no busca sino blandir los votos de las bases como coartada para silenciar el (enésimo) malestar entre las familias internas de Podemos. Por eso, Echenique cree que las personas inteligentes comprenden que “no se puede acosar a una familia” y revalidarán a los líderes de Podemos. Casi parece, escuchando al secretario de Organización, que la consulta sacada de la chistera haya de servir para resarcir a Iglesias y a Montero del daño que puedan haber hecho a su reputación los medios de comunicación explicando la noticia.
Son estos últimos, sempiterno objeto de dianas para Podemos, por otra parte, quienes han cometido el tremendo error de reconocer una noticia. Y es que, si tras unos cuantos días sigue en boca de muchos la compra de chalé de los dirigentes morados, no es porque nos interesen ni sus metros cuadrados, ni su distancia respecto a la M-30, ni siquiera si su hipoteca se la ha concedido la misma Caja de Ingenieros que alberga la llamada ‘caja de solidaridad’ de las conocidas entidades separatistas. No. Lo que interesa de la vivienda adquirida por Iglesias y Montero es cómo desmonta todas las lecciones que desde Podemos vienen años dando a los demás a cuenta de su esfera privada. La parte mala de politizar la vida privada uno lo empieza a comprender más tarde; en Podemos, cuando les salpica a ellos.
Ni media tontería con el chalé. Iglesias y Montero instan a sus seguidores a validar o a reprobar con su voto el “acoso a una familia”. Un chantaje en toda regla"
Resulta bochornoso ver a quienes convirtieron el escrache en “jarabe democrático” e invalidaron a los políticos “aislados” como legítimos representantes públicos erigidos hoy en adalides del respeto a la privacidad y a la libertad de elección en su esfera personal. Por supuesto, alentar escraches o señalamientos no hace a los representantes de Podemos merecedores de esas mismas prácticas. Lo que ocurre es que sus quejas al calor del asunto del chalé son contra sí mismos, porque su decisión les acerca a esa ‘casta’ que ellos construyeron y denostaron: recordarán aquellos anuncios a bombo y platillo sobre la ‘gente normal’ llegando al Parlamento, relegando prácticamente a representantes del estamento clerical a sus anteriores moradores. Y sí, anunciar un plebiscito-reválida de tu proyecto político después de pisotear los principios sobre los que lo has construido tiene la peculiaridad de resultar atractivo a los medios de comunicación.
Sin embargo, hay algo peor y más pernicioso en todo el asunto que la suma de todas las incoherencias que pueda aguantar el proyecto de Iglesias y Montero. Hay que buscarlo en la pregunta que anunciaron el pasado sábado por la tarde en rueda de prensa, los dos, sin haberlo consultado previamente con la Ejecutiva del partido ni, por supuesto, con ningún órgano en el que los sectores críticos o las corrientes tengan representación. Un plebiscito sobre su futuro al frente de Podemos que sólo busca blindarles a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales, asegurándose que nadie ose toserles a cuenta del chalé y, de paso, de nada más. Un órdago a sus bases con el que ahuyentar cualquier atisbo de debate sobre el fondo del asunto: ni media tontería con el chalé, ni medio rumor, ni medio murmuro. Iglesias y Montero saben que su decisión habrá generado malestar y reproches entre sus seguidores, pero les instan, como dice Echenique, a validar o a reprobar con su voto el “acoso a una familia”. Si esto no es un chantaje.
Hay que buscar mucho en las hemerotecas para dar con un caso en la historia reciente que comprometa hasta tal punto la credibilidad de todo un proyecto político"
Hay dos cosas reveladoras en el asunto. La primera, que nadie en todo el entorno de Podemos haya planteado, en defensa de sus líderes un “oye, igual nos equivocamos juzgando a las personas por el lugar que elegían para vivir, igual no hay derecho a convocar escraches en las puertas de sus casas”. Nadie. Toda la defensa se ha limitado a atacar a la prensa y a seguir hablando –jé- de los poderosos mientras sus portavoces repetían consignas, en algunos casos, de manera absolutamente sobreactuada. Lo segundo, que Iglesias y Montero siguen creyendo, como demuestra que mantengan este plebiscito, que lo que han hecho con su vida privada es tan reprobable que incluso les merece exponerse ante su militancia.
De nuevo: no es eso, se trata de algo mucho más difícil. Si guardasen algo de respeto por sus bases y las consideraran realmente personas tan adultas, como dice Echenique, habrían elegido una de las muchas preguntas posibles que habrían adecentado la decisión -ya irreparable- de Iglesias y Montero: “¿Os parece que a partir de ahora dejemos de demonizar la propiedad privada? ¿No creéis que nos hemos excedido legitimando prácticas antidemocráticas?”. Claro que, en ese caso, la respuesta no sería de su agrado, pues ellos mismos, como seguramente sus bases, creen que es ético seguir utilizando contra sus adversarios los mismos argumentos que rechazan para ellos. Tiene Podemos la tamaña tarea de conseguir mantener encendida la rabia de “la gente” contra los poderosos de siempre y no contra ellos, que les juraron que jamás cambiarían. Hay que buscar mucho en las hemerotecas para dar con un caso en la política española que comprometa hasta tal punto la credibilidad de todo un proyecto. Les auguro escaso éxito.